Cap. 2: Acorralada

Al día siguiente, apenas llegaron sus padres al hospital ella se fue a trabajar, entró, se colocó el uniforme e inició su labor bajo la lasciva mirada de su jefe, cuando no había clientes aprovechaba de revisar los anuncios y logró resaltar unos cuantos, en la tarde iría a los más cercanos, afortunadamente tuvo algunas buenas propinas y tenía para el traslado.

Terminó su turno y esperó un poco hasta que cesara la lluvia que había caído por mucho tiempo ese día, se encontraba en la acera esperando para tomar el autobús cuando un auto pasó a toda velocidad y la salpicó completamente arruinando su ropa, ella le lanzo una mirada asesina al conductor del vehículo, mientras el mismo la observaba por el espejo retrovisor y sonriendo decía:

            –Mujer, eso te pasa por estar mal ubicada en la calle.

No le quedó más alternativa que regresar a la cafetería, el dueño la vio entrar empapada y le ofreció el baño privado de su oficina para que se cambiara, lo cual ella rechazó enfáticamente, fue donde una de sus compañeras y le pidió cambiar el turno del siguiente día, para trabajar en la tarde y poder ir en la mañana a la entrevista que se había perdido por culpa del conductor abusador, pensó que era un ricachón engreído porque su automóvil era puro lujo según pudo distinguir rápidamente.

Dos días después Patricia seguía la misma rutina de pasar la noche en el hospital y salir durante el día para trabajar y continuar su búsqueda de otro trabajo, estaba cerca de la salida cuando se encontró frente a frente con la mujer distinguida, quien enseguida le dijo:

            –¿Crees que el orgullo salvará a tu hijo? ¿Por qué no me has llamado?

            –No aceptaré su propuesta señora, olvídelo.

            –Deberías pensarlo mejor.

            –No tengo nada que pensar, adiós y buen día –Patricia se alejó rápidamente de la mujer y esta se quedó viéndola con una sonrisa maliciosa en su rostro.

Patricia recorrió varios lugares intentando conseguir trabajo, pero recibió igual número de negativas, entraba a la cafetería a tiempo para su turno y cada vez su ánimo decaía más.

Durante la semana siguió insistiendo y estaba por entrar a un edificio donde solicitaban recepcionista y ella estaba capacitada para eso, así que se apresuró a entrar con la mala suerte de que un hombre venía saliendo al mismo tiempo y traía un café en su mano por lo que al chocar con él, derramó el líquido y terminaron ambos manchados.

El hombre reaccionó violentamente al ver su blanca camisa y su costoso traje lleno de café y además caliente, por lo que su primer impulso fue patear a la chica que había caído al suelo por el impacto, se contuvo cuando sus grandes y hermosos faros grises se posaron en él, no obstante, sí le lanzó una serie de improperios que la hicieron sentir minúscula ante su imponente figura.

Luego de eso, Enzo Villalba Reyes terminó de salir de allí aún furioso al ver su camisa arruinada.

Patricia desistió de buscar trabajo en ese lugar, porque si volvía a toparse con ese hombre quien sabe que sería capaz de hacerle. Al llegar a la cafetería el dueño la estaba esperando en la entrada con un sobre en la mano, se interpuso impidiéndole el paso y cuando ella lo miró interrogante, él extendió su mano con un sobre.

            –Tu paga por el tiempo trabajado, ya no necesito de tus servicios.

            –¿Qué dice?, ¿por qué?

            –Porque sí, adiós –entró y cerró la puerta sin darle tiempo a decir algo más.

Sentía que el piso se hundía bajo sus pies, ahora, ¿qué iba a hacer?, no le había sido posible conseguir otro trabajo, los días estaban pasando y ahora el único ingreso que tenía acababa de perderlo.

Lloró amargamente por su desdicha, no se imaginaba una situación peor y su hijo aún seguía esperando por el procedimiento que salvaría su vida. Caminó sin rumbo pensando en qué hacer, hasta que la imagen de la mujer del hospital apareció en su mente, Dios, no es posible que esa sea ahora su única opción.

Lo que nunca llegaría a imaginarse es que precisamente esa mujer era la responsable de que no consiguiera trabajo en ninguna parte y que además hubiera perdido el empleo que tenía en la cafetería, a cambio de una generosa cantidad que su ex jefe no dudó en aceptar.

Hizo la llamada solicitándole conversar antes de aceptar definitivamente sustituir a su hija, la mujer la atendió amablemente diciéndole que era la mejor decisión que podría haber tomado.

Patricia se reunió con la mujer esa misma tarde en un centro comercial:

            –Señora, lo primero que voy a pedirle es que me adelante al menos la mitad del dinero que pide el hospital para la operación de mi hijo, así pueden iniciar su preparación.

            –¿Cómo se te ocurre que le voy a dar semejante cantidad de dinero a una desconocida?

            –Señora, le juro que le voy a cumplir con lo que necesita, pero necesito el dinero, por favor.

            –No voy a darte nada hasta que te vea casada con el prometido de mi hija.

           –Se lo ruego, mi hijo está muy malito de salud.

            –Cumple conmigo y te daré lo que acordamos, antes no, ¿entendiste?

            –Sí señora, entiendo.

            –Bueno, me alegro que entiendas porque no estoy para perder el tiempo, los arreglos de la boda comenzarán de inmediato, será muy sencilla, lo que sí te advierto es que debes mantener la existencia de ese niño en secreto, si Enzo se entera te rechazará y perderás la oportunidad de salvarle la vida. Recuerda bien esto, tu nombre ahora será Katia Gutiérrez Zambrano.

La llevó de compras para vestirla acorde a la imagen de su hija, debía elegir el traje de novia y organizarse para casarse en cuanto la familia de su “prometido” indicara la fecha, pero le advirtió que seguramente sería en muy pocos días.

Preguntó cuándo lo conocería y le respondió que él estaba un poco ocupado así que lo vería el día de la ceremonia, eso le pareció más absurdo aún, pero recordó la imagen de su pequeño enfermo y se mantuvo firme en el curso de lo que seguía considerando una locura.

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