Irina.—Señorita Ivanova… tiene unos quince minutos… —parpadeé mirando a un asistente, mientras yo me encontraba en un camerino tras bastidores.Por supuesto que había más modelos, pero mi entrada sería individual en cada serie, para desfilar con cuatro vestidos diferentes en cada ronda.Ahora mismo tenía uno azul, con una abertura en la pierna y un gran escote en la espalda.Me miré al espejo cuando estaban haciéndome el peinado, y la maquilladora profundizaba mis labios.Podía escuchar la música afuera, y como anunciaban a todos los patrocinadores y personas presentes en el evento, que en breve recibirían al primer artista, y luego comenzaba la pasarela.Los días que pasaron después del encuentro con Damien, que en resumen fueron cuatro días de zozobra, se convirtieron en un torbellino de emociones para mí. Por un lado, sentía la necesidad de enfrentar mis propios sentimientos y resolver los asuntos del pasado, pero, por otro, también tenía una oportunidad para darle un giro inesper
Irina.Una vez escuché a Sonya decir algo como:“Si no te mueve el mundo, ahí no es”Los nervios me consumían como un fuego ardiente que se propagaba por todo mi cuerpo. Cada latido de mi corazón era más fuerte que el anterior, como si quisiera liberarse de mi pecho y correr directo hacia él.No entendía cómo algo tan simple como una sonrisa suya podía hacer que mi mundo entero girara en torno a él.Me sentía como aquella niña que él mencionó, todo volvió como si nada hubiese pasado, pero la palabra “Hermanita”, me revolvió las entrañas y me hizo apretar la mandíbula para entrar a la realidad de nuevo. Intenté aparentar calma, como si verlo no me afectara, pero mi mente se quedaba en blanco, y aunque intenté decir alguna cosa, no pude pronunciar nada. Me sentía vulnerable, expuesta ante él, como si pudiera leer cada pensamiento que cruzaba por mi mente.No podía evitar desear que sintiera lo mismo por mí, que los nervios que me consumían también lo afectaran a él. Pero, al mismo tiem
Irina. La risa de Sonya resonó en mi apartamento, y volví a darle un trago a mi café. —Es un hijito de put@… —ella negó todas las veces diciéndolo—. Y lo peor que es que estás aquí, temblando… definitivamente Irina, no lo puedes negar… eso fue épico… —Sonya… —ella levantó las manos. —Está bien… no me rio, pongámonos serías… pero… —ella me apuntó con el dedo—. Dime la verdad… ¿Qué sentiste? Dejé la taza en la mesa y me eché para atrás cerrando los ojos. —No hace falta que me digas… —Entonces negué. —Te lo juro… es como si hubiese pasado el huracán más grave y enorme por encima de mí… —y le mostré las manos—. Aún me tiemblan. Sonya se sentó en el extremo del sofá largo y sonrió. —Irina… ¿Te imaginas una noche de sexo desenfrenado con Damien? Ese hombre te matará… —Cállate… —le lancé un cojín mientras sentí las mejillas hervir—. Sonya… es como si hubiese escuchado nuestra conversación, y se hubiese adelantado… Ella arrugó su boca. —Yo más bien creo que ha tenido los ojos encim
Irina.Estaba sentada de nuevo frente a un espejo mientras la maquilladora comenzaba su trabajo.El día de la subasta había llegado y no pude dormir lo suficiente para tener un buen descanso. Ahora mismo tenía rollos en mi cabello para darle volumen y estaba en una bata blanca, esperando que todo sucediera.Me encontraba en una habitación del hotel más lujoso de Moscú, donde se desarrollaría el evento. Las entradas eran extremadamente costosas, y la banda que iba a tocar música clásica, era todo un espectáculo.Había escuchado por Yelena, que había un tope de subasta para la cena de 500.000 dólares, pero antes de esta final, también subastarían prendas de ropa exclusiva, e imaginaba que muchas mujeres, o sus maridos, estarían a la expectativa.Y cuando la puerta de la habitación se abrió, vi a la asistente de Yelena con mi vestido en sus manos.—Aquí está… —sonreí por pura cortesía.—Gracias…—Vendré a ayudarte cuando te hayan peinado y maquillado…—No te preocupes… aún falta un poco.
