Anastasia. —No estoy perdida… —me temblaba un poco el cuerpo. Estaba nerviosa por estar aquí, por no ver a Sibel, y porque no tenía idea de que hacer, sola. Vi al hombre sonreír. Era guapo, quizás estaba por la edad de Alexey, y también era alto. Se le notaba a leguas el dinero encima, y sobre todo una posición. —No escuché tu nombre… —sonreí por cortesía ante su intensión. —Nunca lo dije… señor… —Me has roto el corazón… —él fingió colocar su mano en el pecho, y apreté mi boca. Incluso era ameno. —Anastasia… —Que bello nombre… Yo soy Nikolái… —miré su mano extendida, y lo pensé mucho mientras mi ceño se frunció. Pero de igual forma extendí mi mano y él la apretó un poco. —¿Nikolái? —Su sonrisa se amplió mucho y asintió. —El senador, sí… Pasé un trago duro quitando todas las expresiones de mi rostro y luego retiré mi mano, para luego apretarla contra la otra que tenía la bolsilla de mano. —¿No me digas que mi partido no es de tu agrado? Y demoré demasiado tiempo para volve
Anastasia. La intensidad en los ojos de Alexey era abrumadora, sentí el fuego de su mirada atravesándome, su presencia dominante y su determinación inquebrantable. A pesar del miedo y la incertidumbre que sentía en ese momento, algo en mí se mantenía firme, decidida a enfrentar la tormenta que se avecinaba. Sin embargo, su reacción violenta me asustaba, pero al mismo tiempo despertaba una chispa de emoción en mi interior. Estaba claro que Nikolái Luzhin representaba una amenaza para él, y por alguna razón, ahora estaba en medio de ello… —Alexey… —él bajó la mirada a mi boca y sentí cómo el ardor quemaba mi piel. —Ani… —su aliento golpeó mi rostro y cerré los ojos ante la sensación. Sentía que me vibraba el mundo, y si tenía que describir este nuevo encuentro, podía decir que era mil veces más intenso que cualquier otro día a su lado. Pero había pasado todo este tiempo para algo, y no solo era decir que me sentía bien conmigo misma, o que trataba de derribar unos muros pesados que
El corazón me latía desbocado mientras me enfrentaba a la mirada intensa de Alexey. Sus palabras solo me volvían loca, y aunque parte de mí se sentía atraída por su magnetismo, también sabía que estaba adentrándome en un territorio peligroso. Sin embargo, ya no podía retroceder. Había desafiado mis propios límites y decidido enfrentar las consecuencias. —Me gusta cómo suena… —respondí con determinación, manteniendo mi voz firme a pesar de los nervios que me invadían. Un destello de satisfacción brilló en sus ojos, y su expresión se volvió muy oscura. Lentamente, sus dedos temblaron en mi cuello, y negó. —Incluso me siento desesperado por hacerte el amor aquí, y ahora… —se acercó mucho a mi oreja y dejó su aliento estrellarse—. Me excita tu valentía, mi amor… —murmuró; su voz estaba cargada de una mezcla de admiración y deseo—. Estoy dispuesto a hacer todo lo que esté en mis manos para poner el mundo a tus pies… pero debes saber que, es un mundo corrompido… muy… Sabía que estaba ing
Anastasia.El aire fresco golpeó mi rostro enseguida, los hombres afuera esperando a su jefe se pusieron alertas, y me frené cuando Luka abrió la puerta de la camioneta donde suponía iba a ir Alexey.—Yo te dije qué… —intenté retroceder.—Sé lo que dijiste… —él cortó inmediatamente y se puso delante de mí sin soltar mi mano—. Vamos a conversar un rato… tengo un mes sin ti.Pasé un trago duro y asentí. Sabía que él era inteligente de más y sobre todo astuto, así que me subí a la camioneta, mientras sentí cómo él se sentó a mi lado dándole una orden a Luka.—Ya sabes qué hacer… —y siguió dándole una serie de instrucciones, mientras recosté mi cabeza en el asiento, aun con la mano entrelazada a la suya.El eco de sus palabras resonaba en mi mente: “Esperaré los atentados y las balas después de esto… pero lo juro, nadie va a tocarte ni un solo centímetro. ¿Estás lista para ver arder Rusia?”Aquellas palabras evocaban una mezcla de temor en mí. Sabía que estaba a punto de sumergirme aún má
