Enzo se encontraba con un humor de perros desde que el abuelo le dio fecha límite para cumplir con el dichoso matrimonio que organizó con su antiguo compañero de la armada, de no ser porque es la única persona que merecía su aprecio y respeto, definitivamente mandaba todo a la m****a, bastante tenía con soportar las críticas de todos los que lo consideran un inútil, aunque debía reconocer que eso era muy conveniente, así nadie interferiría en su verdadera vida.
Acababa de recibir la orden de su abuelo para casarse y salía del edificio de la empresa familiar porque tenía una importante reunión en otro lado y una chica extremadamente torpe manchó su traje, se había cegado y estuvo a punto de golpearla, aun cuando estaba en el suelo, pero su mirada gris le caló y eso lo detuvo, se había perdido en sus ojos, solo así se salvó de la furia que lo invadía en ese momento.
Ahora que los Gutiérrez Zambrano se comunicaron con la familia Villalba Reyes avisando que ya su hija estaba lista para casarse, todo se aceleraba; en su mente, Enzo se repetía que esa mujer debía olvidarse que iba a conseguir un esposo dedicado, era lo primero que le diría, ella con su vida y él con la suya, sin embargo, pobre de ella si le hacía quedar mal. Haría todo eso rápido, si querían boda, pues boda tendrían.
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En la casa de los Gutiérrez Zambrano
–Mamá, ¿cómo que ya todo está arreglado para mi boda?
–Te dije que me encargaría y lo hice, encontré a una chica lo suficientemente desesperada por dinero para que accediera a suplantarte, ella se casará con el animal del Enzo y tú podrás mantenerte como hasta ahora.
–¿Segura que esa chica no nos delatará?
–No le conviene, tiene un hijo que será mi seguro.
–¿Un hijo?, Enzo no lo aceptará.
–Enzo no lo sabrá, la convencí de mantener a ese niño en secreto, le advertí que, si Enzo lo sabe la rechazará y perderá todo.
–Madre, eres increíble, gracias por todo lo que haces por mí. ¿Cuándo es mi boda? –preguntó con sarcasmo.
–Pues los Villalba Reyes dicen que en una semana cariño.
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Llegó el día de la boda de Patricia y Enzo, habían sido días muy difíciles entre la enfermedad de su niño y tratar de explicarles a sus padres, con muchas mentiras de por medio, que se tenía que mudar por un tiempo de la casa, pero que responsablemente estaría pendiente de su hijo y que en realidad había aceptado un gran trabajo solo por él, que nadie la estaba obligando y que no había firmado ningún contrato peligroso.
Estaba al borde de un ataque de nervios, su padre quería acompañarla al lugar donde viviría y no sabía cómo hacer para que no se diera cuenta de que aún no conocía nada sobre su futuro inmediato, era terrible sentirse como se sentía en ese preciso momento, pero con solo pensar en su pequeño se mantenía firme, estaba dispuesta a cualquier cosa por él o por sus padres.
Llegó al lugar de la ceremonia y… “Su madre” estaba esperándola en la entrada, frunció el ceño al verla y puso expresión de disgusto, antes de decirle:
–Espero que no cometas ninguna imprudencia porque todo se vendría abajo, recuerda tu nuevo nombre y solo responde con buena cara.
–No se preocupe, mis padres se quedaron con mi niño en la casa, después de la ceremonia hablaremos usted y yo para que vaya a pagar la factura del hospital y así operar a mi hijo.
–Después hablamos de eso, ahora lo importante es que camines hacia allá porque ya Enzo está esperando, vamos.
Adia Zambrano de Gutiérrez la tomó del brazo y la llevó casi a rastras hasta donde se encontraba “su prometido”, lo vio de espaldas, un hombre alto, hombros anchos, cabello oscuro, al girarse, sus piernas flaquearon, era el tipo del café, el que la insultó como le dio la gana. “¡No puede ser!, ¿cómo voy a casarme con semejante imbécil?”
***
Luego de una sensible conversación con su abuelo, Enzo se rindió a su voluntad, como se ha dicho varias veces, solo por él haría algo como casarse sin siquiera conocer a la novia, no es que confíe en su criterio, es que no era capaz de contrariarlo.
Era la fecha fijada entre las familias y ya llevaba varios minutos esperando por la dichosa novia y la paciencia no era su fuerte, al fin, por un gesto del oficiante entendió que la chica se acercaba, Enzo se giró para esperarla y se encontró con los ojos grises que lo cautivaron una vez. “¿Esa chica torpe es la hija de los Gutiérrez Zambrano?”
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Patricia se colocó al lado del hombre y supo que también la reconoció por la expresión de su rostro, ahora estaban frente al oficiante oyendo su sermón, respondiendo sus preguntas, lo miraba de soslayo, no podía con ella misma, estaba casándose con ese arrogante y salvaje tipo, su vida sería un infierno. “¡Dios ayúdame por favor que esto lo hago por la salud de mi hijo!” –rogó mentalmente.
De pronto sintió que él tocaba su brazo y era llamando su atención para que respondiera, no supo bien con que voz dijo: “Acepto”, pero seguramente lo hizo porque de pronto Enzo se inclinó y le dio un beso en los labios que le produjo como un corrientazo; se miraron y rápidamente él cambió de actitud, poniéndose muy serio y señalándole el camino para salir de allí.
