Mis amores, siguen los problemas con mi servicio de internet, a veces pienso que rompí un espejo o lastimé un gato negro (jajajaja) Apenas es que va llegando el servicio. Tratare de ponerme el dia. ¡Perdon!
RECUERDOS NUBLADOS.―¿Quiere decir que no sabes quién fue conmigo al hotel?La voz de Zayd era baja, pero cargada de una intensidad que llenaba la oficina.―No señor. ―respondió el hombre, su cabeza inclinada en un gesto de sumisión. ―Usted me pidió que llevara a la señorita Mariam a su casa y me asegurara de que ella no se fuera con el americano, y eso hice.Zayd apretó el bolígrafo en su mano hasta que los nudillos se le pusieron blancos. Desde que había salido del hotel no había hecho más que pensar en quién era la mujer que había llevado consigo. Había cometido un gran error, y ahora se sentía como la mierda. Un hombre de su posición no podía arriesgarse a involucrarse con cualquiera. Afortunadamente, recordó con un suspiro de alivio, habían usado protección. Pero eso no eliminaba el riesgo por completo ni la curiosidad que lo carcomía.―Quiero que investigues. ―le ordenó Zayd a su subordinado, con una voz que no admitía réplica. ―Mira los videos de las cámaras y recopila toda la
ENFRENTANDO A LA TÍA. Ante la imponente fachada de la casa, Elara sentía cómo el pasado y el presente se entrelazaban en un nudo en su estómago. Nathaniel, a su lado, era la personificación de la determinación, su mano en la de ella un ancla en la tormenta que se avecinaba. ―Recuerda. ―dijo Nathaniel, mirándola fijamente. ―hoy recuperamos lo que es legítimamente tuyo. No estás sola en esto. Justo entonces, Jonathan llegó con paso decidido, su presencia era tan imponente como la de Nathaniel. ―Es hora. ― anunció. Nathaniel asintió y, antes de avanzar hacia la puerta principal, hizo las presentaciones. ―Elara, él es Jonathan, casi un hermano. Jonathan extendió su mano con una sonrisa franca. ―El placer es mío. Y ahora que has logrado atrapar a Nat, me vendría bien hacerme amigo de la mujer que ha conquistado su corazón. La risa de Elara surgió natural, un sonido cristalino que parecía desafiar la gravedad del momento. Jonathan le devolvió la sonrisa con un brillo en los ojos, pe
LECCIÓN APRENDIDA.Roberta miró las fotografías una a una, sus ojos estaban llenos de incredulidad y sus manos temblaban incontrolablemente.―Esto… esto es una violación a mi vida privada. ¡¿Cómo… cómo se atreven?!―El cómo no importa, tía. ―la interrumpió Elara con firmeza. ―El caso es que si no quieres que mi tío sepa que le has estado poniendo los cuernos, será mejor que colabores y te vayas saliendo cuanto antes de mí… ―enfatizó la palabra “mi” ―… casa.Roberta negó con la cabeza, rehusándose a aceptar la situación.―No, ustedes no pueden chantajearme así, ¡no voy a caer en su juego!Nathaniel se encogió de hombros.―Bien, entonces veremos cómo reacciona su marido cuando sepa que no solo ha estado acostándose con su hermana, sino que también es miembro de un clandestino club de sexo.Elara se cruzó de brazos y le dio una sonrisa burlona a su tía.―Qué desfachatez, tía. ¿Esas son tus tardes de té?Roberta apretó los labios, consciente de que su secreto estaba al descubierto. Nunca
LECCION APRENDIDA (II) Roberta y Eliana caminaron con nada más que sus ropas hacia la puerta, pero Elara las detuvo. ―Un momento. ―ordenó, y estas se detuvieron. ―¿No fui clara, tía? Te dije que irías como llegaste. Roberta frunció las cejas y miró a Elara sin entender. ―No, me estoy llevando nada, ¿es que no ves? ―Si te llevas algo. ―Elara señaló sus ropas. ―eso también fue comprado con mi dinero. Los ojos de Eliana y Roberta se abrieron como huevos fritos. ―¿Y cómo pretendes que nos vayamos desnudas? ―Si es el caso, sí. ―dijo Elara tranquilamente. ―¡Estás loca! ¡Eso es demasiado, no tienes derecho! ―Tú eres la que no tienes derecho a beneficiarte de mi dinero, Roberta ―dijo Elara con dureza. ―No hables de derechos, porque sales perdiendo. Lo que estoy haciendo es nada comparado con lo que tú me hiciste a mí. Así que empieza a quitarte la ropa y luego puedes largarte. Jonathan le dio una mirada a Elara y esta entendió el mensaje; no podía extralimitarse, entonces tuvo una i
