Anastasia. El anuncio de Alexey me golpeó como un balde de agua fría. Un escalofrío recorrió mi espalda y mis piernas temblaron, amenazando con no sostenerme. Sentí que el aire se volvía denso a mi alrededor y el miedo se apoderó de cada fibra de mi ser.De nuevo.Mis padres, Irina… mi familia estaba en peligro, y la sola idea de perderlos era insoportable. Un nudo se formó en mi garganta, dificultando mi respiración, y mis ojos se llenaron de lágrimas que amenazaban con desbordarse.—No… no puede ser… —susurré, tratando de asimilar la noticia.Alexey se acercó rápidamente a mí, tomando mis manos entre las suyas y buscando mis ojos con desesperación.—Tenemos que ir, Anastasia. Ahora mismo. No podemos perder ni un segundo más…Mi corazón latía desbocado en mi pecho mientras luchaba por contener el torrente de emociones que amenazaba con arrastrarme. Sentí la urgencia en las palabras de Alexey y comprendí que no había tiempo que perder. Mi familia necesitaba mi apoyo, mi presencia.Si
Anastasia. El caos se apoderó de la habitación mientras los médicos y enfermeras luchaban por salvar la vida de mis padres. El sonido de las máquinas y los gritos de emergencia resonaban en mis oídos, y sentí que el mundo se desvanecía a mi alrededor. Mis piernas se debilitaron y me apoyé contra la pared más cercana, intentando respirar un poco, incapaz de apartar la mirada de la escena frente a mí. El pánico me inundaba y mi corazón latía con violencia en mi pecho. Sentí como si todo el aire hubiera sido succionado de la habitación, dejándome sin aliento. Mis padres estaban luchando por sus vidas, y la incertidumbre amenazaba con consumirme. Los latidos en mis sienes resonaban como tambores ensordecedores, mientras las lágrimas seguían brotando sin control. —No pasa nada… ellos estarán bien, lo sé… —susurré en un ruego desesperado. El médico que me había llevado hasta allí se acercó a mí con expresión sombría. Busqué en sus ojos una chispa de esperanza, pero solo encontré compas
Anastasia. El aire se llenó de una tensión palpable mientras Alexey golpeaba la pared con furia, dejando rastros de sangre en sus nudillos. Mi corazón se aceleró, asustada por la intensidad de su reacción e intenté levantarme del sofá para detenerlo, pero mis piernas temblaron y me vi obligada a aferrarme al respaldo, incapaz de moverme. Aún me sentía muy mareada, y no tenía nada de equilibrio. —¡Detente, Alexey! —grité con desesperación—. No te hagas daño. Por favor, para… Mis palabras parecieron alcanzarlo, y lentamente se detuvo sin mirarme en el momento. Su mirada perdida y llena de angustia se giró hacia mí en los siguientes segundos, y sus ojos me reflejaron cierta desesperación. —Por favor… —Mis palabras se ahogaron en un susurro lleno de incertidumbre. No entendía lo que estaba sucediendo a mi alrededor, solo sabía que algo terrible había ocurrido y que mi mente estaba sumida en la oscuridad. Extendí mi mano temblorosa hacia él, buscando su apoyo y estabilidad. A pesar de
Anastasia. La determinación llenó mis ojos mientras escuchaba las palabras de Alexey. Había algo en su promesa de venganza, pero yo sentí más como una justicia humana. Y aunque me quemaba la piel del dolor que sentía por dentro, una chispa de furia se encendió dentro de mí. Ya no sería una víctima indefensa, ahora era una mujer dispuesta a luchar por lo que quedaba de mi familia. —Huir, no es una opción para mí ahora… —las palabras salieron de mi boca de forma mecánica—. No voy a retenerte nunca más… Su mirada se volvió intensa, Alexey asintió como dando un dictamen, y luego escuché de forma aguda alguien a mi espalda. —¡Ana! —me giré de golpe y parpadeé, y su solo presencia, hizo que todo volviera de nuevo. Me quité del lado de Alex para ir hacia Sibel que estaba al lado de Iván. Ella me abrazó con fuerza y tuve que soltar mi llanto de nuevo. —Lo siento mucho, cariño… Yo… Negué limpiando mis lágrimas. —Ni lo digas… —¿Cómo está Irina? —Tiene algunas contusiones, debe perma
