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LAS SORPRESAS DE LA VIDA

Esperanza fue a dar un paseo para ver de nuevo más tranquilamente el jardín de los deseos y terminar de recoger los restos de la ceremonia.

De repente, apareció una niña pequeña que no llegaba a meter la carta en el buzón.

La mujer se acercó y le ayudó a echarla levantándola.

La pequeña se agarró a su cuello abrazándola, dándole un beso y las gracias.

—¿Cómo te llamas? —preguntó Esperanza dejándola en el suelo.

—Mi nombre es Amor y tengo cinco años —comentó la pequeña.

—Precioso nombre y eres muy guapa, cariño mío, ¿dónde están tus padres? —replicó la mujer, mostrando la mejor de sus sonrisas.

—Mi papá trabajando y mi mamá está en la pastelería comprando y me ha dicho que podía venir a echar la carta para Papá Noel. Por cierto, me gustó mucho el espectáculo de ayer y tu discurso hizo llorar a mis papás porque les recordó mucho a ellos, ¿te puedes quedar conmigo hasta que venga mi mamá? —respondió la niña

Esperanza asintió y le sentó en el trineo de papá Noel que habían hecho el día anterior y empezaron a imaginar que iban en él.

La mujer puso a Amor en su regazo.

—¿Me puedes decir qué le has pedido a Papá Noel y a los Reyes? —preguntó la mujer

—Les he pedido muchas cosas, pero lo que más ilusión me haría es que mi papá encontrara un trabajo mejor para pasar más tiempo con nosotras y hay algo nuevo que puse ayer y es que tu amigo y tú estéis juntos. ¿Porqué no te casas con él? —preguntó Amor

—Que cosas me dices, somos muy buenos amigos, como tú puedas ser de tus amiguitos. Siempre le encuentro cuando le necesito, siempre me saca una sonrisa, nunca me juzga y hace el payaso para que me ría, pero no somos nada más que amigos —dijo Esperanza, que estaba roja como un tomate.

—Como mi papá hace con mi madre y dicen que se quieren mucho y están casados, así que no es tan raro. Es muy guapo y le gustas, ¿a qué a ti también te gusta? —respondió la pequeña.

—Un poco. Te acompaño a la pastelería y te doy su pastel especial, ya que es de mi papá —comentó la mujer cogiendo a la niña de la mano.

De camino, se cruzaron con la mamá de Amor, y Esperanza se quedó asombrada de lo que se parecía a ella. Se saludaron con un abrazo y empezaron a hablar, mientras la niña corría a su alrededor.

La mujer dijo que esperara un momento, pues llevaría a Amor a la pastelería de su padre y luego seguirían hablando. Así lo hizo, pero antes le pidió a su padre que le diera el pastel especial y preparara una bandeja de pasteles de Navidad.

—Tienes una hija muy buena y os quiere muchísimo. Me ha dicho que lo que más desea es que su papá encuentre un trabajo con vosotras y también me ha dicho que tu marido te hace reír, te apoya siempre y se preocupa de que seas feliz. También que ayer os emocionasteis porque lo que pasó os recordó a lo vuestro —comentó Esperanza acercándose a la madre.

—Es cierto y me arriesgué a pesar de saber que habría mucho que luchar y, a parte de un marido casi perfecto, ha nacido una niña preciosa y todo un tesoro.

—No creo que sea tan difícil como lo nuestro, no nos vemos. Él no tiene trabajo y si me arriesgo, a parte de lo que yo pueda sentir, tengo que confiar que me sea fiel y si encuentra curro no se vaya con alguien de su trabajo —respondió la mujer.

