Prólogo
Me las pagarás*Dean Frost*Conduzco por las calles de San Francisco a toda velocidad. Necesito llegar hasta ella antes de que sea demasiado tarde. No entiendo qué fue lo que sucedió. ¿En qué momento surgieron las dudas? Le he dado todo lo que tengo, he puesto el mundo a sus pies. Las mujeres se arrastran a mis pies y yo la he elegido a ella por encima de todas. Nos amamos, estamos hechos el uno para el otro. Nacimos para estar juntos.Llego al edificio y corro con prisa hacia el ascensor. Luego marco el código que me lleva hasta el ático.Las puertas se abren y de forma automática, salgo despavorido hacia el salón.— ¡Cassandra! ¡Cass! —continúo llamándola al no obtener respuesta—. ¡Mi amor! Vamos, Cass, no es momento para jugar a las escondidas —recorro todo el departamento antes de ingresar a la habitación—. ¡Cass…!Las palabras se me quedan a medio camino deal ver el hermoso vestido blanco doblado a la perfección sobre la cama. Encima de la tela, encuentro un sobre, el cual procedo a explorar sin dilaciones.“Querido Dean,En el momento que leas esta carta, yo ya estaré a kilómetros de distancia. Perdóname por no decirte la verdad en persona, pero si hubiese actuado diferente jamás hubiera podido marcharme. Desde hace dos años me resigné a este matrimonio arreglado sin amor, a vivir bajo los designios de mi familia y a la sombra de mi futuro marido. Renuncié al amor, a mi dignidad y a mi felicidad…, pero a lo único que no estoy dispuesta a renunciar es a la Medicina.Si tan solo me hubieses dejado ejercer…Me gustaría que las circunstancias fueran distintas. Desearía ser la esposa sumisa que necesitas, esa que intentaron formar mis padres..., pero no lo soy. Lamento comunicarte que las enseñanzas de mi madre no han servido para nada. Tengo mis propias ideas y quiero vivir mi vida sin que otros decidan por mí. He tomado la decisión de perseguir mis sueños. Sé que seré repudiada por mis padres y también soy consciente de que te lastimaré con mis acciones, sin embargo, estoy segura de que ambos estaremos mejor por separado. Lamento dejarte solo con este desastre y espero que algún día puedas perdonarme. A pesar de todo, te tengo mucho cariño. Tal vez algún día nos volvamos a encontrar y me darás las gracias por haber tomado esta decisión.Lo siento mucho, Cass”Examino a fondo el sobre, encontrándome con el anillo de compromiso que coloqué en sus dedos siete años atrás.<<Me ha dejado>><<Se ha atrevido a dejarme>>No tengo idea de cuánto tiempo permanezco clavado en el suelo frente a la cama que compartiríamos a partir de este día, en el penthouse que compré para ella. No soy consciente de nada, apenas escucho el sonido de la puerta al abrirse.— ¿Dónde está mi hija? — Se ha ido —respondo releyendo la carta una vez más. He perdido la cuenta de las veces que lo he hecho, pero con cada intento, sus palabras se van clavando en mi pecho hasta memorizar cada línea. Jamás olvidaré este día, ni esta nota.— ¿Cómo?Me giro hacia quien se suponía que se convertiría en mi suegro en el día de hoy—. ¡Que se ha ido! —exclamo desatando mi furia contra él—. ¡Se ha marchado!— ¿A dónde?— No lo sé, pero reza para que no la encuentre, Gibson, porque ten por seguro que le haré pagar esta humillación y no tendré piedad.— Estoy seguro de que regresará en cuanto se le pase ese sueño infantil de ser médico —el hombre palmea mi hombro con familiaridad—. Tranquilo, seguro que a Juliette se le ocurre alguna escusa para los invitados. Solo aplazaremos la ceremonia. — No estoy tan seguro, Gibson —alego.— Volverá, Dean, me encargaré de ello en persona. Confía en mí.— Pues procura hacerle entrar en razón antes de que yo la encuentre, porque entonces las cosas serán muy distintas.No descansaré hasta dar contigo, Cassandra Reid. No escaparás de mí y serás mi esposa a como dé lugar porque eres mía y de nadie más.Nadie, absolutamente nadie se burla del Diablo Frost. Juro que me cobraré cada humillación. Lamentarás haberme dejado.
