Anastasia. Me miré en el espejo y tomé el aliento.Había comprado un vestido color vino, que era bastante conservador, y acepté solo un poco de polvo y rubor en mi rostro como para no parecer fuera de tono. Y eso porque Sibel me lo había pedido en un mensaje.Dejé mi cabello suelto y aunque estaba vestida a mi comodidad, no dejaba de extrañarme que me veía bastante diferente a la Ana de antes.—¿Estás lista? —me giré de golpe para verlo.Alexey se veía irreal. Aún me preguntaba qué me había visto para llamar su atención, e incluso cuando se vestía a si de traje, me hacía sentir muy pequeña a su lado.Sonreí un poco, y él tomó mi mano para girarme.—Hermosa… —así que negué.—No sé por qué lo dices…—Porque te veo… —torcí los ojos y él mordió mis labios, pero su teléfono sonando nos sacó del momento.Y se rio nada más respondió.—Cállate… estaré a tiempo… además, ¿Cuándo un cabrón como tú se casa? Nunca sucede…Miré mis manos un poco nerviosa por Sibel. Había querido ayudarla en este m
Anastasia. Me alejé corriendo del caos y los horrores que presencié, tratando de poner distancia entre mí y la brutalidad que había evidenciado y de los que ya era parte. Mis pies tropezaban y mi respiración era entrecortada, pero no me detuve hasta que me encontré en un callejón oscuro y apartado. Allí, me dejé caer al suelo, abrazando mis rodillas y tratando de encontrar algo de paz en medio de la confusión y el miedo. Las imágenes de lo ocurrido seguían atormentándome, y mi mente luchaba por asimilar la brutalidad y sobre todo la naturalidad de sus manos… quitando la vida. —Dios… no… —una sombra se acercó a mí lentamente. Era Alexey, con su rostro marcado por la violencia, pero con una mirada llena de preocupación. —Ana… —negué arrastrándome para atrás. —No… por favor… Sus manos me alzaron de una estocada y luego me pegó a la pared acariciando mi rostro, mientras el olor a sangre se metía en mis fosas. —Mírame… —él me obligó a abrir los ojos—. Esto es lo que soy… un asesino…
Anastasia. El corazón me latía desbocado mientras observaba la escena frente a mí. Mi madre, con una mirada preocupada en su rostro, y mi padre sosteniendo unos periódicos en sus manos, ambos parecían sumidos en una conversación seria. Pero lo que más llamó mi atención fue Dimitri, parado frente a ellos con una expresión desesperada.La tensión en el ambiente era palpable.—¿Qué ocurre? —me atreví a preguntar a pesar del miedo, y en ese momento, la mirada de mi padre se fijó en mí.Podía ver cierta furia, decepción, incluso impotencia.Él se levantó, y junto a él, mi madre, como si intentara retenerlo de alguna cosa, y lo que pasó a continuación, es que los periódicos fueron lanzados en mi cara.“Una nueva CEO que legalizará las empresas Kozlov… esto alejará la ley del famoso «EMPRESARIO», y lo mantendrá lejos de los federales”.Mis dedos temblaron cuando comencé a leer. Pero en resumen hablaban de la nueva empresa como un mega edificio, el nombre con el que fue bautizado y para nadi
Anastasia. Me sentí perdida mientras el auto avanzaba y recordaba las palabras de mi padre como si me castigaran una y otra vez. No solo él, la mirada decepcionada de mamá me tenía rota el alma, y por más de que intentaba reponerme, no podía evitar sentirme la peor persona de este mundo.Era una mujer llena de inseguridades, había sido criada con muchas normas que habían puesto límites a mis pensamientos, estaba colmada de restricciones mentales, y aunque había pasado muchos obstáculos físicos, como entregarme a Alexey por amor, aún tenía mi mente atada a legalidades morales que me impedía desarrollarme por completo.Me bajé del auto abrazando mi cuerpo, y luego hundí los botones del ascensor.Me preguntaba si realmente todo esto valía la pena, y había algo en mí que me decía que mi alma estaba perdida.Abrí la puerta entrando a la suite, y solo escuché una conversación muy acalorada.Alexey estaba en el teléfono, y su aspecto de cierta forma me hizo detenerme en el camino, en medio