“Es un tosco, burdo e insensible” –pensaba mientras avanzaba hacia la salida.
En la recepción la ignoró todo el rato, Patricia recibía cualquier cantidad de felicitaciones de gente que en su vida había visto, “su madre” no se despegaba de su lado y la reprendía porque tenía expresión preocupada, pero… ¿Cómo pretendía que se sintiera mejor?, si su esposo la estaba ignorando olímpicamente, ella no conocía a nadie en esa ridícula celebración.
Adia, “su madre”, se posicionó frente a ella con expresión furiosa y le dijo:
–¿Puedes dejar de mirar a todos con esa cara de amargura?
–Mi marido no se ha dignado presentarse ante mí, tampoco conozco a alguien aquí, no estoy a gusto y me cuesta disimular.
–Él es muy particular y estos invitados son relleno, nadie importante.
Estaba de pie, observando todo a su alrededor cuando Enzo llegó y sin preámbulo alguno le tomó de la mano diciéndole:
–Nos vamos, estoy cansado.
Lo siguió a duras penas, debido a sus grandes zancadas casi tuvo que correr para estar a la par de él. La llevó a una casa grande y muy bonita, le presentó a una señora diciendo que la ayudaría con las labores del hogar y la obligó a subir unas escaleras, era una casa de dos pisos que apenas pudo detallar porque seguía tirando de su mano escalones arriba.Al entrar a una habitación muy amplia y escasamente amoblada, se detuvo en seco mirándolo interrogante. –Vamos a aclarar las cosas de una buena vez –dijo Enzo con arrogancia. –Me parece perfecto –no iba a permitir que pensara que ella era una tonta indefensa, era fuerte, valiente y se lo iba a demostrar. –Delante de terceras personas fingiremos ser un matrimonio real y feliz, pero yo continuaré con mi vida y espero que no me estorbes, quiero que tengas muy presente que solo me casé contigo para complacer a mi abuelo, así que no creas que voy a jugar a la casita feliz contigo, tú no te metes en mi v
Había llamado a la señora Adia por teléfono y le informó que iba camino al hospital por lo que le pidió encontrarse allí, necesitaba concretar todo con ella, luego de despedirse del médico, Patricia estaba muy cerca de la entrada pendiente de su llegada y al verla se acercó: –Buenos días señora Adia, gracias por venir, se imaginará el motivo por el que la llamé, necesito que me entregue el dinero de inmediato para iniciar los trámites de la intervención de mi hijo. –Sabes que he estado pensando al respecto y realmente tú deberías estar muy agradecida conmigo porque te conseguí la entrada directa a una de las familias más prestigiosas del país. –De acuerdo, se lo agradezco mucho, ahora por favor me da el dinero que me prometió –la apremió impaciente. –Te voy a facilitar las cosas aún más, olvídate del niño y vive tu nueva vida junto a Enzo Villalba Reyes, estoy segura de que su familia no te dejará desamparada. Ese niño solo será un obstá
Patricia estaba muy angustiada al oír a su hijo quejarse y llorar, sabía que debía ir al hospital, pero se debatía con ella misma ya que no tenía dinero para cubrir su atención, al mismo tiempo sabía que no podía dejarlo así, se armó de valor y salió con el niño envuelto en una manta, lo oprimía contra su pecho para transmitirle una calma que ella misma estaba muy lejos de sentir, iba maquinando las mil y una maneras de lograr que algún médico atendiera a su pequeño tesoro, estaba dispuesta a ofrecer sus servicios como empleada doméstica si era necesario.Caminó unas cuantas cuadras con la criatura sujeta fuertemente con sus brazos, el dinero que tenía en ese momento solo le alcanzaba para un autobús por lo que al fin llegó a la parada donde tomaría el que la dejaba muy cerca de la entrada del hospital, escuchaba el llanto quedo y lastimero que salía de su bebé, su razón de levantarse cada mañana a enfrentar el mundo. –Tranquilo mi pequeño, ya vamos camino al hospital y en
Al día siguiente, apenas llegaron sus padres al hospital ella se fue a trabajar, entró, se colocó el uniforme e inició su labor bajo la lasciva mirada de su jefe, cuando no había clientes aprovechaba de revisar los anuncios y logró resaltar unos cuantos, en la tarde iría a los más cercanos, afortunadamente tuvo algunas buenas propinas y tenía para el traslado.Terminó su turno y esperó un poco hasta que cesara la lluvia que había caído por mucho tiempo ese día, se encontraba en la acera esperando para tomar el autobús cuando un auto pasó a toda velocidad y la salpicó completamente arruinando su ropa, ella le lanzo una mirada asesina al conductor del vehículo, mientras el mismo la observaba por el espejo retrovisor y sonriendo decía: –Mujer, eso te pasa por estar mal ubicada en la calle.No le quedó más alternativa que regresar a la cafetería, el dueño la vio entrar empapada y le ofreció el baño privado de su oficina para que se cambiara, lo cual ella rechazó enfáticamente