¡Riiing! ¡Riiing! ¡Riiing!
La alarma de mi teléfono me despertó de pronto. Eran las seis de la mañana, mi turno en el hospital era a las ocho.
Marc❤️
Buenos día amor, suerte en tu día.
Recibí un mensaje de Marcos. Cada mañana recibía uno de su parte, enviándome los buenos días.
DutyFeliz día, amor.Preparé mi desayuno, tomé un baño y después conduje hasta el hospital. Hoy teníamos el mismo turno con Ana y estaba segura de que iba a contarme sobre su nuevo amigo.
—¡Dory! ¡Dory! ¡Amiga, tengo tantas cosas para contarte!
Se los dije, Ana iba a contarme los detalles de su nuevo amigo.
—Ayer no me presentaste a tu amigo. —mencioné.
—Lo siento, estaba preocupada por su amigo que olvidé por completo presentártelo.
—¿Cuál es el nombre del galán que ya te robó el corazón? —pregunté. Mi amiga tenía el defecto de enamorarse rápidamente de un hombre, pero con esa facilidad también podía olvidarlo.
—Su nombre es Darío, es abogado y tiene su propio bufete, está soltero, no tiene hijos, pero quiere tenerlos. El hombre perfecto. Sin duda alguna nuestro primer encuentro fue amor a primera vista.
—Ana…—recriminé. Mi amiga siempre decía que era amor a primera vista.
—Te aseguro que ahora sí, es el correcto.
—Si tú lo dices.
—Es cierto, algo es distinto con Darío, mi corazón reconoce que es el hombre indicado o ¿No sentiste lo mismo por tu novio cuando lo conociste?
Marcos me salvó la vida. Ese instante que vi como golpeaba a un tipo por defenderme, ese instante sentí que ese hombre era especial, no imaginé que terminaría súper enamorada.
—Algo así…
—¡Viste! Darío es especial, lo sé. Tienes que acompañarme hoy en la noche.
—¿Yo? ¿A dónde?
—A un evento social, a esas reuniones que los ricos mantienen. Pero no quiero ir sola y Darío dijo que podía llevar a una amiga. Pablo también va a acompañarnos.
—No lo sé, no me gustan ese tipo de eventos.
—¡Por fa!, Dory, hazlo por mí. Puedes llevar a tu novio y de paso lo conozco.
—No está en la ciudad.
—Cada día tienes una nueva excusa, estoy empezando a pensar que es solo tu imaginación.
—Él es real, muy real, te lo aseguro.
—Entonces, ¿vas a acomodarme?
—Está bien, lo hago en nombre del amor.
—Gracias Dory, eres la mejor. —Ana me abrazó con fuerza.
Hacía todo esto por mi amiga. Ya que en realidad las fiestas sociales de gente rica, no eran para mí.
El trabajo en el hospital fue como todos los días. Iniciamos el turno y terminamos alas cinco de la tarde. Ana me recordó la invitación y me envió la dirección en donde se llevaría a cabo dicha reunión.
Al revisar mi armario me percaté que no tenía un vestido lo suficiente elegante para asistir. Tomé el más decente que tenía.
Envié algunos mensajes a Marcos, para hacerle saber que no estaría en el apartamento, pero recibí respuesta de su parte.
Terminé de cambiarme y estaba lista media hora antes de la hora indicada, justo a tiempo para conducir y llegar a la dirección que me indicó Ana.
Le escribí a Ana, cuando me encontraba fuera del restaurante.
Ana
Estamos adentro, estamos cerca de la puerta en la mesa de la derecha.
Estacioné el auto y bajé. En la entrada se encontraban un par de recepcionistas, me dieron la bienvenida y me entregaron y ramillete. Ingresé y busqué a mi amiga. La encontré en la mesa que me indicó.
Levanté mi mano y caminé hacia ellos. Ella, Darío y Pablo se encontraban en la misma mesa.
—Buenas noches —saludé.
—Bienvenida —expresó Darío.
—Gracias por la invitación. —mencioné.
—Dory, él es Darío, un amigo. —nos presentó Ana—. Y ella es Dory, mi mejor amiga, casi hermana.
