CAPÍTULO 43

Subiendo las escaleras, Diego se masajeó la comisura derecha del labio, estaba sangrando, le sangraba la nariz, los labios y la mejilla derecha. Todavía le costaba pensar en lo que había descubierto. No había manera de que pudiera soportar eso. Arrepentimiento y remordimiento. Eso era todo lo que sentía su corazón.

Cuando Diego estaba en el segundo piso de aquella gran casa, caminando por el pasillo, se topó con alguien. Entre todas las personas que podía haber visto aquel día, tenía que ser ella.

Sus ojos se abrieron de par en par. Camila, embutida en una toalla blanca, jadeó al ver la cara de Diego sangrando.

Diego no sentía nada bueno por ella. Verla así, con los ojos mostrando la preocupación que nunca sintió por él ni por la hija de ambos le daba ganas de coger a esa mujer allí mismo y ponerla de rodillas mientras le hacía confesar todas las cosas que había hecho para estar allí y quitarle lo que era la vida a Cameron.

Simplemente la odiaba porque ella no era Cameron. Ella er
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