Irina.El ambiente se volvió tenso mientras la subasta llegó a su fin.Podía escuchar las respiraciones agitadas mientras los ojos de todos y las expresiones tenían un cierto tono mortecino. El hombre desconocido que había hecho la última oferta de 500,000 dólares parecía satisfecho con su compra. Sin embargo, la mirada de Alexey, Iván y Damien era pura furia contenida. La tensión en el espacio era palpable, y yo me sentía atrapada en medio de un fuego cruzado de celos y rivalidades.Intenté mantener la compostura, pero el hecho de que Damien estuviera presente solo complicaba las cosas. No podía evitar sentir una mezcla de emoción y nerviosismo por su presencia, y mirándolo supe, que él se sentía perdido. Sus ojos, cargados de ira y algo más que no podía definir, me hacían sentir vulnerable y expuesta.Yelena carraspeó a mi lado, se notaba nerviosa y dijo a continuación:—Conozcamos al ganador…El hombre que ganó la puja se acercó al lugar con una sonrisa triunfante.Debía tener uno
Irina.Después del beso apasionado y desenfrenado, nos separamos lentamente. Ambos estábamos sin aliento, con la mirada fija el uno en el otro, tratando de asimilar lo que acababa de suceder. El ascensor llegó a mi piso, pero ninguno de los dos se movió. Permanecimos en silencio durante unos segundos, dejando que la intensidad del momento se disipara.Finalmente, rompí el silencio con la voz aún temblorosa:—Estaremos en… problemas… —es lo único que pude decir, mientras sus manos acariciaron mi boca. Mis ojos se cerraron y luego sentí cómo él besó mi labio superior, y habló sin separarse:—Créeme… he tratado de alejarme, pero es imposible. Cada vez que estoy cerca de ti o lejos, no importa nada, todo se descontrola.Mis manos temblaban ligeramente, y sin poder evitarlo, lo miré a los ojos. Era una confusión de sentimientos: amor, deseo, rabia, frustración, todo se mezclaba en un torbellino dentro de mí.Luego miré hacia atrás de él, y vi una pareja que se subía al ascensor, y nos apre
Damien.Me senté en el auto aun con la adrenalina a millón y tuve que restregarme la cara para disipar mis pensamientos.Estaba ansioso. Quería desaparecer a todo el mundo para quedarme a solas con Irina, realmente nunca pensé de la necesidad que tendría por ella, y odiaba saber que debía esperar más.Llegué al sitio donde Alex me esperaba con su amigo Iván, y noté al entrar que estaba un poco tenso, se estaba bebiendo la copa de una sola vez, y llenó el vaso de nuevo.—¿Qué pasa? —me quedé delante de él, e Iván puso su teléfono en la oreja alejándose de nosotros.Y Alex volvió a beber de su vaso.—El hombre que iba a cenar con Irina… —Mi ceño se frunció.Eso no sucederá.—No importa la maldit@ cena… sé quién es él.—¿Qué?—Recuerdas aquel día del secuestro… había un hombre. Uno que estaba con Luzhin… recuerdo que dijo tener dos hijos, pero nunca me interesé por eso. Los saqué de Rusia… y les di dinero, aparte del que su padre les había dado por el trabajo.—¿Y qué tiene que ver esto c
Irina. Mi boca aún estaba húmeda y mi corazón latía en mi pecho por este beso, cuando mis ojos se posicionaron en mi hermana, que solo tenía un rostro pálido. —Irina… —ella susurró, y traté de decirle algo cuando ella preguntó—. ¿Qué es esto? —un beso… —Damien interrumpió con obstinación—. Y déjame agregar… con mucha pasión, deseo, y todo lo que puedas agregarle… Mis ojos se abrieron casi saliéndose de mis órbitas, mirando a Damien y negando. —Damien… —No… es bueno que Ana sepa que incluso estamos que explotamos por el otro… —mi hermana retrocedió un poco, y apreté mi mandíbula. —Desde cuando cambió todo para ustedes? —ella preguntó colocando una postura menos sugerente. —¿Es real tu pregunta? —Parecía que Damien estaba enojado—. Pero si quieres una respuesta, desde el segundo uno… Mi hermana me miró y me mantuve callada. —Nunca pensé… realmente. —Hermana… —Ana… —Damien volvió a insistir—. Siempre lo supiste, y está bien que cuides a Irina, pero ¿de mí? Me alejé una vez cua