Blake no pudo evitar ponerse nerviosa, y se incorporó un poco en la camilla con preocupación.

—Disculpe doctora ¿Puede ayudarlo? ¿Marlon ayuda a la doctora a levantarlo? —el hombre hizo un gesto de desagrado.

—¿Por qué debo levantarlo yo? Él se cayó solo, doctora no se preocupe, tiene una nevera con agua helada. Deme un vaso y le resuelvo eso de una vez —pronunció mirando a Blake para ver su reacción.

—¿Qué? ¿Acaso estás pensando que tengo un acuerdo con ese periodista de pacotilla? ¿Crees qué me va a doler si lo bañas de agua? Pues estás equivocado, ni que fuera familia mía —manifestó con aparente indiferencia.

«Por supuesto que me va a doler ese tonto, pero ahorita se lo merece por perder el control de sus emociones, tanto cuidarnos para el venir a desmayarse como tonto, que digo agua fría, debería es agregarle cubitos de hielo, agitarla para que se ponga más helada y echárselo desde la cabeza a la punta de los pies, para que así aprenda». Pensó indignada.

—Pues no sé, porque última