MI HIJO SE QUEDA. Durante todo el camino, Naomi no dijo una sola palabra, solo abrazaba con fuerza a Derek, que seguía preguntando si los hombres malos volverían. Daniel apretó el volante con impotencia al escuchar a su hijo; nadie podía atreverse a asustar a su hijo de esa manera y salir bien librado, por supuesto, les haría pagar, pero primero tenían que llegar a casa. Una vez que llegaron a la mansión, Renata salió a recibirlos. Y por la expresión de su cara, adivinó que el ama de llaves ya la había puesto al tanto. ―Mamá, llévate a Derek y encárgate de él esta noche ―dijo Daniel, tan pronto la vio. Renata no dijo nada; la cara de su hijo le decía que estaba muy enojado. ―Sí ―le sonrió al niño y lo tomó en sus brazos. El pequeño Derek rodeó el cuello de su abuela y miró a su mamá mientras le hacía adiós con su manita. Naomi lo miró con el corazón apretado y la culpa carcomiéndola. ―Ahora tú y yo vamos a hablar ―gruñó Daniel y la agarró de la mano, prácticamente arrastrándola
SEÑORA KING. Una semana después, Naomi se miraba en el espejo, llevaba un sencillo vestido color beige, tacones a juego y un lindo peinado. Su cabello había regresado a su natural negro y en ese preciso instante, Aurora terminaba de dar los últimos toques. ―Listo, estás preciosa. ―Sus ojos coincidieron en el espejo. ―Sé que Daniel puede parecer intimidante, pero es una buena persona, y te va a hacer muy feliz. Aurora y Jonathan habían volado hasta Seattle para la ceremonia íntima. Sí. Naomi iba a casarse y querían estar allí para ella. ―Lo sé, sé que él puede hacerme feliz… la pregunta es: ¿puedo hacerlo feliz? Aurora sonrió y tomó sus manos. ―Claro que sí, jamás en cuatro años había visto a Daniel sonreír como ahora y… también tienen un hijo, creo que él, más que nadie, merece una familia. Naomi, no te preocupes por tu pasado, mejor vive el presente y ellos son tu presente. Una hora más tarde, Naomi miraba el certificado de matrimonio y el gran anillo en su dedo. ―Guardaré est
DI QUE ERES MÍA. Daniel la agarró de la mano y se metió a la cama, se giró y con la espalda apoyada en el cabecero. Naomi vio su torso descubierto y su deseo se disparó, urgiéndole tocarlo. ―Ven aquí ―murmuro sin apartar los ojos de ella ―Ven aquí esposa. Naomi obedeció en silencio y trepó a la cama y gateó hacia él. ―Eres una jodida tentación ―dijo Daniel mientras agarraba un mechón de su cabello y se lo llevaba a la nariz, inhalando profundamente ―También hueles a tentación. Se acercó a ella, arrancándole un suave gemido cuando la levantó en brazos y la colocó a horcajadas sobre él. Sus manos acariciaron sus muslos y la miró sin prisa, como si deseara memorizar cada centímetro de ella. El corazón de Naomi latió salvaje y fuerte. ―Mi esposa ―susurro con voz ronca ―Finalmente mi esposa. Ella se mordió el labio sin poder evitar que sus palabras hicieran estragos en ella, su cuerpo ardía con sus palabras. De repente, las puntas de sus dedos acariciaron su mejilla hasta acunar su
UNA BUENA ESPOSA. ―Termina de lavarte los dientes cariño ―Naomi le dijo suavemente a Derek. Había pasado pasado una semana desde su matrimonio con Daniel, y esa mañana había despertado esa mañana solo para encontrar su lado de la cama vacío. De repente llamaron a la puerta. Naomi, dejó a su pequeño y abrió. Sus cejas se fruncieron cuando vio a los dos hombres seguidos del ama de llaves. ―¿Y esto? ―Es un regalo del joven Daniel, señora. ―¿Un regalo? ―Sí. Y también dejo esto para usted. Naomi vio cómo los hombres pasaban con grandes cajas con lo que parecía ser una pista de carreras. Y el ama de llaves le entregó una tarjeta de crédito ilimitada. ―Pero… En ese momento Derek salió del baño y sus ojos se iluminaron cuando vio la pista que iba a ser armada. ―¡Sí! Papá cumplió su palabra. Naomi se acercó a su hijo y se agachó delante de él. ―¿Le pediste esto a Daniel? ―Sí, papá dijo que me compraría lo que quisiera. Naomi le dio una sonrisa y luego les indicó a los hombres dónd
