Capítulo diecisiete
Confundida
*Cassandra Reid*
El calor me abraza la piel en tanto un leve cosquilleo se instala en un lugar desconocido para mí.
El palpitar acelerado de mi corazón resuena en mis oídos y de manera inconsciente, abro más la boca.
Él aprovecha para explorarme con un hambre voraz mientras yo lucho contra el sofoco. Creo que he dejado de respirar.
He besado otros hombres, pero jamás he experimentado algo parecido.
Su mano fría como un témpano de hielo se desplaza por mi piel encendida y llega hasta mi espalda baja. Los besos se trasladan a mi clavícula, dándome la oportunidad de recuperar el aliento. Entonces, sus dedos se cuelan debajo de la tela y una sensación indescriptible inunda mis sentidos.
No soy consciente de las respuestas de mi propio cuerpo. Ha cobrado vida por sí mismo.
Capítulo dieciochoEl regalo de bodas*Cassandra Reid*Recuesto la cabeza en la ventanilla del auto y la miro con fijeza como si pudiera sobrepasar el cristal blindado. Ahora la tensión entre los dos es mayor que antes. Siquiera podemos cruzar más de tres palabras y cada acción parece forzada.Al día siguiente de la “no noche de bodas”, me dejó con los niños y desapareció sin más. Intenté entretenerme con ellos decorando la casa para recibir el año nuevo, incluso pasé horas tratando de entenderme con la consola, pero todo ha sido en vano, pues el italiano no sale de mi cabeza.Casi me acuesto con él. En menos de cuarenta y ocho horas me he replanteado mi conducta más de cien veces. ¿Qué hubiera pasado si no lo hubiera detenido? ¿Por qué lo detuve? ¿De dónde viene este deseo irrefrenable que me roba
Capítulo diecinueve: Tocar el cielo *Cassandra Reid* El auto aparca frente a la fuente de la fachada y me exaspera el ridículo protocolo de seguridad de los gorilas para poder salir. Al terminar la letanía, subo los escalones de dos en dos y entro a la casa como vendaval. — Buenas tardes, señora Di Lauro —el mayordomo me sigue el paso—. ¿Cómo...? — ¿Dónde está mi marido? —lo corto al instante. — El señor aun no llega. ¿Quiere que...? — Cuando llegue dile que me busque en la biblioteca —vuelvo a interrumpirle. Soy consciente de que estoy siendo muy grosera, pero me da igual. La sangre me hierve de la rabia. Camino por la biblioteca de un lado a otro en tanto vuelvo a repasar los documentos. Adriano ha comprado el treinta y cinco por ciento de las acciones del hospital y las ha puesto a mi nombre; lo cual me hace la socia mayoritaria del mismo. ¿Por qué lo ha hecho? ¿Pretende controlarme? Si es así, no pienso dejarle. Es ridículo que destaque una y otra vez la neces
Llegó el regalo*Cassandra Reid*Las fresas destilan un aroma increíble y lucen tan apetecibles..., pero no más que él. Me quedo embobada mirando cómo las corta en pequeños trozos y toma uno con el tenedor para acercarlo a sus labios con extrema lentitud.¿Cómo puede un simple movimiento despertar tantas sensaciones en mí?De repente, clava el azul de sus ojos en mí antes de llevarse el fruto a la boca. Luego, mastica despacio sin dejar de mirarme en un gesto provocativo.¿Desde cuándo la comida se ha vuelto un instrumento sexual?Me remuevo inquieta en mi sitio para combatir el ardor repentino y entonces, hago una mueca de dolor.Un simple movimiento y cada músculo de mi cuerpo se resiente. Llevo dos días durmiendo muy poco, puesto que mi esposo no me da tregua.Tampoco es que pueda quejarme. Si hubie
Capítulo veintiunoFeliz Año Nuevo*Cassandra Reid*Lo miro y no soy capaz de creer que lo tengo delante.Siento una tensión en mi abdomen que no me deja respirar.En un principio creí estar alucinando, pero es que es él; la voz paralizante, el rostro indescifrable junto al voluminoso cuerpo que me hace sentir diminuta y su apariencia diabólica de siempre.Sus ojos ambarinos me observan inquietos de pies a cabeza, haciéndome sentir desnuda.Un pequeño temblor se instala en mis manos y las entrecruzo para no mostrar la debilidad que siento.¡Está aquí! Dean está aquí.— ¿Señora Di Lauro, sigue ahí? —la voz de mi secretar
