CAPÍTULO 12 AMOR Y VENGANZA

Zahar.

Víctor…

El jueves por la mañana, llegué más temprano de lo acostumbrado a la empresa, porque Alessia debía atender otros asuntos de Víctor, así que a las ocho de la mañana estaba colocando su café en la mesa, y estaba buscando las bolsitas de azúcar cuando él entró a la oficina.

—Buenos días, qué grata sorpresa, tú por la mañana —le sonreí.

Ya me estaba acostumbrando a su compañía, sobre todo a sus constantes palabras de halago.

—Buenos días, señor.

—Víctor. Víctor cuando estemos solos.

Asentí colocándome firme y lo dije:

—Víctor… —él se quedó mirando y se metió las manos en los bolsillos.

—Se escucha muy bien —tomé el aire suficiente cuando lo vi, tomar el café de la mesa y sentarse en la silla—. Vamos, acompáñame.

Negué un poco.

—No me gusta mucho el café.

—Bien, ¿ya comiste?

—Sí.

Víctor sonrió y luego bebió de su taza.

—Los ingleses solemos tomar mucho té, pero por la mañana me acostumbré al café.

Le sonreí de nuevo y él se detuvo como si algo no le gustara.

—Vamos, Ana, no
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