Anastasia. El peso de la situación caía sobre mí mientras miraba a Irina en una habitación privada a donde nos habían pasado.Ella había despertado algunas veces haciendo un par de preguntas, pero nunca fui capaz de decirle la verdad de lo que estaba pasando. Alexey había contratado a una enfermera particular, y experta con niños. Hoy sería el velorio de mis padres, y necesitaba estar en casa para todo el protocolo. Así que debía dejarla aquí.Sibel también dijo que vendría durante el día para tratar de distraer a Irina, pero por la noche necesitaba volver para decirle a mi pequeña, que, al siguiente día, ambas teníamos que ir a enterrar a nuestros padres.Mientras permanecía allí, sumida en mis pensamientos, Alexey entró en silencio a la habitación. Nuestros ojos se encontraron. Desde hacía rato esos ojos oscuros tenían una tormenta.Tal vez se sentía culpable, porque yo misma sabía cómo podía pesar esa culpa, y batallaba con ello cada segundo.—He hecho los arreglos para el traslad
Anastasia. —¿Quieres unos huevos revueltos? —Irina se giró hacia mí mientras negó, y luego volvió la mirada a la pantalla plana que había trasladado a la sala de la suite.Solté el aire de inmediato. Habían pasado cuatro días desde el entierro, y lo que comía era diminuto. Sabía que su semblante y ánimo estaban bajos, por ello le dije a Alexey que estaríamos unos días aquí en las alturas de la torre de la suite a ver si obtenía algún resultado, pero parecía en vano.—Hay unos cereales… deberías probarlo… —lo intenté de nuevo.—No tengo hambre, Ani… —ella tomó una pantalla para buscar otros canales, y de inmediato la imagen, un estruendo aterrador, hizo que las ventanas vibraran.Corrí hacía a ella para abrazarla, y miré un poco hacia afuera cuando dejó de temblar un poco.—¿Qué es? —negué.—No lo sé… quédate aquí… déjame ver… —fui rápidamente a ver hacia afuera, y pude divisar una nube enorme que compensaba a formarse a lo lejos de humo negro.Parecía estar cerca del centro de Moscú
Anastasia. —¿A dónde iremos? —estaba metiendo cosas en una maleta como loca mientras negué hacia Irina.—No lo sé… creo que a la casa de Alexey… dijiste que te gustaba… —Irina estaba un poco callada, abrazando un conejo que el mismo Alex le había regalado.—¿Él está enojado? Parece enojado… —pasé un trago y me senté en la cama.—Un poco… pero se le pasará… —ella afirmó mirando la maleta—. Cariño… ¿Te gusta estar conmigo?—Si… pero me gusta la comida de mamá… —su rostro no tenía expresión alguna, e intenté abrazarla.En el momento mi teléfono comenzó a sonar, y pensé que era Alexey por fin. Así que corrí a buscarlo, pero era Sibel en la pantalla.—Hola…—Ana…—¿Has visto las noticias?—Si… ¿Estás bien? —asentí varias veces, y me aparté un poco de donde estaba Irina.—Esto es un desastre…—Ni siquiera es el comienzo. Ana… te llamo por una razón. Esta misma noche, Iván y yo partimos a EE. UU.… Las cosas están un poco complicadas, y Alexey quiere a Iván fuera de este problema…Tomé un su
Anastasia. La ausencia de Alexey en la suite se hizo sentir de inmediato, la habitación quedó sumida en un silencio abrumador. Me senté en la cama, abrazando mis piernas mientras mi mente daba vueltas. La partida de Alexey me llenaba de ansiedad y temor. La incertidumbre se apoderaba de mí y sentía un vacío en el pecho. Miré el reloj y vi que aún faltaba tiempo para que el chofer y los hombres llegaran a llevarnos a la mansión. Decidí levantarme y preparar algunas cosas. Cuando terminé de empacar, me dirigí a la habitación de Irina. La encontré durmiendo plácidamente, abrazada a su conejo de peluche. Me senté a su lado y acaricié su cabello suavemente. Mi pequeña hermana era mi mayor preocupación en estos momentos, así que debía asegurarme de mantenerla a salvo, sin importar los sacrificios que tuviera que hacer. Preparé un desayuno para ella, y dejé todo listo para cuando nos dieran la indicación de salir. A eso de las diez de la mañana un hombre llegó anunciándonos que era el mo