Lo que ninguno de los dos esperaba era que Meli y Nathan decidieran continuar la celebración en su casa, y luego se le sumaron John, Will, Connan, la nena, y tuvieron la mejor tarde del mundo compartiendo en familia. Todos estaban felices, pero Maddi y James no dejaban de mirarse, y casi siempre co
No le costó demasiado dormirse, después de todo había sido un día intenso y estaba muy cansada, pero ni siquiera habían pasado diez minutos cuando Maddi comenzó a sentir aquel calor desesperante que recorría su cuerpo. Pateó las mantas y se revolvió en la cama, pero seguía sudando y sus pupilas se m
A Maddi se le escapó un gritito de sorpresa cuando James la levantó contra la misma puerta de entrada. —¡Ay Dios! ¿Sí sabes que tus padres siguen afuera? —¡Y los estamos oyendo! —escucharon gritar a Nathan, pero James solo rio, la hizo envolver las piernas en su cintura y se la llevó a... la sigui
Era una sensación increíble tenerlo dentro de ella, llenándola de la manera más perfecta y haciéndola sentir más viva que nunca. James se movía despacio al principio, intentando no lastimarla, pero cuando Maddi arqueó su espalda para encontrar más placer contra sus caderas, entendió que a ella no le
—¡Mala! ¡No me des sustos! La besó muchas veces en los labios y acarició su cabello. —James ¿está mal que tenga miedo? —preguntó Maddi de repente—. Digo, apenas nos conocemos hace unos meses, y ya vamos a empezar una vida juntos, con un bebé. ¿Y si esto no sale bien? ¿Y si estamos arruinando nuest
James estaba dando vueltas de un lado a otro de la sala, ajustándose la pajarita cada dos segundos mientras esperaba por Maddi. Habían tenido la pelea más horrible por un vestido: básicamente él trataba de quitárselo mientras ella se lo ponía. —Pues entonces me voy desnuda, señor King —rezongó ella
Muy pronto se acercó a ellos un señor de unos cincuenta años, muy educado y serio, que saludó a Maddi con respeto y a James con deferencia. —Señor King, esperaba encontrármelo esta noche. —Señor Chow, igualmente es un placer verlo. Le presento a Maddison, mi novia. —Encantado, señorita. ¡Y veo qu
Maddi respiró profundamente y de repente se dio cuenta de que aquello no la afectaba tanto como había esperado. —Voy a decirte algo, linda, y por tu bien espero que me escuches. Yo estuve ahí seis años antes que tú, y estuve seis años más que tú, así que no te vanaglories de que me haya dejado por