MIRANDO AL LOBO

IVANA

Me lleva al auto contrariada, no sé qué es lo que ha pasado y porque el hombre me ha prohibido hablar con quien a mí se me dé la gana.

Esta situación siento que se me va a salir de las manos y ya no se qué pensar.

Su aroma masculina me invade apretándome la boca del estómago y ya he dicho que el huele delicioso.

—Disculpa—asiento que la cara me arde—tu a mí no vienes a prohibirme nada.

—Sube al auto, ya hablaremos.

—No te lo permito—no sé qué le pasa —eres mi cuidador nada más. No te pases.

Acerca su rostro al mío cuando se inclina. Soy demasiado bajita para su estatura, desaparece el aire a mi alrededor cuando puedo detallar tan de cerca sus ojos preciosos.

—Créeme que soy mucho más que tu cuidador —miro el movimiento de su boca con ganas de besarlo —y puedes hacer lo que quieras, no te contenga.

Se incendian las. Mejillas subiéndome al auto, corriéndole a su mirada llena de placer.

—Esto lo hago por tu bien Ivana—me dice estando a mi lado, el chófer conduce
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