—Me suena todo lo que me cuentas y sí, es duro, pero encontrar a alguien que te haga sentirte muy especial. Tomé la decisión, en contra de todos, de decirle que me arriesgaba. Mi marido me juraba y perjuraba que buscaría trabajo y mientras tanto haría todo lo de la casa. Así que le propuse que se viniera a vivir conmigo y él dijo que sí. Nos arriesgamos y encontró trabajo, aunque no es el mejor ya que trabaja mucho, siempre saca tiempo para la niña y para mí. No le he visto nunca quejarse y está buscando otro empleo para poder estar más con nosotras, pero no tengo queja ninguna. Tenemos algún problemilla, pero nunca me he sentido desprotegida ni desatendida, siempre hemos podido contar el uno con el otro —comentó la madre de Amor.

—¿Por qué has tomado una decisión así?, ¿cómo has vencido tus miedos? —preguntó Esperanza

—Tomé la decisión porque a pesar de no vernos, a pesar de no abrazarme ni besarme, siempre me decía que lo era todo para él. Se esforzaba por conseguir trabajo y siempre tenía algún detalle conmigo. Nunca dejaba que me sintiera sola y, a pesar de la distancia, hacía lo posible porque me viera amada y satisfecha como persona y como mujer, ayudándome y animándome a cumplir mis sueños y eso es impagable. Cuando ninguno de los dos teníamos dudas, él se ocupó de que mis miedos desaparecieran y tan solo nos quedaba comprobar la convivencia y como ya teníamos necesidad de contacto diario, entonces me arriesgué y nunca me arrepentí. ¿Me permites un consejo? —contestó la mujer

Esperanza asintió con la cabeza.

—Alguien que te quiere como él es difícil de encontrar, que te ayude a ser mejor y no le importe nada y esté dispuesto a luchar por ti, es casi imposible. La cosa solo puede ir a mejor, no debes pensar en el ahora, sino a largo plazo y el beneficio de ese pequeño paso será infinito. —Continuó diciendo la mujer.

Esperanza le dio las gracias y fueron a por Amor. Se despidió y les dijo que les esperaba para el encendido de las luces.

La mujer se quedó pensando todo lo que había pasado y le había dicho.

Todas las personas le decían lo mismo, pero ahora había visto las pruebas de que era real.

Las palabras de esa señora se le habían quedado grabadas a Esperanza en la memoria, al Igual que esa niña tan pizpireta que le recordaba a ella cuando era pequeña. Amor era tan curiosa, simpática y cariñosa, como ella.

Cada día parecía que Dios le estaba mandando señales, para que diera una oportunidad a Deseo, desde hace una semana cuando atravesó el bosque de la decisión, ya que si consiguió salir fue en parte por la ayuda de él.

Fue a desayunar y estaba su madre haciendo tostadas y había hecho chocolate como los de antes, como los que recordaba cuando era una niña.

Le dio un abrazo y un beso muy fuerte, de esos que le propiciaba cuando era pequeña.

—Buenos días, mami. Que bien huele, a ese olor como cuando era chiquitita. Ayer me pasó algo muy extraño y que me ha dado mucho que pensar —dijo Esperanza.

—Buenos días, cariño. Tu padre me contó lo de la niña. Me levanté y me apeteció preparar chocolate. Cuéntame si quieres que te ha pasado —saludó la madre.

—Mami, me he encontrado a una niña llamada Amor y a su madre, que se parece mucho a mí. La madre de Amor me dijo que mi historia le recordaba a la de ella y me dio un consejo, que a lo mejor debería arriesgarme, porque encontrar una persona así que haga todo por una, que siempre nos dé lo que necesitamos y además nos haga crecer, es difícil y que ella no se arrepiente de haber tomado una decisión tan difícil e ir a por todas —contó Esperanza a su madre.