Anastasia. Me removí todas las veces, pero aún seguía en los brazos de Alexey en la mañana siguiente, cuando la luz se entremezcló en las cortinas que en la madrugada habíamos cerrado. Nos quedamos durmiendo en el amplio sofá, y no estaba ni un poco incómoda con eso.Sonreí cuando parpadeé y vi sus ojos encima de mí, además de acariciar mi piel de forma sugerente, y me atreví en darle un beso pequeño en la barbilla de forma lenta.—No deberías tentar tu suerte… no a esta hora… —apreté su cuerpo contra el mío y metí mi rostro en su costado.—Se dice buenos días… —Alexey sonrió ante mi sarcasmo.—¿Realmente quieres darme unos buenos días? ¿O aprender, más del sarcasmo?—Ale…—Ya pasó un día entero, ¿en serio nos castigarás así?Todo mi cuerpo respondió a su sugerencia, e incluso se me estremecieron los dientes ante la ansiedad.—¿Así cómo? —me hice la tonta y él tomó mi mano para llevarla a su miembro.—¿Esto te responde? —podía no solo notar su excitación en su cuerpo, su voz incluso
Anastasia. El anuncio de Alexey me golpeó como un balde de agua fría. Un escalofrío recorrió mi espalda y mis piernas temblaron, amenazando con no sostenerme. Sentí que el aire se volvía denso a mi alrededor y el miedo se apoderó de cada fibra de mi ser.De nuevo.Mis padres, Irina… mi familia estaba en peligro, y la sola idea de perderlos era insoportable. Un nudo se formó en mi garganta, dificultando mi respiración, y mis ojos se llenaron de lágrimas que amenazaban con desbordarse.—No… no puede ser… —susurré, tratando de asimilar la noticia.Alexey se acercó rápidamente a mí, tomando mis manos entre las suyas y buscando mis ojos con desesperación.—Tenemos que ir, Anastasia. Ahora mismo. No podemos perder ni un segundo más…Mi corazón latía desbocado en mi pecho mientras luchaba por contener el torrente de emociones que amenazaba con arrastrarme. Sentí la urgencia en las palabras de Alexey y comprendí que no había tiempo que perder. Mi familia necesitaba mi apoyo, mi presencia.Si
Anastasia. El caos se apoderó de la habitación mientras los médicos y enfermeras luchaban por salvar la vida de mis padres. El sonido de las máquinas y los gritos de emergencia resonaban en mis oídos, y sentí que el mundo se desvanecía a mi alrededor. Mis piernas se debilitaron y me apoyé contra la pared más cercana, intentando respirar un poco, incapaz de apartar la mirada de la escena frente a mí. El pánico me inundaba y mi corazón latía con violencia en mi pecho. Sentí como si todo el aire hubiera sido succionado de la habitación, dejándome sin aliento. Mis padres estaban luchando por sus vidas, y la incertidumbre amenazaba con consumirme. Los latidos en mis sienes resonaban como tambores ensordecedores, mientras las lágrimas seguían brotando sin control. —No pasa nada… ellos estarán bien, lo sé… —susurré en un ruego desesperado. El médico que me había llevado hasta allí se acercó a mí con expresión sombría. Busqué en sus ojos una chispa de esperanza, pero solo encontré compas
Anastasia. El aire se llenó de una tensión palpable mientras Alexey golpeaba la pared con furia, dejando rastros de sangre en sus nudillos. Mi corazón se aceleró, asustada por la intensidad de su reacción e intenté levantarme del sofá para detenerlo, pero mis piernas temblaron y me vi obligada a aferrarme al respaldo, incapaz de moverme. Aún me sentía muy mareada, y no tenía nada de equilibrio. —¡Detente, Alexey! —grité con desesperación—. No te hagas daño. Por favor, para… Mis palabras parecieron alcanzarlo, y lentamente se detuvo sin mirarme en el momento. Su mirada perdida y llena de angustia se giró hacia mí en los siguientes segundos, y sus ojos me reflejaron cierta desesperación. —Por favor… —Mis palabras se ahogaron en un susurro lleno de incertidumbre. No entendía lo que estaba sucediendo a mi alrededor, solo sabía que algo terrible había ocurrido y que mi mente estaba sumida en la oscuridad. Extendí mi mano temblorosa hacia él, buscando su apoyo y estabilidad. A pesar de