XOXO.
ILUSIONES ROTAS.Daniel perdió la cuenta de las veces que Naomi lo dejó tenerla. Ahora ella estaba allí, junto a él, en sus brazos, como debió ser desde un principio. Miró su rostro dormido y una sonrisa se formó en sus labios. Se inclinó suavemente hacia ella y besó la punta de su nariz.―No escaparás de mí, futura señora King ―susurró antes de levantarse completamente desnudo y buscar su celular.Cuando revisó, había varias llamadas perdidas de Jonathan. Se cubrió con una toalla y salió al balcón. Marcó el número en marcación rápida y esperó a que se conectara.―Al fin contestas ―dijo Jonathan del otro lado.―Estaba ocupado ―Daniel se giró para darle otro vistazo a Naomi, que seguía dormida.―Sí, me imagino. Sin embargo, todavía tienes asuntos que atender, como por ejemplo el sepelio de Bridget.Daniel cerró los ojos y suspiró.―Antes de venirme dejé todo organizado, será cremada y tardarán 3 días en entregar sus cenizas.Jonathan del otro lado alzó una ceja.―Vaya, pensé que harías
COMO DEBIÓ SER HACE 4 AÑOS. Ese día, Naomi, acompañada de Daniel, hizo todos los preparativos para el entierro del senador; fue una ceremonia sencilla y de estricta privacidad. Los amigos políticos de su padre se acercaron para dar sus condolencias. Después de que Wilfred fue enterrado, Daniel convenció a Naomi de regresar a Seattle; ella aceptó con el profundo deseo de ver a su hijo. ―Lo siento mucho, Naomi ―dijo Renata abrazándola. ―Gracias, señora King ―respondió ella suavemente ―espero que Derek no le haya dado mucho trabajo. ―Oh, no querida, es un niño perfecto, una cosita dulce. Renata miró al pequeño que en ese momento estaba siendo alimentado por una de las empleadas. ―Imagino que quieres descansar, preparé una habitación para ti, puedes… ―Dormirá en la mía, mamá ―interrumpió Daniel. ―Naomi y yo estamos juntos y nos casaremos pronto. Renata abrió y cerró los labios. ―Hijo, pero… no crees que… ―Sé lo que vas a decir. Pero cuando sepas la verdad, vas a cambiar de opinió
FELIZ DE ENCONTRARLA. Dos días después, Naomi seguía en casa de los King, la razón era que el pequeño Derek tenía “abuelitis”, como había dicho Daniel, y ella no tenía corazón para alejarlo de lo que era algo nuevo para él. Por lo general, pasaba los días en compañía de la señora Willis y no con una familia de verdad. Era lógico que su hijo ahora quisiera estar allí, pero ella no podía quedarse, aunque Daniel insistiera en que se casarían. Le había quedado más que claro que su madre no la aprobaba y ella tampoco tenía intenciones de avergonzarlo. Así que por el momento se quedaría, pero eventualmente buscaría la manera de irse. Pero ese día quería salir con Derek; le gustaba Seattle y había visto un parque muy cerca de la mansión, así que preparó algunas cosas para su hijo y se dispuso a salir. Cuando iba casi llegando a la puerta, una de las empleadas le preguntó. ―¿Va a salir, señora? Naomi se giró con Derek en brazos y sonrió. ―Sí, y no me llames, señora, dime Naomi. ―Lo sien
SIN ESCAPATORIADerek ya estaba cansado de jugar y fue donde su madre.―Mami, tengo sed y hambre.Naomi sacó un jugo del bolso y se lo dio.―Creo que ya fue suficiente, cielo, es hora de ir a casa.―¡Sí! ―el pequeño Derek dio pequeños saltos ―quiero ver a la abuela y a papá.La sonrisa de Naomi se esfumó lentamente. Nunca hubiera imaginado que Derek se apegaría en tan poco tiempo a Daniel, pero se dijo que no sería fácil al principio para él la despedida.«Pero es un niño y los niños se acostumbran, ¿verdad?»Con ese pensamiento, se puso de pie, guardó el termo y luego tomó la mano de su hijo.―Vamos mi amor, vamos a casa.Apenas y había caminado unos metros lejos de la entrada del parque cuando Igor y sus hombres bloquearon su camino. Ella se paralizó en el instante y su cara se volvió pálida.―¿Igor?El hombre sonrió malvadamente y se burló.―¿Creíste que podrías escapar de mí, Niky…? O no, no te llamas así, tu nombre es… Naomi, ¿verdad?El corazón de la mujer latía a toda velocidad
