Había llamado a la señora Adia por teléfono y le informó que iba camino al hospital por lo que le pidió encontrarse allí, necesitaba concretar todo con ella, luego de despedirse del médico, Patricia estaba muy cerca de la entrada pendiente de su llegada y al verla se acercó:
–Buenos días señora Adia, gracias por venir, se imaginará el motivo por el que la llamé, necesito que me entregue el dinero de inmediato para iniciar los trámites de la intervención de mi hijo.
–Sabes que he estado pensando al respecto y realmente tú deberías estar muy agradecida conmigo porque te conseguí la entrada directa a una de las familias más prestigiosas del país.
–De acuerdo, se lo agradezco mucho, ahora por favor me da el dinero que me prometió –la apremió impaciente.
–Te voy a facilitar las cosas aún más, olvídate del niño y vive tu nueva vida junto a Enzo Villalba Reyes, estoy segura de que su familia no te dejará desamparada. Ese niño solo será un obstáculo en tu matrimonio, te advierto que si tu esposo se entera puede anular todo con un plumazo.
–¿Cómo se le ocurre siquiera pensar que yo voy a abandonar a mi hijo? Págueme lo que me ofreció o voy a contarle todo a Enzo.
–No me amenaces poca cosa, tú y tu familia tienen mucho que perder si abres la boca, sé todo sobre tus padres y no me voy a conformar con arruinarles la vida, también puedo acabar con todos ustedes, así que no me molestes.
–Es una mentirosa manipuladora –dijo ya con lágrimas en los ojos–, ¿por qué hace esto?, yo solo quiero salvar la vida de mi hijo.
–Ya te lo dije, considéralo un buen consejo, deja ese niño como está y comienza a disfrutar tu vida de casada.
Su situación no podía ser peor, ahora estaba casada con un hombre que no quería y que tampoco sentía nada por ella, su hijo seguía enfermo y necesitando el trasplante de médula para lo que ella no había logrado absolutamente nada casándose y sustituyendo a la hija de esa desgraciada mujer que la engañó y tontamente había creído en su palabra, tenía que buscar trabajo a como diera lugar para pagar el tratamiento de su pequeño.
No iba a rendirse ahora, aunque debía mantener esa farsa de matrimonio, ya que no sabía realmente cómo reaccionaría su, ahora, esposo.
“¡Dios! Te necesito y mucho.”
***
Luego de una semana de casado, Enzo se sentía afortunado porque su esposa había cumplido cabalmente con sus condiciones, ni siquiera se la había topado en la casa y eso lo consideraba muy bueno, él continuó con su vida como si nada hubiera sucedido, seguía con sus actividades y nadie sospechaba absolutamente nada.
Reconocía que, algunas veces, le daba curiosidad volver a ver su hermoso rostro, pero era incapaz de abrir la puerta de su habitación, ninguna mujer había estado con él obligada. Esa noche habría una cena familiar y tendría que llevarla con él, así que le mandó a avisar desde temprano que estuviera lista a las ocho de la noche, ahora esperaba que fuera puntual.
Estaba revisando en su reloj que faltaban cinco minutos para la hora pautada cuando la vio en el tope del piso superior, le gustó como lucía, estaba preciosa esa noche, la esperó al pie de la escalera y no quitó sus ojos de su figura, el vestido se ceñía a su cuerpo, su escote era tentador y la abertura que dejaba ver su pierna desde la mitad del muslo lo hizo tragar saliva.
Le extendió la mano para ayudarla a terminar de bajar, luego ella posó su mano en el brazo de él para dirigirse a la salida, no le dijo absolutamente nada de cómo se veía, pero solo porque no quiso descubrirse ante ella.
***
A pesar de la indiferencia de su esposo, Patricia no se quejaba de lo que había sido hasta el momento su vida de casada, había podido salir libremente visitando a sus padres y a su pequeño, sin ningún contacto con Enzo hasta que le envió un mensaje invitándola a una cena familiar.
