NEGOCIOS SUCIOS.―Es… ¿Tu hijo? ―Renata preguntó con el corazón acelerado.―Sí, mamá ―dijo Daniel antes de que Naomi pudiera decir algo. ―Es mi hijo.―Pero… cielo, ¿cuándo tú y esta chica…?―Mamá, ahora no voy a aclarar tus dudas en este momento, mejor quédate con Derek, mientras Naomi y yo vamos con Bridget.Sin perder tiempo, Daniel le entregó el niño a Renata; está lo tomó en sus brazos y el pequeño no mostró ningún signo de descontento.―Sí, definitivamente es tu hijo, es como tú cuando pequeño, le gusta andar de brazo en brazo.Naomi le dio una mirada de reproche a Daniel, pero él no se molestó en seguirle el juego.―Vamos ―dijo y se adelantó; ella, después de mirar a su hijo una última vez, lo siguió.Después de vestirse para entrar al área de cuidados intensivos, la enfermera los llevó con Bridget. Para Naomi fue una impresión verla así; Bridget estaba dormida, y su rostro era un mapa de heridas y moretones.―Dios… ―susurró mientras se acercaba. ―Bri… ¿Cómo es posible que…? ―To
TU PADRE ES UN CERDO.Después de calmarse, Naomi salió de la habitación en compañía de Daniel, pero fueron interceptados por una de las enfermeras.―Estas son las pertenencias de la paciente, fue lo que trajo con ella cuando la trajeron los paramédicos.Naomi extendió la mano y tomó el bolso y un collar que sabía pertenecía a su prima.―Gracias ―dijo Daniel a la enfermera y luego condujo a Naomi hacia el pasillo.Renata los estaba esperando en el pasillo, mientras el pequeño Derek se había quedado dormido de nuevo. El primer impulso de Naomi fue agarrar a su hijo, pero la madre de Daniel la esquivó.―Creo que tienen que explicar muchas cosas, ustedes dos ―dijo la mujer con un tono de voz calmado.―Mamá ―Daniel se masajeó las sienes, buscando mantener la paciencia. ―¿Qué hay que explicar? Naomi y yo tuvimos sexo y de ahí nació Derek. ¿Necesitas que te explique el proceso con lujos y detalles?―Sabes muy bien a lo que me refiero, Daniel. Se supone que no querías casarte con esta chica y
VERDADES DIFÍCILES DE ACEPTAR.Naomi no pudo decir nada por un instante, las palabras de Daniel se hicieron un eco en su cabeza. Lo único que hizo fue negar, negar una y otra vez.―Sé que no me crees ―dijo Daniel suavemente ―que pensaras que estoy loco o que inventé esto en contra de tu padre. Pero créeme, yo más que nadie desearía que fuera mentira.―No… ―murmuró ella ―eso no es verdad. Mi papá no haría eso. ¡Él no es así, él… él quiere a Bri, sino por qué la trataría como a una hija!Naomi sentía que estaba en una pesadilla―Los vi ―continuó Daniel pese a las negativas de Naomi. ―Yo mismo los vi, ellos… estaban juntos Naomi, en ese momento también pensé que podría ser un error, pero no. Tu padre y Bridget están teniendo relaciones.―No… no, no, ¡no! Tiene que haber una explicación, tiene que haber sido una equivocación. Mi papá… ¿Y Bri? Dios, no puede ser…Naomi se llevó las manos a la cara mientras lloraba.―Ese mismo día confronté a Bridget, ya le había pedido el divorcio antes y
TORMENTA INTERIOR. Naomi se despertó al escuchar risas provenientes del salón. Su corazón se aceleró al reconocer que eran las risas de su hijo y de Daniel. Pensó en cómo, a pesar de todo, la conexión entre padre e hijo era inquebrantable. Tomando una respiración profunda para calmarse, abrió la puerta y se encontró con una escena que le robó una sonrisa a pesar de sí misma: Daniel intentaba que Derek comiera, pero él estaba más interesado en jugar, dejando a Daniel cubierto de papilla. Se detuvo lentamente, ocultándose en las sombras, mientras observaba cómo Daniel hablaba con su hijo. La ternura y el amor en su voz eran palpables. ―¿Sabes, Derek? Eres un niño realmente genial ―dijo Daniel, limpiando un poco de papilla de su propia cara. ―Estoy tan feliz de ser tu papá. Vamos a hacer tantas cosas juntos, ¿sabes? Recuperaremos todo el tiempo perdido. Derek, con la inocencia de sus cuatro años, sonrió y extendió sus manitas hacia Daniel. ―¿Podemos ir al parque? Me gusta cuando me em
