Anastasia. —Esto nos servirá mientras de verdad encontramos algo permanente… Miré hacia afuera corriendo un poco las ventanas, y asentí hacia Sibel para estar de acuerdo con ella. Solo trajimos una maleta, tampoco es que tuviera mucha ropa, y la mayoría de las cosas en la suite, las había comprado Alexey para mí. Y no necesitaba de ello. Por el rostro de Sibel, y lo que me dijo sobre “los costales anchos de mi ropa”, entendí que después, un poco de confianza, pediría de ayuda para renovar mi armario, aunque lo único que quería ahora, era colocarme un pijama y dormir por mucho tiempo. —Mañana podemos ver algunos apartamentos… —ella comentó mientras divagaba en mi cabeza. —No quiero algo costoso… —y ella negó. —No… de hecho, que sea cómodo y funcional… además, buscaremos algo en los primeros pisos, por si Irina quiere visitarte de vez en cuando… —su mención solo me terminó de arruinar el día y ella soltó el aire para venir a sentarse en el sofá a mi lado. Pagamos una semana de e
Anastasia. —El tratamiento es indispensable para ella a esta edad… puede que cuando nuestra chica sea adolescente, muchas cosas se vayan… —el médico sonrió acariciando su frente y asentí un poco más tranquila—. Le daré salida cuando pase el tratamiento intravenoso… lo demás, lo sabes…Afirmé.—Muchas gracias…El médico salió despidiéndose de nosotras y tomé la mano de Irina mientras Sibel contestaba una llamada que escuché a hurtadillas.“De todas formas, ya nos dieron un pase de salida… solo están cumpliendo su tratamiento… como si no lo supieras ya… No te preocupes…”Mi ceño se frunció un poco, y luego miré a Irina para despejarme de su llamada.—¿Dónde está Alexey, Ani? —mi hermana me preguntó y demoré mucho en silencio.—De vacaciones… —Sibel respondió llegando a la cama—. ¿Cómo te sientes?Irina no respondió y luego me miró.—¿Por qué no te llevó? Él nunca te dejaría sola…Y eso fue mortal para mí, mi boca se cerró, mi garganta se cerró y a pesar de todo lo que había mejorado en
Anastasia. —¡De ninguna manera, Sibel! —Sibel soltó el aire haciendo que se halaba el cabello, cuando nos estacionamos frente a una óptica.La semana se había pasado muy rápido desde que ella me había dado la noticia y acepté. Incluso, estaba usando mayas en el gimnasio, y a mitad de semana, había salido con ella a comprar un poco de ropa diaria.No estaban siendo fáciles para mis estos cambios, pero me gustaba mucho que Sibel respetara mi modo recatado de vestir, y me encantó que de cierta manera me enseñara que había formas más divertidas y bonitas, para mantener una imagen más espontánea y fresca.Ahora, solo faltaba un día para esa famosa reunión de mafiosos, política, dinero y poder, como decía Sibel todo el tiempo.—Mírame Ana… aceptaste, dijiste que confiabas en mí… incluso compraste ropa más bonita hace unos días…—¿Qué tiene de malo mis gafas? —ella cerró la boca.—Abarcan todo perfecto rostro… mira… vamos, hacemos el examen, y te mandamos hacer unas lindas gafas para casa o
Anastasia. Por la mañana me levanté temprano, dejé una nota en la oficina a la asistente, y usé el auto de la empresa, nuevamente con el chofer para ir a mi casa a visitar a mi hermana.Y en cuanto llegué, por primera vez en mi vida, papá no se encontraba y mamá fue la que me recibió.—Está en la iglesia… se ha afectado mucho por todo lo que ha pasado… ¿Cuándo irás tú de nuevo? La gente pregunta por ti…Miré a Irina que comía su desayuno y negué.—Tal vez busque algo por donde vivo… en algún lugar puedo encontrar una.—Ana… ¿De verdad quieres seguir con esto? —Miré a mamá un poco dura y tomé el aliento.—Cuando Irina comience la escuela, y regrese de su semana de descanso, tal vez venga a hablar con ustedes sobre el tema… por favor, no descuides su medicación.—No era como si quería matar a mi propia hija…—Nunca dije eso… —respondí sin mirarla.—Has cambiado tanto… ese día me miraste de una forma…—¿Y qué querías mamá? Ustedes dicen una cosa y hacen otra, no soy quien, para refutar,