—Hija, cada uno debe tomar sus decisiones y lo que para unos va bien, para otros va mal, pero lo peor es quedarse quieto, no escuchar lo que tú corazón te dice, aunque sea solo una vez. En este caso, estoy de acuerdo con ella. Esperanza, no siempre se encuentra una persona como tu padre, por ejemplo, que esté contigo en las buenas y en las malas, nunca te haga dudar que te quiere y pase lo que pase te tienda su mano. A Deseo, le veo igual que a tu padre y lo del domingo, tanto por tu parte, como por la suya, fue precioso. De dos personas que se quieren de verdad. Si algo sientes por tu amigo lucha por él. No todo el mundo es capaz de hacer algo así por ti, todos te pueden regalar plantas y bombones, pero solo alguien que te quiere de verdad sabe que para ti las flores más importantes son esas pequeñas cosas que se quedan para siempre en el jardín de tu corazón —respondió su madre a lo que Esperanza le dio un abrazo muy fuerte.

—Que bonito mamá, muchísimas gracias, de verdad, me has ayudado mucho. Voy a colaborar con papá para hacer los pasteles de Navidad —dijo Esperanza.

Fue al obrador y ya estaba su padre trabajando.

—Esa niña me recordaba tanto a ti de pequeña y el parecido de su madre contigo, es asombroso. No les había visto nunca, pero ella conocía muchas cosas de la pastelería y a la niña le encantó tu pastel favorito —replicó su padre.

Mientras hacían los pasteles, la mujer le contó todo lo que le había pasado y lo que le había dicho también su madre.

—Tu madre tiene razón. Esas son las mejores flores y las más originales y al igual que ella dice de mí yo digo de ella. Ojalá encuentres a alguien así y os llevéis así de bien, aunque creo tú lo has encontrado, aunque le llames amigo. Pienso que tu corazón te está empezando a decir otra cosa. Hija, no me engañas. Te voy a dar un consejo: Una persona que es capaz de hacer lo que hizo Deseo el domingo por ti, es porque te quiere de verdad y estoy de acuerdo con lo que te han dicho, a pesar de que es duro y que ninguna relación es siempre un camino de rosas. No obstante, has encontrado a un hombre que te va a hacer fácil la relación, no lo digo por decir, sino porque si te arriesgas y das el salto, no te va a dejar que te des un tortazo, ya que te ha construido un paracaídas y te ha puesto una red, así que riesgo, prácticamente, ninguno —comentó el padre.

Mientras hablaban, hicieron los pasteles con formas navideñas, muñecos y copos de nieve, cascanueces, belenes, abetos, bolas de Navidad...

Unos eran tipo profiteroles rellenos de trufa, crema de café, chocolate o turrón. Otros bizcochos, pasteles borrachos, galletas de jengibre... Así daban gusto a todo el mundo, pero Esperanza estaba un poco distraída y solo había hecho corazones y ángeles.

De repente, llegó el cartero con un paquete para ella. Lo abrió y era una bola de nieve de un parque con una pareja que cuando se le daba cuerda bailaba mientras sonaba un villancico.

La bola venía acompañada de la siguiente carta:

"Mi queridísima Esperanza:

Sé que todavía no es uno y no ha empezado el Adviento, pero quería hacerte este regalo tan especial.

Formas parte de muchos de mis pensamientos.

Sé que te gusta la Navidad y te quería regalar algo que también te pudiera recordar a mí.

Esta bola me recuerda al parque donde me declaré y esos bailarines nos representa a nosotros.

Estoy deseando que llegue el día uno para recorrer la Ciudad de la Ilusión vestida de Navidad junto a ti.

Pero no podía esperar para decirte que me gustaría bailar junto a ti el resto de mis días, bailando la música que toque tu corazón, si tú quieres y me lo permites, claro está.

Con todo mi amor. Siempre junto a ti, Deseo"'

La mujer se emocionó por leer las cosas tan hermosas que había escrito el chico hacia ella.

A pesar de que sus padres tenían razón en que había encontrado a alguien que le quería de verdad y le haría todo más fácil, aún así tenía miedo a pesar de tener las cosas más claras con respecto a su amigo.

Estaba empezando a sentir que las sorpresas acababan de empezar.

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