Además, incluyó varios trajes para que escogiera con cuál asistiría, lo que le resultó bastante extraño, los revisó y se percató de que eran de muy buena calidad, “espero que no los haya robado” –pensó mientras seleccionaba uno en azul cobalto.
El vestido era vibrante, le gustaba mucho ese color y le quedó muy bien, también tenía calzado y accesorios; peinó su cabello de medio lado sujetándolo con un broche brillante y se maquilló como una profesional, algo que aprendió desde muy jovencita y gracias a su mejor amiga Abigail que ya descansaba en paz, ya que había fallecido un tiempo atrás.
Salió un poco antes de las ocho de la noche y lo encontró al pie de la escalera, vestido elegantemente con un traje de tres piezas, sus ojos la recorrieron desde el cabello hasta los zapatos y no pudo ocultar el brillo en su mirada, aunque no le dijo nada sobre su aspecto, su expresión habló por él.
Así que se dio por satisfecha sonriendo internamente, aunque no sabía bien la razón para que eso le fuera relevante, tomó su mano y luego su brazo en completo silencio, así salieron de la casa, subieron al automóvil y llegaron a la mansión Villalba para…, lo que él llamó, una cena familiar.
Al entrar todos la vieron detalladamente, Enzo observó los rostros de sus familiares y amigos cercanos que fueron invitados esa noche y estaba complacido por las expresiones de aprobación al ver a la preciosidad que caminaba a su lado:
–Estás haciendo muy bien tu papel y me siento bastante cómodo con eso –le dijo al momento de tomar asiento en la mesa.
Durante la cena no faltaron las preguntas indiscretas, pero ella respondió algunas y otras las sorteó con mucha habilidad, Enzo se mantuvo la mayor parte del tiempo en silencio para no insultarlos a todos.
La mayoría quería saber dónde se habían conocido, cuánto tiempo tenían de relación, aparte de que bromeaban mucho diciendo que él la tenía escondida.
Los más osados le preguntaron si tenía trabajo ya que lo necesitaría para cubrir sus gastos y los de su esposo a quien no le gustaba mucho trabajar.
De pronto, algunos asistentes propiciaron un baile y todos se fueron animando, en un momento y por puro impulso tomó de la mano a “Katia” y la condujo al centro del salón para bailar con ella quien se mostró sorprendida al principio, no obstante, le siguió la corriente, él rodeó su pequeña cintura con el brazo y la acercó a su cuerpo.Captó su aroma frutal y comenzó a moverse con ella al ritmo de la música, estaba un poco tensa y lo entendía, era la primera vez que estaban tan cerca uno del otro, se aproximó a su oído y le susurró:–Tranquila que todos nos están viendo, relájate. –Sintió su cuerpo estremecerse, cuando terminó la pieza se separaron lentamente sin dejar de mirarse.Llegado el momento de retirarse, abordaron el automóvil y el regreso a casa fue tranquilo, ya el silencio no le result&oacu
Enzo había estado realmente ocupado por algunos problemas con grupos rivales, que intentaban incursionar en su territorio, así que le había tocado ir personalmente a recordarles quien mandaba en la zona.“Hoy quiero ir a casa, no he visto a mi esposa y extraño sus ojos claros y, ¿qué me pasa?, debo dejar de pensar estupideces, falta no me hace, tengo muy buenos traseros para entretenerme cuando quiero, así que no iré a ninguna parte” –se dijo y salió al salón y lo recorrió con la vista buscando alguna chica que llamara su atención ese día, fijó su vista en una pelirroja y notó que tenía los ojos grises, aunque no tan bellos como los de su esposa, así que decidió llevársela para pasar un buen rato.En menos de media hora estaba acomodando su pantalón con molestia y diciéndose: “Nada, me voy a mi casa,
La acorralaron contra una pared y dos de ellos la agarraron por los brazos mientras otro se pegaba a ella restregándose asquerosamente con su pelvis contra su vientre, se retorcía resistiéndose ya que, no quería acabar así en una oscura calle.Por otra parte, Enzo estaba incómodo, no le gustaba ir al otro lado de la ciudad, sencillamente estaba convencido de que esa no era su zona, no obstante, también tenía negocios que atender por allí, salió del lugar con dos de sus hombres y se detuvo a encender un cigarrillo, con la escasa luz vio algunas sombras al final de la cuadra.Dedujo que era un grupo y mientras le daba una calada a su cigarro, agudizó la vista, entendió que tenían a una mujer contra la pared y sus intenciones no eran para nada buenas, ella pataleaba y le tenían la boca tapada, no necesitó nada más para acercarse seguido de sus escoltas.A
Al llegar al edificio se sorprendió, era muy imponente y elegante, la hicieron esperar en la recepción un buen rato, la chica se comunicaba con alguien y la repasaba con una mirada de ceja alzada, finalmente le dieron un gafete de visitante y pudo llegar al piso que le indicaron, al salir del ascensor se topó con una reina de belleza o eso le pareció al verla. –¿Eres Katia Gutiérrez? –Sí, soy yo. –Sígueme, Enzo me dijo al llegar que a partir de hoy tendría ayudante, realmente no te necesito, pero ya que estás aquí, te diré qué hacer y, por favor, no cometas errores, Enzo no los tolera y yo tampoco. 