SECRETOS DE LA ELITE.Al día siguiente, el grito de Eliana casi hizo temblar las paredes de la habitación del hotel donde se encontraban Roberta y su hija.―¡Mamaaaaaaa! ―La mujer miraba el teléfono en su mano con la respiración agitada y los ojos llenos de incredulidad.―¿Qué pasa, hija? ¿Por qué gritas así?―¿Por qué? ¿Quieres decirme por qué hay fotos de ti y mi tía Andrea besándose? Y otras… otras…Eliana le mostró el teléfono a su madre. Roberta palideció y su corazón casi se detuvo un segundo, no pudo salir una palabra, sus ojos se quedaron fijos en la fotografía delante de ella.―¿No vas a decir nada? ¿Qué demonios es esto, mamá? Un montaje, ¿verdad? ¡Tiene que ser eso!―Hija… sí… seguro… ―las palabras de Roberta salían entrecortadas.―¿Por qué, mamá? ¿Quién hizo esta broma de mal gusto? Tú y la hermana de papá, por favor. ―Eliana dijo divertida. ―eso no es posible… ¿Verdad?Sin embargo, la expresión de Roberta hablaba por sí sola y Eliana supo en ese instante que no se trataba
FUGA DE INFORMACIÓN.En la oficina del presidente de Industrias Cross, Nathaniel escuchó a través del teléfono con una sensación de satisfacción que no había sentido en mucho tiempo. La justicia estaba finalmente en movimiento.―Roberta ya fue detenida ―informo Jonathan, su voz llena de un triunfo contenido. ―Los resultados del grafólogo salieron antes de lo esperado, es un punto a nuestro favor. En los próximos días tendrá que ir a audiencia y con las pruebas que tenemos, estoy seguro de que será sentenciada.Nathaniel se permitió una sonrisa amplia y genuina por primera vez en semanas.―Eso es grandioso. ―respondió, pensando en su esposa. ―Elara se pondrá muy feliz.―Así es, amigo. ―Jonathan había continuado. ―Finalmente, tu esposa tendrá justicia. Y lo de las fotos… tengo que decir que fue un gran revuelo. La persona aceptó guardar confidencialidad, ya sabes, esas páginas paparazzi que andan detrás de las celebridades.La risa de Nathaniel llenó la oficina, resonando contra las par
PIDIENDO SU CABEZA. La sala de juntas estaba impregnada de una tensión casi tangible. Los accionistas, con sus trajes impecables y expresiones graves, ocupaban sus asientos alrededor de la gran mesa de caoba. Las miradas que dirigían a Nathaniel no eran de respeto o confianza, sino de decepción y censura. Nathaniel, consciente de cada par de ojos sobre él, se mantuvo erguido, su semblante sereno. No obstante, la calma era una fachada que ocultaba mal su inquietud interna. Un socio mayor, con el cabello plateado peinado hacia atrás, se levantó y clavó su mirada en él. ―Debemos admitir que estamos profundamente descontentos. ―comenzó con voz firme. ―Los eventos recientes han sacudido nuestra confianza en la dirección de la empresa. Julián, sentado no muy lejos de Nathaniel, esbozó una sonrisa sutil. Sus ojos destellaban con un brillo triunfante mientras observaba a su hermano soportar la andanada de críticas. Era evidente que, por razones solo conocidas por él, encontraba una satisfa
TODO EN TU CONTRA. Regina jugaba con Rose, el sonido de los bloques de madera chocando entre sí creaba una melodía infantil en la habitación. La paz de la tarde fue interrumpida cuando el ama de llaves entró con el teléfono principal en la mano. ―Señora, es su hijo Nathaniel. ―anunció, extendiendo el aparato. Regina se apresuró a contestar. ―Hijo, ¿qué pasa? ―Mamá, ¿Elara está ahí? ―preguntó Nathaniel con urgencia en su voz. ―No, salió hace un momento, ¿por qué? ―respondió Regina, una nota de preocupación en su tono. ―La estoy llamando a su celular y no contesta, me envía directamente a la operadora. Regina miró a Rose, que seguía absorta en su juego de construcción, y respondió con calma. ―Dijo que iría a ver a Sara, su amiga. Quizás si la llamas puedas hablar con ella. Nathaniel suspiró al otro lado de la línea. En realidad, quería hablar con Elara para invitarla a cenar y compartir las buenas noticias que tenía a pesar del caos en su vida laboral. ―Sí, llamaré a Sara. Adi