Villa de las Mercedes
El sábado amaneció con una deliciosa temperatura otoñal, perfecta para pasar el día vagando entre los innumerables juegos y puestos de comida de la Feria de los Artesanos. Ligeros remolinillos de viento arrastraban las doradas hojas bajo su ventana anunciando a gritos el cambio de estación, y Lara se despertó con la extraña sensación de vacío en el estómago que la asaltaba cada vez que algo importante estaba por suceder.
Quizás porque era la primera noche que se quedaba sola fuera de casa, o quizás porque Jens estaría merodeando y posiblemente Marissa no pudiera resistirse a hacer de casamentera, o quizás fuera sencillamente que la furiosa bestiecilla en su interior había permanecido dormitando por algunas semanas. De cualquier forma el día se anunciaba delicioso y un poco de soledad con los tigres y el bosque ser&
— ¡Basta! Khan… ¡Déjame en paz, no seas majadero!Lara hubiera querido que su voz tuviera un tono de regaño, pero cuando se trataba de sus tigres sólo acentos risueños había en sus palabras.Silver Moon se había recostado en el diván de frente a los grandes ventanales, contemplando la extensión de tierra que tenía delante como si quisiera devorarla con la mirada. Y Khan, después de dar angustiosas vueltas por la habitación, se había tumbado al lado de Lara, haciendo un hueco allí donde su enorme cuerpo se apoyaba en el colchón.— ¡Vamos! ¡Estate quieto!— contra su espalda, la enorme cabeza blanca seguía presionando. La cacería era el único choque de adrenalina que tenían los tigres para desahogarse de la pasividad en que vivían, y estaban ansiosos por salir.Con un adem&
Faro del Albir“¿Qué demonios te pasa, eh?” - gritó para sus adentros, desatando una rabia que había contenido ya por demasiado tiempo.- “Matarla no es la mejor opción… ¡es la única que tienes! No puedes controlar el vínculo, no puedes controlarla a ella.”— A menos…Lo que en un principio había sido una resolución se había ido debilitando a lo largo de aquellos cuatro meses sin que se diera cuenta de cómo había ocurrido. Saber que tendría tiempo suficiente para matar a Lara y romper definitivamente la conexión le había hecho desear que hubiera otro camino, una manera diferente en que pudiera liberarse de sus lazos sin arrancarla permanentemente de su vida.— Y quizás la haya, quizás haya otra manera, yo… puedo llevar
“¡Por fin…!”Lara dejó caer la mano con que tapaba su boca y sintió cómo una sonrisa subía por su rostro. Frente a ella su incógnita personal la observaba con un semblante entre aterrorizado y dichoso, y ahora sabía que no era un fantasma. Era tal como lo había imaginado. No debía pasar de los veinticuatro o los veinticinco años, apenas un joven con un rostro que parecía cargado de una tristeza demasiado antigua.Se fijó en cada detalle de su cara, de un blanco alabastro, blanco de nieve ahora que se recortaba contra las luces vibrantes de la tarde. Su cabello semejaba un oro opaco, fino y lacio que llegaba casi a tocarle los hombros en una desaliñada cascada rubia.Su complexión se perdía en la ancha gabardina de cuero negro que casi rozaba las puntas afiladas de las rocas, pero Lara sabía cómo era: las piernas musculosas, pro
Faro del AlbirKhan lanzó un rugido de impotencia que estalló a lo largo del bosquecillo a sus espaldas. Y volvió a repetir su bramido una y otra vez, como pidiendo a la hembra la ayuda que él mismo no podía dar, hasta que el sonido de su desesperación retumbó como un eco inapagable por todo el farallón.Dominic escuchó el primer rugido a pesar de que ya varios kilómetros lo separaban del animal y la muchacha, y al instante supo que algo grave pasaba. Luchar por su vida pasó en ese instante a un segundo plano y ni siquiera se detuvo a pensarlo, reclinó su cuerpo sobre las rodillas y saltó hacia atrás, pasando su espalda sobre el lomo de la tigresa que casi lo alcanzaba.Su cuerpo giró en el aire, contorsionándose para dejar caer su peso nuevamente sobre los tobillos flexionados. Concentró su mirada en el suel
Villa de las MercedesLa enorme ventana de cristal seguía abierta de par en par, dejando entrar un poco del aire frío del atardecer. Apenas a treinta metros de la casa Khan se desvió a la derecha y desapareció mientras Silver Moon pasaba a su lado y dirigía la marcha hasta la parte baja de la habitación de Lara.Dominic ni siquiera se molestó en tratar de descifrarlo, los tigres estaban bastante grandecitos como para tomar las decisiones correctas, o al menos eso habían demostrado ese día.Sintió una aprensión extraña cuando vio aparecer la sombra inmensa del costado de la villa; la vista que tenía enfrente era un recordatorio de sus frustraciones de cuatro meses. Se detuvieron por un segundo a metro y medio de la edificación, la tigresa empujó con sus patas traseras y de una sencilla sacudida estaba ya agazapada sobre el alfei
Las manos del cazador se aferraron a sus rodillas, mientras sus uñas crecían y cortaban como punzantes navajas la tela de su pantalón. Silver Moon comprendió: la batalla se desarrollaba ahora al interior del sorian con tal intensidad que sus músculos comenzaban a temblar. Su cuerpo estaba rígido sentado al borde de la cama, esperando que la tigresa terminara por matarlo.En un instante la expresión de Lara se relajó por completo, su respiración se acompasó poco a poco y suspiró: el dolor había pasado. Pero el cazador junto a ella seguía luchando. Sintió cuando las fauces de la tigresa se cerraron sobre su nuca y tiraron de él con suavidad hacia atrás, tumbándolo de espaldas sobre el colchón.Dominic no hizo ningún esfuerzo por moverse.Entonces Silver Moon dejó caer todo su peso sobre el cuerpo del sorian: elegía cont
El sonido estridente de una alarma sobresaltó a todos en la habitación.— ¡Demonios! — farfulló enojado.Registró el cesto de ropa sucia hasta encontrar el celular en un bolsillo de los pantalones de Lara y al revisar la pantalla del teléfono y se dio cuenta de que había olvidado cubrir un aspecto bastante importante. Su mirada se dirigió al pedazo de papel pegado aun al espejo del tocador que había sido el causante de aquella alerta en el teléfono.“10:00 pm: Escribe un mensaje para saber que estás bien -y voy a pensar que no te dormirás muy tarde-”Todavía faltaba una hora para las diez, pero Dominic no quiso dejar de asegurarse de que Emma recibiera el consabido mensaj
Villa de las MercedesDe frente a la ventana, observando la oscuridad sin prestarle verdadera atención, el cazador se concentraba en cada murmullo de la alcoba. Habían pasado más de cuatro horas desde que Lara cayera bajo el efecto de las toxinas, era casi media noche y aún no despertaba, pero esa era la menor de sus preocupaciones.La toxina paralizante de un sorian no era una ciencia exacta, su efecto podía durar más o menos en dependencia de la fuerza de la víctima, y la obvia debilidad de Lara haría el proceso aún más largo, así que nadie estaba demasiado asustado por eso: tenía toda la noche para recuperarse y despertar.Dominic no se le había acercado en todo ese tiempo. De cuando en cuando examinaba las heridas para asegurarse de que estaban bien, que no seguían sangrando, pero siempre manteniendo la distanci