—Mucho gusto —. Dijimos al unísono ambos, nos reímos por la coincidencia.
—Toma asiento por favor, en poco tiempo van a servir la cena. —indicó Darío. Me senté cerca de pablo y de una silla vacía, seguido por Darío y después mi amiga. Observé el sitio por un momento, era elegante, ilustre y distinguido al igual que todos los invitados.
—Hola tía. —me saludó Pablo.
—Hola pequeñín. —alboroté su cabello.
El resto de invitados empezaron a tomar asiento. El lugar a mi lado seguía vacío. Tenían buen gusto para la música, ya que de fondo se escuchaba una de mis canciones favoritas.
De pronto sentí la presencia de una persona a mi lado, al mismo tiempo que la silla era movida. Miré hacia arriba.
¡David!.
—Buenas noches. —saludó. Todos en la mesa respondieron, a excepción. Tomó el asiento a mi lado.
—Hola Dorothy. —susurró cerca de mi oído. Traía un traje elegante y déjeme decirles que se veía guapo, guapo.
—Hola. —respondí de manera cortante.
Quería que mi amiga me salvara de esta situación, pero Ana y Darío estaban en una conversación íntima, Pablo jugando en su teléfono.
—Me alegra que estés aquí. —mencionó.
—Sí, ¿y por qué?
—Porque siempre es bueno tener una buena compañía en estos eventos tan aburridos. Estas personas tienen dinero y no se esfuerzan por hacer fiestas más animadas. Lo único bueno de este sitio es la música.
—En eso si concuerdo con usted.
—Ya es momento de que me tutee, con cuatro encuentros ya somos más que simples conocidos.
—Estoy aquí solo porque mi amiga me lo pidió.
—Darío está muy emocionado con tu amiga.
—Lo mismo digo, pero adviértale a su amigo que si logra hacerle daño a Ana, voy a encargarme de que pagué cada lágrima.
—No es necesaria, tanta amenaza. Mi amigo nunca le haría daño a Ana.
Los meseros empezaron a servir la cena en cada una de las mesas. Fuimos uno de los últimos en recibir nuestros platos.
David continuaba la conversación conmigo. Quizá no era la mala persona que presentía. Mientras tomábamos la cena, una persona llamó mi atención.
Una señorita que se paseaba por todos los invitados y si no estaba confundida se trataba de Sara, la hija de Marcos. Y si ella estaba aquí, posiblemente él también estaría aquí.
Miré cada una de las mesas, pero no lo encontré. ¿Y si estaba por aquí y me veía? Esto iba a volverse incómodo.
—¿Te sientes bien? —preguntó David.
—La verdad, no. Creo que mejor me iré. —Quise levantarme de la mesa.
—¡Quédate! —David tomó una de mis manos—. Ahorita viene lo mejor de la fiesta.
Me quedé en mi asiento, pero tenía un mal presentimiento. Con la presencia de Sara en la fiesta, solo podía significar una sola cosa.
—Buenas noches, queridos invitados. —Miré hacia el frente. Una mujer estaba parada con un micrófono en la mano—. Hoy la familia Santana está de fiesta y quiere compartir la felicidad con todos ustedes.
¿Santana? Ese era el apellido de Marcos. Esto quizá era solo una casualidad.
»20 años, se dicen fáciles, pero en un matrimonio solo significa una cosa: verdadero amor. —continuó hablando la mujer—. El matrimonio Santana, celebra hoy veinte años de su feliz unión.
Marcos salió por una de las esquinas del escenario. De su brazo una mujer lo acompañaba: su esposa. Estaba en la celebración de aniversario de bodas de Marcos y su esposa.