Anastasia. —No estoy perdida… —me temblaba un poco el cuerpo. Estaba nerviosa por estar aquí, por no ver a Sibel, y porque no tenía idea de que hacer, sola. Vi al hombre sonreír. Era guapo, quizás estaba por la edad de Alexey, y también era alto. Se le notaba a leguas el dinero encima, y sobre todo una posición. —No escuché tu nombre… —sonreí por cortesía ante su intensión. —Nunca lo dije… señor… —Me has roto el corazón… —él fingió colocar su mano en el pecho, y apreté mi boca. Incluso era ameno. —Anastasia… —Que bello nombre… Yo soy Nikolái… —miré su mano extendida, y lo pensé mucho mientras mi ceño se frunció. Pero de igual forma extendí mi mano y él la apretó un poco. —¿Nikolái? —Su sonrisa se amplió mucho y asintió. —El senador, sí… Pasé un trago duro quitando todas las expresiones de mi rostro y luego retiré mi mano, para luego apretarla contra la otra que tenía la bolsilla de mano. —¿No me digas que mi partido no es de tu agrado? Y demoré demasiado tiempo para volve
Anastasia. La intensidad en los ojos de Alexey era abrumadora, sentí el fuego de su mirada atravesándome, su presencia dominante y su determinación inquebrantable. A pesar del miedo y la incertidumbre que sentía en ese momento, algo en mí se mantenía firme, decidida a enfrentar la tormenta que se avecinaba. Sin embargo, su reacción violenta me asustaba, pero al mismo tiempo despertaba una chispa de emoción en mi interior. Estaba claro que Nikolái Luzhin representaba una amenaza para él, y por alguna razón, ahora estaba en medio de ello… —Alexey… —él bajó la mirada a mi boca y sentí cómo el ardor quemaba mi piel. —Ani… —su aliento golpeó mi rostro y cerré los ojos ante la sensación. Sentía que me vibraba el mundo, y si tenía que describir este nuevo encuentro, podía decir que era mil veces más intenso que cualquier otro día a su lado. Pero había pasado todo este tiempo para algo, y no solo era decir que me sentía bien conmigo misma, o que trataba de derribar unos muros pesados que
El corazón me latía desbocado mientras me enfrentaba a la mirada intensa de Alexey. Sus palabras solo me volvían loca, y aunque parte de mí se sentía atraída por su magnetismo, también sabía que estaba adentrándome en un territorio peligroso. Sin embargo, ya no podía retroceder. Había desafiado mis propios límites y decidido enfrentar las consecuencias. —Me gusta cómo suena… —respondí con determinación, manteniendo mi voz firme a pesar de los nervios que me invadían. Un destello de satisfacción brilló en sus ojos, y su expresión se volvió muy oscura. Lentamente, sus dedos temblaron en mi cuello, y negó. —Incluso me siento desesperado por hacerte el amor aquí, y ahora… —se acercó mucho a mi oreja y dejó su aliento estrellarse—. Me excita tu valentía, mi amor… —murmuró; su voz estaba cargada de una mezcla de admiración y deseo—. Estoy dispuesto a hacer todo lo que esté en mis manos para poner el mundo a tus pies… pero debes saber que, es un mundo corrompido… muy… Sabía que estaba ing
Anastasia.El aire fresco golpeó mi rostro enseguida, los hombres afuera esperando a su jefe se pusieron alertas, y me frené cuando Luka abrió la puerta de la camioneta donde suponía iba a ir Alexey.—Yo te dije qué… —intenté retroceder.—Sé lo que dijiste… —él cortó inmediatamente y se puso delante de mí sin soltar mi mano—. Vamos a conversar un rato… tengo un mes sin ti.Pasé un trago duro y asentí. Sabía que él era inteligente de más y sobre todo astuto, así que me subí a la camioneta, mientras sentí cómo él se sentó a mi lado dándole una orden a Luka.—Ya sabes qué hacer… —y siguió dándole una serie de instrucciones, mientras recosté mi cabeza en el asiento, aun con la mano entrelazada a la suya.El eco de sus palabras resonaba en mi mente: “Esperaré los atentados y las balas después de esto… pero lo juro, nadie va a tocarte ni un solo centímetro. ¿Estás lista para ver arder Rusia?”Aquellas palabras evocaban una mezcla de temor en mí. Sabía que estaba a punto de sumergirme aún má