Anastasia. El dolor en mi pecho era insoportable. Alexey se había ido, me dejó sola, herida y perdida en un mar de inseguridades, y no pude evitar sentir que todo se desmoronaba a mi alrededor.Sus palabras resonaban en mi mente una y otra vez, como cuchillos afilados cortando mi alma. Me sentía perdida y sin rumbo, sin saber qué hacer o cómo enmendar mis errores.Me dejé caer en el sofá, abrazando mis rodillas mientras sollozaba. Mi corazón se sentía destrozado, y el peso de mis decisiones pasadas caía sobre mí con una fuerza abrumadora. Me había enamorado de un hombre que, según sus propias palabras, era un asesino, y a pesar de que había visto lo que vi, yo ya no veía eso en él.Aun con el miedo, aun con el pánico y todo lo que mi cuerpo rechazó al ver sus actos, solo podía ver al hombre del que me había enamorado, y que me había mirado con otros ojos a diferencia de los demás.Y ahora lo había perdido por mis propias inseguridades y miedos.Papá también seguía en mi mente, record
Anastasia. —Esto nos servirá mientras de verdad encontramos algo permanente… Miré hacia afuera corriendo un poco las ventanas, y asentí hacia Sibel para estar de acuerdo con ella. Solo trajimos una maleta, tampoco es que tuviera mucha ropa, y la mayoría de las cosas en la suite, las había comprado Alexey para mí. Y no necesitaba de ello. Por el rostro de Sibel, y lo que me dijo sobre “los costales anchos de mi ropa”, entendí que después, un poco de confianza, pediría de ayuda para renovar mi armario, aunque lo único que quería ahora, era colocarme un pijama y dormir por mucho tiempo. —Mañana podemos ver algunos apartamentos… —ella comentó mientras divagaba en mi cabeza. —No quiero algo costoso… —y ella negó. —No… de hecho, que sea cómodo y funcional… además, buscaremos algo en los primeros pisos, por si Irina quiere visitarte de vez en cuando… —su mención solo me terminó de arruinar el día y ella soltó el aire para venir a sentarse en el sofá a mi lado. Pagamos una semana de e
Anastasia. —El tratamiento es indispensable para ella a esta edad… puede que cuando nuestra chica sea adolescente, muchas cosas se vayan… —el médico sonrió acariciando su frente y asentí un poco más tranquila—. Le daré salida cuando pase el tratamiento intravenoso… lo demás, lo sabes…Afirmé.—Muchas gracias…El médico salió despidiéndose de nosotras y tomé la mano de Irina mientras Sibel contestaba una llamada que escuché a hurtadillas.“De todas formas, ya nos dieron un pase de salida… solo están cumpliendo su tratamiento… como si no lo supieras ya… No te preocupes…”Mi ceño se frunció un poco, y luego miré a Irina para despejarme de su llamada.—¿Dónde está Alexey, Ani? —mi hermana me preguntó y demoré mucho en silencio.—De vacaciones… —Sibel respondió llegando a la cama—. ¿Cómo te sientes?Irina no respondió y luego me miró.—¿Por qué no te llevó? Él nunca te dejaría sola…Y eso fue mortal para mí, mi boca se cerró, mi garganta se cerró y a pesar de todo lo que había mejorado en
Anastasia. —¡De ninguna manera, Sibel! —Sibel soltó el aire haciendo que se halaba el cabello, cuando nos estacionamos frente a una óptica.La semana se había pasado muy rápido desde que ella me había dado la noticia y acepté. Incluso, estaba usando mayas en el gimnasio, y a mitad de semana, había salido con ella a comprar un poco de ropa diaria.No estaban siendo fáciles para mis estos cambios, pero me gustaba mucho que Sibel respetara mi modo recatado de vestir, y me encantó que de cierta manera me enseñara que había formas más divertidas y bonitas, para mantener una imagen más espontánea y fresca.Ahora, solo faltaba un día para esa famosa reunión de mafiosos, política, dinero y poder, como decía Sibel todo el tiempo.—Mírame Ana… aceptaste, dijiste que confiabas en mí… incluso compraste ropa más bonita hace unos días…—¿Qué tiene de malo mis gafas? —ella cerró la boca.—Abarcan todo perfecto rostro… mira… vamos, hacemos el examen, y te mandamos hacer unas lindas gafas para casa o