MUERTE Y DESPEDIDA.Naomi miraba cada fotografía con el corazón hecho pedazos. Si bien no era Bridget en ellas, sí era su padre con chicas mucho más jóvenes que ella, todas vestidas con ropa que le resultaba dolorosamente familiar.Durante el tiempo que había estado en Mons., había aprendido lo que era el BDSM. Acababa de descubrir que su padre se divertía con estas chicas, y en ese preciso instante, Naomi se cuestionó si las acusaciones de Bridget eran verdad después de todo.Secándose las lágrimas, abrió otro archivo y encontró más fotografías, pero esta vez su padre, el honorable senador Wilfred O’ Connell estaba junto a hombres que ella no conocía, hombres que sin duda se veían peligrosos e intimidantes. Cerró el archivo con prisa y abrió otro; en este encontró transacciones bancarias considerables, todas dirigidas a una cuenta en las Islas Caimán. A decir verdad, ella no entendía nada. Cerró el archivo y abrió el último, y esta vez encontró grabaciones. Puso en marcha una y lo qu
CARA A CARA. CHICAGO. ―Señor, todo está listo para su discurso ―informo el asistente. Wilfred se giró y asintió; sin embargo, su mente estaba en otra parte, miraba su teléfono cada cierto tiempo esperando la llamada de Manuel, su mano derecha. La puerta se abrió nuevamente y Wilfred giro y dijo. ―Diles que salgo en 10 minu… Las palabras se cortaron cuando vio a Naomi parada en la puerta, sus ojos rojos le decían que había estado llorando, las ojeras confirmaban que no había dormido en horas. El senador miró en silencio a su única hija. ―Hola, papá… ―susurro ella haciendo todo lo posible por controlar sus emociones. ―¿No te alegras de verme? Naomi cerró la puerta y dio un paso adelante sin apartar los ojos de su padre. ―Naomi… tú, ¿qué haces aquí? Ella sonrió burlona. ―¿Eso es todo lo que dirás a tu hija? ¿A la que no ves en tanto tiempo? Ella parpadeó para evitar que las lágrimas cayeran, el dolor y la decepción en su pecho ardía con intensidad. Mientras tanto, el senador, q
ATENTADO. Daniel salió a toda prisa de la habitación y, en ese momento, sonó el teléfono principal. —Naomi. —Hijo… —resultó ser Renata. —Gracias a Dios logré comunicarme, llevo llamándote desde anoche. ¿Dónde estabas? Daniel cerró los ojos y trató de calmarse y, desde luego, darle una explicación a su madre. —Se descargó mi teléfono, mamá, ahora estoy muy… —Esa chica se fue y dejó a Derek —dijo ella de repente, y Daniel fue tomado por sorpresa. —¿Derek está contigo? —Sí, cielo, Naomi vino aquí y me pidió que lo cuidara, se despidió del pequeño y se fue rápido. —¿Dijo a dónde iba? —Sí, sí, dijo que tenía que arreglar un asunto con su padre. La mente de Daniel trabajó a toda prisa. —Hijo, ¿qué está pasando? ¿Cómo se va a ir y dejar… así a su hijo? Sé que soy su abuela, pero… —Mamá, necesito que llames a Jonathan y que organice un vuelo privado a Chicago, tengo que ir por ella. —Pero… —Mamá, no hay tiempo para explicaciones, cuidas de Derek, ¿sí? Te llamo después. Daniel e
YO VOY A PROTEGERTE. Daniel se salió del auto a toda velocidad y corrió hacia la entrada principal del hospital. En su mente, solo podía pensar que Naomi no estuviera herida. Durante el vuelo, había leído las noticias sobre los dos disparos, y ni él ni su hijo estaban preparados para perderla. La única manera de sentirse tranquilo era teniéndola en la seguridad de sus brazos. Cuando llegó el pasillo que llevaba al área VIP estaba acordonado por policías que le impedían el paso, pero Daniel se las ingenió para cruzar. Y cuando lo hizo, sus ojos la buscaron ansiosos, hasta que finalmente la vieron, hecha un ovillo en una esquina del pasillo. —Mi amor… —susurró mientras aligeraba el paso hacia ella. Naomi lloraba con la cara escondida entre sus manos. Su mente la llevó a esos recuerdos de su niñez, momentos en los que aún no estaba al tanto de la crueldad de la vida, momentos en los que su padre era perfecto y no lo que, con dolor, había descubierto. Pero dentro de todo, ella aún lo a