Mi corazón latía de manera frenética e incluso me sorprendía que estuviera latiendo y que estuviera sentada y no en el suelo. —Mi esposo y yo estamos felices de tenerlos a todos aquí, compartiendo nuestra felicidad. —Esta ocasión fue la esposa de Marcos quien tomó el micrófono. Ella se veía tan feliz a su lado. Le entregó el micrófono. —Estamos celebrando veinte años y vamos por otros veinte más. —dijo con tono de broma. Todos empezaron aplaudir, pero para mí era como si golpearan mi cabeza con cientos de martillos. —Te amo, cariño. —¡Hermano, hermanito! —gritaron cerca de mi oído. Miré a mi lado, Sara la hija de Marcos, abrazaba con cariño a David. Pero eso no era mi asombro, sino la manera en que se refería a él ¿Hermano? —Hola, chiquis ¿Cómo estás? —Feliz por esta gran fiesta, creí que no vendrías. —No quería hacerlo, pero tuve un motivo especial para estar aquí. —David me miró. —¡Uuuuu! ¿Es tu novia? —inquirió. —Bueno…—No, no soy su novia. Me puse de pie y caminé depris
—Gracias Doctor. —Esta vez te libraste, pero ten cuidado, no debes cruzar las carreteras sin mirar a los lados. —Fue un gran error mío, prometo que no va a volver a suceder. Fue una tontería de mi parte, pero en estos momentos lo más me dolía era mi corazón y no los golpes físicos. Mi conversación con David fue interrumpida por el médico, me llevaron para los exámenes y gracias a Dios, todo estaba bien. —Ya te puedes ir a casa, solo tomarás algunos analgésicos y reposo. —Está bien. David seguía en el hospital, esperando una respuesta ante su propuesta. De alguna manera tenía que escapar de él. —¡Dory! ¿Es cierto? —Francis apareció en el momento indicado—. ¿Qué fue lo que te pasó? —preguntó. Al mismo tiempo que me observaba. —Ya me conoces, a veces soy distraída. Crucé sin mirar a los lados y un conductor me atropelló con su vehículo. —¿Fuiste tú? —acusó a David. —Él no fue Francis, solo me ayudó a traerme al hospital. David miraba de manera atenta a Francis, estaba segura
Me encontraba en un restaurante elegante, de esos en donde los platillos son carísimos y solo te sirven una muestra de comida, la cual no llena ni la cuarta parte del estómago. Todos aquí estaban vestidos con ropas finas y sofisticadas. Entre tanto yo me encontraba con ropa sencilla, jean y una chaqueta. Estaba totalmente descolocada. Hasta los meseros estaban mejor vestidos. Y estando aquí, en este sitio tan lujoso, me di cuenta de que esto que hacía era una locura. No conocía el plan de David, pero fuera lo que fuera, tenía un mal presentimiento. —Hola Dory. —David hizo su aparición en el restaurante. Me sentí aliviada al verlo con ropa informal, playera y jeans. Ya éramos dos vestidos de manera normal. —¿Por qué me invitaste a un sitio como este? —Buenas noches, David, ¿cómo estás?...Bien, bien, bien. —se respondió a sí mismo. —No sé por qué acepté venir aquí. Me levanté de la silla intentando irme de este restaurante, en definitiva esto era una mala idea. David me tomó del
Marcos estaba aquí en el restaurante y me encontraba en la misma mesa con su familia. David era un vil traicionero, me trajo con engaños y solo era para dejarme en ridículo. De seguro, al venir Marcos iba a decirle a todas que yo era la amante. Todo fue una trampa. —Nosotros nos vamos —habló David, poniéndose de pie. —Pero, espera. Tu padre está aquí. —No es el momento de hablar con él. Vamos Dory. —Extendió su mano y no dude en tomarla—. Me saludan a Marcos Santana —mencionó David. —Gusto en conocerlas. —exclamé. Salimos del restaurante y David pidió su auto. Esperamos un minuto que para mí pareció una hora. Tenía miedo de encontrarme con Marcos en este restaurante. Llevaron el auto y fui la primera en subir. David fue el siguiente, aceleró y nos alejamos del restaurante. Condujo por varias cuadras. —¡Estaciónate! —¿Qué? —¡Estaciónate, David! —ordené. Buscó un sitio para estacionarse y apagó el auto. Quité mi cinturón de seguridad. »¡Eres un imbécil! —grité y empecé a golp
