Capítulo treinta y ocho
Confundida, atrapada y perdida
*Stella Di Lauro*
La oscuridad me ciega, pero intensifica mis otros sentidos. Soy consciente del calor, el hambre y el anhelo de su beso. Así como siento la dureza que roza mi piel una y otra vez, cada vez que mueve su pelvis contra la mía en tanto mantiene mis muñecas aprisionadas sobre la cabeza con una mano.
Me estoy muriendo. En serio, creo que me estoy muriendo, porque mi cerebro no funciona, la respiración se me ha detenido y no consigo escuchar los latidos de mi frágil corazón.
Respondo las ansias del beso con las mías propias, tomando todo lo que puede ofrecerme, aprovechando el momento porque sé que no volveré a tener otra oportunidad. Él no volverá a acostarse conmig
Capítulo treinta y nueve Secuestro *Stella Di Lauro* ¡Me cago en la leche y en mi propia madre! La voy a matar. Los voy a matar a los dos. ¿Cómo se le ocurre hacerme una encerrona? Ella orquestó todo esto junto al energúmeno frente a mí, porque sí, lo sentó junto al frente sin importarle desplazar a Adriano a otro sitio. —El proyecto de Sudáfrica va muy bien —continúa Dawson con su disertación a la cual todos parecen prestar atención—. Estamos explotando la energía solar y muy pronto tendremos la eólica para las pequeñas empresas que pensamos construir. —Su trabajo y compromiso es admirable, señor Dawson —le adula mamá mientras veo cómo Enrico disimula una mueca de desagrado. Si algo bueno puedo sacar de esta situación es su cara de fastidio. Al parecer, las cosas no están marchando como él tenía planeado. Y es que mi madre podrá ser su amiga o apoyarle en sus tretas, pero no le pondrá el camino fácil. Aliarse con Cassandra Di Lauro es jugar con un arma de doble filo. —Ah,
Especial Adriano y Cassie Nuestro amor jamás tendrá un final. “Comenzamos con este Especial que hemos pedido para no alterar la línea temporal. Luego continuamos con nuestra pareja explosiva. Sin más, a disfrutar” *Adriano Di Lauro* Me considero a mí mismo un padre ejemplar, preparado para t
Capítulo cuarenta Resistencia y rendición *Stella Di Lauro* Por más que me desgasto la voz, es inútil. Enrico no me suelta, no me deja salir y pese a que se lleva unas buenas patadas, golpes y hasta arañazos, mantiene el agarre mientras me sube a un avión. Esto es demasiado. ¿A dónde leches piensa llevarme? ¿Cómo es posible que mi familia haya permitido semejante barbarie? —¿Puedes estarte tranquila, joder? —profiere fastidiado. —No voy a ir a ningún lado contigo —sigo en lo mío con mis protestas a la vez que él me ata a uno de los asientos—. ¡Suéltame! —Ya te dije que no tienes escapatoria —reitera—. El avión está a punto de despegar, así que deja de forcejear y resígnate. —¡Jamás! No te atrevas a encender esta máquina, Enrico Falconi —amenazo encrispada. Consciente de que todos mis esfuerzos son en vano— porque me tiro en paracaídas. —Veo que le has perdido el miedo a las alturas —pronuncia con mofa—. Deberías agraderme por ello. —Lo que haré será asesinarte con mis
Capítulo cuarenta y uno Hacer el amor en el aire Stella Di Lauro Su mirada recorre mi cuerpo completamente desnudo. Sus ojos, sedientos de placer, penetran cada parte de mi ser, como si pudieran ver más allá de mi deseo, de mi ansiedad y de mis emociones... Le veo morderse el labio inferior y de manera inconsciente hago lo mismo. Enrico no mintió cuando dijo que deseaba demostrarme cómo debía ser nuestra primera vez, puesto quese además de tomarse su tiempo, se siente muy diferente a nuestro encuentro en la cabaña. No sé si es porque ya no tengo miedo, porque ya sé lo que se siente tocar el cielo con las manos o simplemente porque, ahora más que nunca, soy consciente de que esto es mucho más que sexo y que después de veinticuatro horas, seguiremos juntos. Aunque todavía no hemos definido nuestra relación a ciencia cierta. Sin embargo, después de haberme perseguido hasta el cansancio, no creo que el play boy tenga intensiones de soltarme. —Acuéstate —dejo de divagar en mis pensa
Capítulo cuarenta y dos Una fantasía hecha realidad *Stella Di Lauro* Me mantengo dentro del auto sin muchas ganas de bajar. Reparo en mi apariencia y dejo ver una mueca de desaprobación. Estoy usando el mismo atuendo casual que escogí para la cena en casa, sin una gota de maquillaje y para colmo, la tela está un poco arrugada debido al forcejeo y luego al sexo. No luzco como una mujer muy decente que digamos. —¿Qué sucede? —Enrico se percata de mi reticencia. —No estoy presentable para entrar al teatro —pongo voz a mis pensamientos. —Yo te veo perfecta. —¿En serio? —cuestiono señalando mi atuendo con ambas cejas enarcadas—. Se supone que este es un sitio de etiqueta. Lo más probable es que el portero ni siquiera me deje entrar. —Yo lo soluciono, no te preocupes. —No voy a entrar así, Enrico —dejo claro—. Si vamos a ver a la compañía que estoy imaginando, el sitio estará lleno de gente. —Tengo un palco privado —anuncia—. No te verán. —Aún así... —¿Confías en mí,
Capítulo cuarenta y tresEnamorada y petrificada*Stella Di Lauro*Pese a estar aún a varios metros de distancia, ambos hombres se retan en silencio, lanzándose cuchillos con la mirada.Veo a mi padre abrir la boca y le detengo de inmediato con un simple gesto con la mano.—Antes de que vayas a decir nada —aludo—, advierto que aquí nadie va a matar a nadie, ¿de acuerdo? Estoy saliendo con Enrico y no os vais a meter en nuestra relación. Ninguno de vosotros —le lanzo una mirada de advertencia a mi madre de reojo—. ¿Queda claro?—Si vuelves a llevarte a mi hija a la fuerza —alude mi padre—, mi mujer no podrá salvarte de una muerte segura
Capítulo cuarenta y cuatroLa Caja de Pandora*Enrico Falconi*Contemplo su gesto adusto y maldigo en voz baja entre resoplidos. Un día... Un jodido día es lo que ha durado la paz. ¿Por qué con Ella Di Lauro todo tiene que ser así?—Estoy esperando una respuesta, Falconi —exige con los brazos cruzados al mismo tiempo que repiquetea el suelo con uno de sus tacones—. ¿No me has oído?—¡Ten un poco de paciencia, mujer! —exclamo fastidiado en tanto me paso una mano por el rostro—. ¿Así va a ser siempre esto, Stella? ¿Aprovecharás cada oportunidad que tengas para dudar de mí?—No me vires la tortilla y habla ya —exige imponente
Capítulo cuarenta y cincoUn cachorro en medio de bestias*Stella Di Lauro*No sé cómo reaccionar.Es un compendio de sensaciones novedosas que me dominan.Justo por cosas así no quería una relación con nadie y siempre me he cuidado de no involucrarme en historias amorosas. Cuando conoces algo íntimo de alguien, es el principio del fin.El fin de mi libertad, de la suya. Aunque no puedo negar que también es el inicio de algo para lo que no sé si esté preparada, pero desde luego sí dispuesta a averiguarlo.Por el tono del play boy y su reserva respecto al tema en la última hora, puedo deducir la importancia que tiene la señora parada frente a nosotros para él. No necesito indagar demasiado para entender que me