MI HIJO SE QUEDA. Durante todo el camino, Naomi no dijo una sola palabra, solo abrazaba con fuerza a Derek, que seguía preguntando si los hombres malos volverían. Daniel apretó el volante con impotencia al escuchar a su hijo; nadie podía atreverse a asustar a su hijo de esa manera y salir bien librado, por supuesto, les haría pagar, pero primero tenían que llegar a casa. Una vez que llegaron a la mansión, Renata salió a recibirlos. Y por la expresión de su cara, adivinó que el ama de llaves ya la había puesto al tanto. ―Mamá, llévate a Derek y encárgate de él esta noche ―dijo Daniel, tan pronto la vio. Renata no dijo nada; la cara de su hijo le decía que estaba muy enojado. ―Sí ―le sonrió al niño y lo tomó en sus brazos. El pequeño Derek rodeó el cuello de su abuela y miró a su mamá mientras le hacía adiós con su manita. Naomi lo miró con el corazón apretado y la culpa carcomiéndola. ―Ahora tú y yo vamos a hablar ―gruñó Daniel y la agarró de la mano, prácticamente arrastrándola
SEÑORA KING. Una semana después, Naomi se miraba en el espejo, llevaba un sencillo vestido color beige, tacones a juego y un lindo peinado. Su cabello había regresado a su natural negro y en ese preciso instante, Aurora terminaba de dar los últimos toques. ―Listo, estás preciosa. ―Sus ojos coincidieron en el espejo. ―Sé que Daniel puede parecer intimidante, pero es una buena persona, y te va a hacer muy feliz. Aurora y Jonathan habían volado hasta Seattle para la ceremonia íntima. Sí. Naomi iba a casarse y querían estar allí para ella. ―Lo sé, sé que él puede hacerme feliz… la pregunta es: ¿puedo hacerlo feliz? Aurora sonrió y tomó sus manos. ―Claro que sí, jamás en cuatro años había visto a Daniel sonreír como ahora y… también tienen un hijo, creo que él, más que nadie, merece una familia. Naomi, no te preocupes por tu pasado, mejor vive el presente y ellos son tu presente. Una hora más tarde, Naomi miraba el certificado de matrimonio y el gran anillo en su dedo. ―Guardaré est
DI QUE ERES MÍA. Daniel la agarró de la mano y se metió a la cama, se giró y con la espalda apoyada en el cabecero. Naomi vio su torso descubierto y su deseo se disparó, urgiéndole tocarlo. ―Ven aquí ―murmuro sin apartar los ojos de ella ―Ven aquí esposa. Naomi obedeció en silencio y trepó a la cama y gateó hacia él. ―Eres una jodida tentación ―dijo Daniel mientras agarraba un mechón de su cabello y se lo llevaba a la nariz, inhalando profundamente ―También hueles a tentación. Se acercó a ella, arrancándole un suave gemido cuando la levantó en brazos y la colocó a horcajadas sobre él. Sus manos acariciaron sus muslos y la miró sin prisa, como si deseara memorizar cada centímetro de ella. El corazón de Naomi latió salvaje y fuerte. ―Mi esposa ―susurro con voz ronca ―Finalmente mi esposa. Ella se mordió el labio sin poder evitar que sus palabras hicieran estragos en ella, su cuerpo ardía con sus palabras. De repente, las puntas de sus dedos acariciaron su mejilla hasta acunar su
UNA BUENA ESPOSA. ―Termina de lavarte los dientes cariño ―Naomi le dijo suavemente a Derek. Había pasado pasado una semana desde su matrimonio con Daniel, y esa mañana había despertado esa mañana solo para encontrar su lado de la cama vacío. De repente llamaron a la puerta. Naomi, dejó a su pequeño y abrió. Sus cejas se fruncieron cuando vio a los dos hombres seguidos del ama de llaves. ―¿Y esto? ―Es un regalo del joven Daniel, señora. ―¿Un regalo? ―Sí. Y también dejo esto para usted. Naomi vio cómo los hombres pasaban con grandes cajas con lo que parecía ser una pista de carreras. Y el ama de llaves le entregó una tarjeta de crédito ilimitada. ―Pero… En ese momento Derek salió del baño y sus ojos se iluminaron cuando vio la pista que iba a ser armada. ―¡Sí! Papá cumplió su palabra. Naomi se acercó a su hijo y se agachó delante de él. ―¿Le pediste esto a Daniel? ―Sí, papá dijo que me compraría lo que quisiera. Naomi le dio una sonrisa y luego les indicó a los hombres dónd