Capítulo cuarenta y dos Una fantasía hecha realidad *Stella Di Lauro* Me mantengo dentro del auto sin muchas ganas de bajar. Reparo en mi apariencia y dejo ver una mueca de desaprobación. Estoy usando el mismo atuendo casual que escogí para la cena en casa, sin una gota de maquillaje y para colmo, la tela está un poco arrugada debido al forcejeo y luego al sexo. No luzco como una mujer muy decente que digamos. —¿Qué sucede? —Enrico se percata de mi reticencia. —No estoy presentable para entrar al teatro —pongo voz a mis pensamientos. —Yo te veo perfecta. —¿En serio? —cuestiono señalando mi atuendo con ambas cejas enarcadas—. Se supone que este es un sitio de etiqueta. Lo más probable es que el portero ni siquiera me deje entrar. —Yo lo soluciono, no te preocupes. —No voy a entrar así, Enrico —dejo claro—. Si vamos a ver a la compañía que estoy imaginando, el sitio estará lleno de gente. —Tengo un palco privado —anuncia—. No te verán. —Aún así... —¿Confías en mí,
Capítulo cuarenta y tresEnamorada y petrificada*Stella Di Lauro*Pese a estar aún a varios metros de distancia, ambos hombres se retan en silencio, lanzándose cuchillos con la mirada.Veo a mi padre abrir la boca y le detengo de inmediato con un simple gesto con la mano.—Antes de que vayas a decir nada —aludo—, advierto que aquí nadie va a matar a nadie, ¿de acuerdo? Estoy saliendo con Enrico y no os vais a meter en nuestra relación. Ninguno de vosotros —le lanzo una mirada de advertencia a mi madre de reojo—. ¿Queda claro?—Si vuelves a llevarte a mi hija a la fuerza —alude mi padre—, mi mujer no podrá salvarte de una muerte segura
Capítulo cuarenta y cuatroLa Caja de Pandora*Enrico Falconi*Contemplo su gesto adusto y maldigo en voz baja entre resoplidos. Un día... Un jodido día es lo que ha durado la paz. ¿Por qué con Ella Di Lauro todo tiene que ser así?—Estoy esperando una respuesta, Falconi —exige con los brazos cruzados al mismo tiempo que repiquetea el suelo con uno de sus tacones—. ¿No me has oído?—¡Ten un poco de paciencia, mujer! —exclamo fastidiado en tanto me paso una mano por el rostro—. ¿Así va a ser siempre esto, Stella? ¿Aprovecharás cada oportunidad que tengas para dudar de mí?—No me vires la tortilla y habla ya —exige imponente
Capítulo cuarenta y cincoUn cachorro en medio de bestias*Stella Di Lauro*No sé cómo reaccionar.Es un compendio de sensaciones novedosas que me dominan.Justo por cosas así no quería una relación con nadie y siempre me he cuidado de no involucrarme en historias amorosas. Cuando conoces algo íntimo de alguien, es el principio del fin.El fin de mi libertad, de la suya. Aunque no puedo negar que también es el inicio de algo para lo que no sé si esté preparada, pero desde luego sí dispuesta a averiguarlo.Por el tono del play boy y su reserva respecto al tema en la última hora, puedo deducir la importancia que tiene la señora parada frente a nosotros para él. No necesito indagar demasiado para entender que me
Capítulo cuarenta y seisBlanco, negro y gris*Stella Di Lauro*Una enorme pelota se forma en mi garganta y me detengo a mirarle como si la vida se me fuera en ello.Él se entrega... a mí. Millones de emociones corren por su expresión y yo puedo ver cada una de ellas. Nunca me había sentido tan abrumada por tener alguna clase de poder.Se supone que somos las chicas quienes nos entregamos, sobre todo en casos como el nuestro donde el hombre la persigue hasta lograr seducirla. Sin embargo, aquí estamos, Enrico está poniendo su fe, sus esperanzas y su corazón en mis manos, arriesgándose a darse de bruces contra la pared y llevarse un buen chichón.Me parece algo increíble
Capítulo cuarenta y siete Escapada *Stella Di Lauro* Suelto un largo resoplido cuando escucho los ruiditos extraños. Sin siquiera alzar la vista soy consciente de que está registrando todo. Así es ella, mi tía Leah es demasiado curiosa y atrevida y eso la ha metido en más de un problema. —Con esa postura pareces una copia de tu señor padre —me señala con una de sus cejas enarcadas. —Pues muchas gracias —le doy una sonrisa forzada. —No era un cumplido, cariño —aclara con descaro antes de sentarse en el sillón frente a mi escritorio. Si no tuviera tanto trabajo... juro que me escaparía con Enrico. Apuesto a que esta noche volarán los dardos en una cena especial—. Entonces, por ahí me ha dicho un pajarito que tienes novio. —Por pajarito te refieres a Cassandra Di Lauro, me imagino —expongo con la voz cargada de sarcasmo. —Has atrapado al soltero más codiciado del momento —añade ignorando mi mal humor—, siempre supe que estabas destinada para grandes cosas. —¿Dejarse conquis
Capítulo cuarenta y ocho Escapada (Segunda Parte) *Stella Di Lauro* Enrico tiene la capacidad de asombrarme siempre. No tengo idea de cómo demonios lo hace, ni siquiera sé si lo planifica, pero el resultado es el mismo: termino alucinando por su arte para darme sorpresas. —¿La Princesa de Acero tiene miedo...? —bromea mirándome desde su súper moto BMW negra. Examino el monstruoso aparato con detalle, temiendo partirme la crisma como me monte ahí. Sin embargo, después reparo en la figura completa de su conductor y.... alucino. ¿Por qué los chicos malos lucen todavía más sexis en infernales motos? ¡Joder, es la leche! Todo en él es erótico, tan guapo, tan macho, tan poderoso como la máquina que le sostiene.
Capítulo cuarenta y nueveQuien me busca, me encuentra*Stella Di Lauro*En silencio y sin despegar mi mano de la suya, lo acompaño hasta la pista aérea. Me encuentro sentada sobre su regazo con la cabeza apoyada en su hombro y me niego a salir de ahí, en vista de que no sé cuándo podré volver a disfrutar de su cercanía, de la calidez de su piel, o de los pequeños besos que deja en mi cabeza mientras dibuja círculos con los dedos en mi espalda desnuda.Cada vez que le he preguntado mientras nos vestíamos a toda prisa, ha evadido el tema de manera deliberada, así que por el momento, he dejado de insistir. Sin embargo, aun estando a oscuras, puedo percibir que el asunto es bastante serio.No pensé