Capítulo veintidósDominado por la ira*Adriano Di Lauro*Me quedo pasmado en mi sitio viendo cómo juegan juntos. No recuerdo cuándo fue la última vez que vi reír tanto a mis hijos ni que pasé un tiempo de calidad con ellos, jugando al aire libre.Cinco días. Solo cinco días casados y el cambio en la casa ya es notable. Incluso el aire que se respira es diferente.Bien entrada en la tarde, las actividades culminan y bajo las protestas de los chicos, subimos a arreglarnos para la fiesta de Año Nuevo.Al llegar a la habitación, ella se encuentra arreglando el atuendo para la noche, por lo que paso de largo y me dispongo a preparar la tina. Termino añadiendo esencia de frutas.El olor a fresas inunda mis fosas nasales. Justo el aroma que destila su piel.No puedo evitar lanzar una sonrisa al aire. Después de todo, mi matrimonio está saliendo mejor de lo esperado. Aunque n
Capítulo veintitrésYo soy tu dueño*Cassandra Reid*El portazo que doy al entrar en la habitación resuena en toda la casa. Furia, temor, desconcierto, deseo y otras emociones a las cuales no quiero ponerle nombre se mezclan entre sí hasta hacerme estallar la cabeza. Demasiado para una noche. ¿Por qué mi ex tenía que aparecer justo ahora cuando comenzaba a adaptarme a mi nueva realidad? El mensaje de texto se dibuja en mi mente y me estremezco por dentro. «Si no vienes me enfadaré e iré a buscarte y sabes que no me porto muy bien cuando me enojo, amor»Una parte de mí siempre le tuvo miedo. Aunque conmigo se comportaba de manera distinta al resto del mundo, fui testigo de su crueldad, su agresividad y su falta de compasión. Dean Frost no da segundas oportunidades, no le importan los efectos colaterales y sobre todo, no amenaza en vano... Sin embargo, yo era su debilidad. Me convertí en su obsesión desde el día en que me conoció.Durante estos dos años no he dejado de pensar en él,
Capítulo veinticuatroEnfrentamientos*Adriano Di Lauro*Los ejecutivos parlotean a mi alrededor exponiendo alternativas y negocios para hacerme más rico, sin embargo, me resulta imposible prestarles atención. No puedo pensar en otra cosa que no sea destruir al capullo de Dean Frost.La rabia me corroe una vez más al recordar mi enfrentamiento de anoche con Cassandra. ¿Por qué tiene que ir a verlo? ¿Qué quiere de él? ¿Por qué no me contó sobre los mensajes desde un principio? ¿En verdad lo habrá visto ayer por primera vez o ya se había comunicado con él? Si no le hubiese descubierto, ¿me lo habría contado?Las preguntas continúan rondando en mi cabeza sin darme tregua. No me dejaron pegar ojo en toda la noche
Capítulo veinticincoTe has enamorado de él*Cassandra Reid*Vendida...Mis padres me vendieron. ¡Por Dios! Solo tenía diecisiete años. ¿A cambio de qué? ¿Por qué? No puedo entenderlo, pero lo peor de todo es que no me sorprende.Llego directo a mi habitación y me encierro en ella. Soy consciente de que ninguno de los dos merecen mis lágrimas, pero no puedo detenerlas. No estoy hecha de piedra como ellos.Ni siquiera sé cómo me siento. Solo quiero encerrarme en una bola de cristal de Navidad y no salir.Paso el resto del día acostada y en la noche me duermo sin cenar. Al día siguiente me levanto con una jaqueca horrible y sin ánimos. Sin embargo, debo continuar, aunque solo funciono a medias. Como lo justo y juego con los niños sin prestar mucha atención. De todas formas, no creo que llegue a dominar la consola algún día. Además, ellos son fe