TE HAGO UN FAVOR El crujir de los huesos de Igor le saco una sonrisa a Daniel. El subordinado de Cassio se retiró un momento mientras aspiraba aire, había gastado bastante energía para casi desaparecer el rostro del hombre a golpes. ―Lo voy a preguntar una vez más, pedazo de m****a. ¿Quién es Alexei Antonov?― demando Daniel. Igor levantó el rostro ensangrentado y una mueca de dolor se formó en sus labios. ―¡Vete a la m****a! ¡No diré nada! El hombre tuvo la osadía de escupirlo y Daniel chasqueo la lengua en señal de que había Sido una mala decisión. ―Tal vez deberíamos usar un poco más de fuerza, ¿no crees, hermano? ―propuso Jonathan y Daniel miro la sangre en su zapato de 3000 dólares, luego volvió a mirar a Igor alzando una de sus cejas. ―Acabas de arruinar unos Gaziano y además son mis favoritos. Fue a la mesa a su lado y luego camino hacia Igor con una piqueta y clavo sus ojos en sus manos que estaban atadas a la silla. ―Como médico mis cortes son precisos, así que… ―abrió
UN HOMBRE QUE NO PUEDES MANEJAR Daniel y Jonathan llegaron a la mansión de Cassio bajo un cielo que amenazaba lluvia, pero fueron recibidos con un calor que disipaba cualquier vestigio de frío exterior. Cassio King, era su primo, era un hombre que había navegado por aguas turbulentas en su vida, pero ahora, anclado en la tranquilidad de su matrimonio con Lucia, parecía haber encontrado su puerto seguro. Aunque había dejado atrás los negocios sombríos de la mafia por su familia, Cassio aún mantenía líneas abiertas con algunos "viejos amigos", una especie de seguro de vida en un mundo donde los pasados no se olvidan fácilmente. Con una sonrisa los abrazó a ambos. ―¡Felicidades por tu boda, Daniel! ―exclamó, haciendo que Daniel arqueara una ceja, sorprendido por lo bien informado que estaba su primo. ―Para alguien que dice estar alejado de todo, sabes mucho de lo que sucede― bromeó, no pudiendo evitar una sonrisa. Cassio soltó una carcajada y se encogió de hombros. ―Nunca he dejado
ALIANZAS ESTRATÉGICAS Cassio había organizado todo meticulosamente en una antigua bodega, ahora convertida en un lujoso restaurante privado. Jonathan y Daniel estaban a su lado, ambos mirando sus relojes con una mezcla de ansiedad y expectación. ―¿Crees que vendrá? ―preguntó Daniel, incapaz de ocultar su impaciencia. Cassio le lanzó una mirada calmada. ―Claro que vendrá. A Santino D’ Luca le conviene más que a nadie. Daniel frunció el ceño, dudoso. ―¿Y por qué querría ayudarnos? ¿Por qué iría en contra de Alexei? Cassio suspiró, como si pesara cada palabra antes de hablar. ―No es mi deber contar los secretos de otros, pero… Santino y los Antonov son enemigos mortales. Han estado en guerra por las rutas comerciales durante años. Pero lo que realmente encendió la mecha fue la muerte del padre de Alexei. La curiosidad de Daniel se agudizó. ―¿Qué pasó? ―El padre de Santino estuvo involucrado en la muerte de Vladímir Antonov ― reveló Cassio con seriedad. ―Y eso no es todo; tambié
EMBOSCADA Y TRAICIÓN. Alexei finalmente llegó al sitio acordado con los mexicanos. Al bajarse de su auto, sus guardaespaldas lo siguieron y caminaron lentamente hacia los hombres con quienes harían el trato. El ambiente era tenso, cargado de algún tipo de peligro inminente. Alexei, con una mirada fría y calculadora, inició la conversación. ―Hemos traído lo que pidieron. Cada pieza ha sido verificada para asegurar su funcionamiento óptimo ―dijo, manteniendo su voz firme y autoritaria. Uno de los mexicanos, un hombre de mediana edad con cicatrices, asintió. ―Hemos visto el inventario. Todo parece estar en orden. El pago se realizará, como acordamos, la mitad ahora y la otra mitad después de la entrega completa. Alexei asintió levemente, pero su intuición le decía que algo no estaba bien. ―El pago se hará en efectivo. No aceptaremos otro método. Espero que eso esté claro ―insistió, marcando cada palabra. ―Claro, Alexei. Sabemos cómo trabajas. Trajimos el primer pago, como prometimo