Capítulo unoTe encontré*Cassandra Reid*Mi piel se encuentra helada, tengo el cuerpo entumecido y la superficie cada vez parece más lejana. No puedo nadar, el aire se me agota, moriré sola sepultada bajo el mar... Entonces, aparece él: mi príncipe encantador. Su rostro es tan hermoso y sus brazos tan fuertes que no parece real. Él me arropa con su cuerpo para luego llevarnos a la superficie. Entonces, vuelvo a respirar, ya no soy arrastrada por las olas, pero tiemblo debido a la cercanía de mi salvador. ¿Existe un hombre más guapo? La respuesta es clara: no.Intento agradecerle, pero soy interrumpida por su sonrisa ardiente.— Te encontré —dice antes de besarme.Su embriagador aroma se mezcla con el mío mientras nuestros labios se devoran de una forma desesperada. Nuestras pieles se rozan y el mero contacto estremece cada parte de mi excitado cuerpo.— Sii mia moglie, cara*.No me da tiempo a responder, pues
Capítulo dosLa esposa perfecta*Adriano Di Lauro*La rubia se contonea encima de mis piernas, jugando a excitarme con el roce de nuestras intimidades. Con rapidez, detengo sus movimientos y la obligo a bajar sobre mi masculinidad hasta tomarla por completo. No es la primera vez y sabe a la perfección que no me gustan los juegos preliminares.Me dejo llevar por el baile sensual de sus caderas sin dejar de pensar en el rostro que resulta ser mi delirio y mi tortura al mismo tiempo. No importa con cuántas mujeres me acueste, es ella quien permanece en mi cabeza día y noche.En la recta final tomo el mando y presiono tanto sus caderas que puedo deducir que la marca de mis dedos quedará registrada en su piel. Sus gemidos se vuelven demasiado ruidosos y me obligo a cubrirle la boca con mis manos mientras ahogo un gruñido apretando los dientes con fuerza al llegar al éxtasis.No tardo mucho en recuperar el aliento e inmedia
Capítulo tresSoñando despierta*Cassandra Reid*Por lo que parece una eternidad me quedo mirándolo con fijeza. El cabello azabache, el mentón prominente y... los ojos azules; esos mismos que vi en las profundidades del mar... Es él, el príncipe encantador de mis sueños. Pero... ¿cómo es posible? Estoy segura de que jamás en mi vida he visto a este hombre. Si lo hubiera hecho, de seguro lo recordaría.¡Qué bueno está, por Dios!Y la declaración que ha hecho... La mismas palabras que escuché esta mañana. Es como revivir mi sueño, pero de una manera mucho mejor. ¡Está aquí! No lo puedo creer. ¿Me estaré volviendo loca?— "¿Qué has dicho?" —me encuentro tan anonada que de repente he olvidado el idioma y hablo en inglés.— ¿Cómo está mi hijo, doctora? —ignora mi pregunta, lo que me hace volver a mis cinco sentidos. Así que alejo mis tontos pensamientos y tomo una profunda respiración antes de contestar, esta vez en itali
Capítulo cuatroHe tomado mi decisión*Adriano Di Lauro*Contemplo las facciones de mi hijo mayor inconsciente sentado en una silla mientras acaricio la melena azabache de mi pequeña ragazza*, quien sostiene la manito de su hermano.Pensé que conmigo sería suficiente, que estando los tres juntos no necesitarían nada ni a nadie más..., pero me equivoqué.No obstante, todavía estoy a tiempo de corregirlo.— ¿Por qué no me habla, papi? —suspira mi hija—. Hasta le he prometido dejar que gane la "FIFA" y me hale los moños.— Está dormido, Ella —contesto para calmarla. Lo sucedido la tiene demasiado inquieta. Aunque para mi sorpresa, ha sabido sobrellevarlo. ¿Será debido a su nueva amiga?— ¿Pero despertará?— Sí, cariño —beso su regordeta mejilla—. Ya verás como mañana querrá jugar con tu cabello