Me encontraba en un restaurante elegante, de esos en donde los platillos son carísimos y solo te sirven una muestra de comida, la cual no llena ni la cuarta parte del estómago. Todos aquí estaban vestidos con ropas finas y sofisticadas. Entre tanto yo me encontraba con ropa sencilla, jean y una chaqueta. Estaba totalmente descolocada. Hasta los meseros estaban mejor vestidos. Y estando aquí, en este sitio tan lujoso, me di cuenta de que esto que hacía era una locura. No conocía el plan de David, pero fuera lo que fuera, tenía un mal presentimiento. —Hola Dory. —David hizo su aparición en el restaurante. Me sentí aliviada al verlo con ropa informal, playera y jeans. Ya éramos dos vestidos de manera normal. —¿Por qué me invitaste a un sitio como este? —Buenas noches, David, ¿cómo estás?...Bien, bien, bien. —se respondió a sí mismo. —No sé por qué acepté venir aquí. Me levanté de la silla intentando irme de este restaurante, en definitiva esto era una mala idea. David me tomó del
Marcos estaba aquí en el restaurante y me encontraba en la misma mesa con su familia. David era un vil traicionero, me trajo con engaños y solo era para dejarme en ridículo. De seguro, al venir Marcos iba a decirle a todas que yo era la amante. Todo fue una trampa. —Nosotros nos vamos —habló David, poniéndose de pie. —Pero, espera. Tu padre está aquí. —No es el momento de hablar con él. Vamos Dory. —Extendió su mano y no dude en tomarla—. Me saludan a Marcos Santana —mencionó David. —Gusto en conocerlas. —exclamé. Salimos del restaurante y David pidió su auto. Esperamos un minuto que para mí pareció una hora. Tenía miedo de encontrarme con Marcos en este restaurante. Llevaron el auto y fui la primera en subir. David fue el siguiente, aceleró y nos alejamos del restaurante. Condujo por varias cuadras. —¡Estaciónate! —¿Qué? —¡Estaciónate, David! —ordené. Buscó un sitio para estacionarse y apagó el auto. Quité mi cinturón de seguridad. »¡Eres un imbécil! —grité y empecé a golp
Llevaba una semana sin tener noticias de Marcos y mucho menos de David. Y sinceramente había sido la semana más tranquila, incluso en el hospital. —¿Cómo van las cosas con Dario? —pregunté a Ana. Mi amiga estaba muy ilusionada con el amigo de David. Ya habían tenido un par de salidas más y todo se estaba poniendo mucho más serio. No quería que mi amiga se ilusionara, para que después la abandonara. Vi a mi amiga llorando muchas veces por las decepciones amorosas. —Él es el indicado, esta vez sí estoy segura. —Te deseo lo mejor amiga. —Por cierto. El amigo de Darío es muy guapo, pensé que ustedes, bueno… pero tú tienes novio.—Ya terminé con mi novio —declaré.—¿En serio? Me alegra, nunca me lo presentaste, pero me alegra que hayas terminado esa relación extraña. Significa que estás libre, podemos salir a citas los cuatro —dijo emocionada mi amiga.—No quiero saber nada del amor en estos momentos, me encuentro muy bien sola.—Emergencia en la sala cuatro.Anunciaron por las bocinas
Llevé a Sara a la casa. Que bueno que había limpiado estos días mi apartamento de todo lo relacionado con Marcos. Le preparé un desayuno sencillo y preparé un platillo igual para mí. —Muchas gracias Dory, eres increíble. —Es solo un desayuno. —No me refiero a eso. Si no por todo lo que has hecho por mí. Desde ayer te has convertido en mi ángel y eso que solo me has visto una sola ocasión. Lo que ella no sabía es que la conocía más de lo que ella pensaba.—Sara, le pedí a tu hermano que viniera al apartamento. —¿Para qué? —Tienes que regresar a tu casa y yo no puedo irte a dejar. Si David viene le diré que sufriste una intoxicación alimenticia. No sabrá la verdad. —Gracias Dory, sigues siendo mi ángel. Ahora entiendo por qué mi hermano está loquito por ti. —¿De qué estás hablando? —Estos días mi hermano no ha parado de hablar de una mujer maravillosa que conoció. Y estoy segura de que se refiere a ti. Mis padres ya quieren conocerte.—Por cierto, ¿Tu hermano a que se dedica?