En realidad, Patricia vio salir a Enzo y rápidamente tomó esa agenda y comenzó a leer, lo que trataba era de evitar alguna interacción con su esposo, lo que resultó inútil, ya que apenas el último de los asistentes subió al ascensor, él fue directamente hasta ella. –¿Cómo va tu primer día? –Bien gracias, estoy viendo aquí que en una hora tiene otra reunión. –Así es y ese es mi trabajo, esa agenda la manejo yo y no tienes por qué estar revisando mis cosas, disculpa Enzo, es la nueva que dijiste que me ayudará, pero es lenta para aprender. –No creo que s
Enzo se dirigió de nuevo a la mesa, pero antes de dar inicio a la reunión tomó sorpresivamente el documento que el visitante que estaba a su derecha tenía en sus manos y cuestionó: –¿Por qué esto está escrito en tailandés si ustedes son surcoreanos?, no quiero pensar que están intentando engañarme. –Permítame explicarle señor Villalva –solicitó el que parecía líder del grupo–, algunos de nosotros sí somos de Tailandia, pero ellos son surcoreanos –dijo señalando a dos de los visitantes–, el punto es que queremos asociarnos con usted y construir un centro turístico en nuestra hermosa y paradisíaca isla.&nb
Al otro día muy temprano, escuchó ruidos provenientes de la habitación de Enzo, no pasó mucho cuando, luego de dos toquidos, él abrió la puerta de comunicación y le dijo: –Prepárate, vamos a trabajar, hoy tengo un día muy ocupado en la empresa.Ella en silencio se incorporó en la cama, sentía la mirada de él que no se perdía ninguno de sus movimientos, tendió su cama por costumbre y caminó al baño, luego de buscar en el armario su vestuario del día.Cuando salió de la habitación la esperaba uno de los guardias de Enzo, la acompañó hasta el automóvil y fue el encargado de abrirle la puerta, ya su esposo estaba sentado y revisando su teléfono, por lo que no le prestó atención al entrar, hasta que su estómago rugi&
Patricia se sentía desesperada sin saber del niño y, en un momento que Kelly se ausentó y Enzo estaba en una conferencia telefónica, se las ingenió para llamar a su madre desde el teléfono de otra oficina:–Hola mamá, soy yo, tengo poco tiempo, solo dime cómo están ustedes y mi pequeño.–Hija, estamos bien y el niño comenzará a recibir el tratamiento porque me avisaron del hospital que una fundación se había hecho cargo ya estamos preparándonos para llevarlo a internar.–Ay mamá no te imaginas el alivio que siento, en cuanto pueda volveré a llamarte, tranquila que estoy bien, pero mi trabajo es muy exigente, debo colgar, adiós. –Tuvo que despedirse rápidamente cuando escuchó voces en el pasillo, sin poder explicarle bien a su madre el motivo de su distanciamiento.Frente a su escritorio se enco