Capítulo cinco Señales del destino *Casandra Reid* Romeo parlotea a mi alrededor mientras hacemos el recorrido, sin embargo, no le presto atención. Solo me limito a asentir en modo automático a todo lo que dice y beber de mi café. Hoy es viernes, mi último día aquí y por lo visto, también es mi último día como médico. En vista de que ningún centro de salud quiere arriesgarse a convertirse en el blanco de la ira de Gibson Reid, tendré que explorar otras esf
Capítulo seisCuidado con lo que deseas*Cassandra Reid*— No creo en las casualidades —declara mi amiga llegando al auditorio— y sí en el destino. ¿Por qué sino soñarías con alguien que no has visto nunca?— En primer lugar, no estoy segura de que él sea el hombre de mis sueños —a estas alturas no lo tengo claro— y en segundo, de ser así puede que lo haya visto en la televisión, en alguna revista o en cualquier chisme de esos. Es muy famoso, Leah.— Tonterías —bufa ella apegada a sus ideas. La verdad no sé ni para que intento disuadirla, pues resulta una tarea imposible—. Tú estás destinada a ese hombre y punto.Pongo los ojos en blanco al escuchar su ridícula declaración. Yo esposa del hombre más guapo, rico y poderoso de Florencia... es algo que jamás sucederá. Ya me gustaría.«¿Pero qué digo?»Mi amiga sí que está demente... y yo también.— Lo que tú digas, Leah —concluyo para cerr
Capítulo sieteCásate conmigo*Cassandra Reid*«Te encontr黫Sii mia moglie, cara»¡Ya van dos veces! ¡Las dos frases! No hay casualidades. Es de locos, pero Adriano Di Lauro ha dicho las palabras exactas que el hombre de mis sueños. Observo en derredor buscando alguna cámara oculta porque esto de verdad parece una broma de muy mal gusto. Sin embargo, no encuentro nada y el documento en mis manos lo vuelve todo más real.— ¿Qué has dicho? —al fin encuentro las palabras para hablar.— Tienes un problema y yo la solución —expone—. Solo cásate conmigo y sé una madre para mis hijos.Ahora sí tomo asiento o de lo contrario, mis piernas temblorosas me harán caer al suelo.— ¿Es en serio? —inquiero con cara de desconcierto. Al verle confirmar sus palabras con un asentimiento de cabeza, un profundo jadeo escapa de mi garganta—. ¡No entiendo nada! ¡Ni siquiera me conoce! ¿Cómo se l
Capítulo ocho Acepto *Cassandra Reid* Mi amiga bebe de su copa mientras se toma su tiempo para contestar. Apuesto a que está meditando muy bien su respuesta, deduciendo que hay un contexto detrás. Leah es muy intuitiva y en momentos como estos, quiero odiarla por ello. — ¿Qué pienso de los matrimonios por contrato? Pues que son mis subgéneros favoritos de novelas —responde sin tapujos—, pero eso no viene al caso. ¿Por qué la pregunta? ¿El italiano te pidió matrimonio? Me quedo muda y más rígida que una tabla en mi sitio. » ¡Oh, Dios Mío! —su grito se escucha en todo el salón—. ¿Lo hizo? —asiento con lentitud, lo cual ocasiona que tire de mi mano izquierda y comience a saltar como una histérica, llamando la atención de todos. — Si no te calmas, fingiré no conocerte y me marcharé —advierto. — Vale, vale, me calmo —baja un poco la voz—, pero... ¡Joder! Cuéntamelo todo. —