2/ LA ELECCIÓN DE PAPA

A la pequeña Silvia, al final le pedimos un helado de chocolate,mientras Adrian y yo hablamos de la pequeña, cuando de pronto Silvia fue a darme un abrazo, manchando mi camisa blanca con su refresco, pidiendo Adrian al camarero un poco de soda, para limpiarme, pero no me acordaba de que la camisa se iba a transparentar, dejando mis sujetador de encaje a la vista cuando ya intente limpiarme, mirandome Adrian de tal manera mi pecho, que me sentía tan avergonzada, hasta que se dio cuenta y apartó su mirada a mis ojos

— Yo lo siento, venga hija vamonos, Elizabet tendrá cosas que hacer ¿te llevo a casa? con esa transparencia no creo que quieras ir en el metro — me dijo

— No tranquilo, tengo mi coche aquí al lado, de todas maneras gracias por preocuparte por mí — respondí

— No quiero papi, quiero irme con mi mami — le dijo la pequeña, cogiendola su padre en brazos apartando sus piernas con la mano para que no volviese a dar diana donde antes.le dio.

 Adrian me acompaño hasta donde tenia mi coche, mirandome mientras lo abría, y le daba la mano en señal de gratitud

— Elizabet, dame tu telefono, te voy a grabar el mio, por si algun dia quieres que nos veamos, a mi hija le haria mucha ilusion volver a verte — me dijo

— Claro que sí, pero dime ¿a tu esposa no le importara? no quiero meterme en una pareja y si va a ser _________ no me dejo terminar de hablar

— Mi esposa murió hace cuatro años en un accidente de coche, no te preocupes por eso, ahora mismo no hay nadie en mi vida, nada más que mi pequeña Silvia  – me dijo

— Lo siento mucho, bueno ha sido un placer, ahora si tengo que marcharme, — le dije dándole un beso a la pequeña en su suave mejilla, diciéndome adiós con su pequeña mano

Llegue a mi casa una hora después, dejé el coche en el garage, entrando en mi casa despacio, estaba segura de que si mi padre me viera con la blusa manchada y su transparencia, me esperaría una buena regañina, 

— Hola cariño, ¿de donde vienes asi? – me pregunto Marta, la criada

— Es una historia un poco larga, ¿donde está mi padre? – pregunte susurrando

—- Tranquila está en su despacho, anda ves al dormitorio y cambiate, que como te vea asi, no vas a ver la luz del sol en días — me dijo Marta

Quise pasar corriendo por el despacho de mi padre, pero de pronto lo escuché llamarme

— !! ELIZABETH ¡¡ — gritó

—¿ Sí papá? — pregunte, pero sin entrar

— Hija necesito hablar contigo, ven un momento a mi despacho — me dijo

— Ahora voy, dame un minuto, necesito ir al cuarto de baño, – le dije marchándome corriendo a mi dormitorio mientras Marta me miraba moviendo la cabeza.

Mi padre no era mal hombre, solo algo estricto, me crió solo pues mi madre nos abandonó cuando yo nací, Me hubiera gustado estudiar para ser una buena doctora, pero la empresa que mi padre montó con gran esfuerzo me obligó a estudiar empresariales, ya que yo sería cuando estuviera preparada, la directora General de la empresa Mackenzie que es así como se llama. Mi padre nunca ha querido casarse, su vida la ha dedicado a su hija y a su empresa, aunque hubiera agradecido tener una madre, pero él nunca quiso una mujer en casa, solo Marta la sirvienta y yo, Mi padre siempre ha sido un hombre guapo, además de multimillonario, amantes a tenido muchas, pero nada más, ya él decía que las mujeres que querían algo más con él, era porque iban a por su dinero o por su apellido,  así que ahora me veo en la obligación de tomar su cargo cuando se jubile. 

Una vez que ya me cambié de ropa, me fui al despacho de mi padre, viendo a un joven de pelo rubio y con unos preciosos ojos azules levantarse del sillon que habia enfrente de la mesa del despacho

— Buenos días papá, ¿querías verme? — le pregunté, sin dejar de mirar a ese hombre que no conocía

— S hija, entra, quiero presentarte a Carlos, quiero que salgas con él, os conozcais y os caseis, en las empresas Mackenzie no puedes ser directora, una solterona y sin hijos, es una tradición de familias — me dijo

— Hola Elizabeth, tu padre me ha hablado muy bien de ti, ¿así que vas a ser tu la nueva directora de la empresa, en cuanto tu padre se jubile? — me dijo Carlos, cogiendo mi mano, besando el dorso

— Eso parece, pero a ti no te conozco, papa como quieres que me case con alguien que ni siquiera se quien es — le comente

— Tranquila, Carlos viene de buena familia, su padre y yo jugamos mucho al golf y se que este hombre viene de una familia adinerada, y a ti nunca te faltará de nada, en cuanto os caseis, te hare directora de la empresa y cuando nazca mi primer nieto, le haré un fidecomiso muy importante — me dijo mi padre, quedando inmovil donde me encontraba

La verdad que Carlos no estaba nada mal, pero yo ya no dejaba de pensar en Adrian y su preciosa hija, así que sin decir nada, me di la vuelta para marcharme de aquel despacho

— !! ELIZABETH ¡¡, ¿no te despides de tu prometido? — me dijo gritando mi padre

— Adios Carlos, espero no volver a verte nunca — le dije, viendo una sonrisa pícara en sus labios

— No creo que eso sea posible Elizabet, vendré esta noche a las ocho a recogerte para ir a cenar juntos, antes de que se celebre nuestra boda y seas mi esposa,  quiero conocerte un poco mejor —- me dijo el descarado

— ¿Y si no me apetece ir contigo a cenar porque tengo otros planes? — pregunte

— Los anularlas y quieras o no, vendrás a cenar con tu futuro esposo — me dijo Carlos, poniendo sus dedos en mi barbilla obligándome a mirarle a los ojos

—!! TE ODIO ¡¡ – le dije marchando seguidamente del despacho

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