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YO VOY A PROTEGERTE. Daniel se salió del auto a toda velocidad y corrió hacia la entrada principal del hospital. En su mente, solo podía pensar que Naomi no estuviera herida. Durante el vuelo, había leído las noticias sobre los dos disparos, y ni él ni su hijo estaban preparados para perderla. La única manera de sentirse tranquilo era teniéndola en la seguridad de sus brazos. Cuando llegó el pasillo que llevaba al área VIP estaba acordonado por policías que le impedían el paso, pero Daniel se las ingenió para cruzar. Y cuando lo hizo, sus ojos la buscaron ansiosos, hasta que finalmente la vieron, hecha un ovillo en una esquina del pasillo. —Mi amor… —susurró mientras aligeraba el paso hacia ella. Naomi lloraba con la cara escondida entre sus manos. Su mente la llevó a esos recuerdos de su niñez, momentos en los que aún no estaba al tanto de la crueldad de la vida, momentos en los que su padre era perfecto y no lo que, con dolor, había descubierto. Pero dentro de todo, ella aún lo a
PROPUESTA DE MATRIMONIO. Las manos de Daniel se deslizaron por la espalda de Naomi hasta llegar a su nuca y sujetarla con fuerza para profundizar el beso. Ella lo dejó hacer, no queriendo parar, queriendo dejarse llevar como aquella noche. Rodeó el cuello de Daniel, y él la cargó con rapidez y caminó hacia la habitación sin romper su beso. La lanzó a la cama, y Naomi le dio la misma mirada que lo arruinó para cualquier otra mujer hace tantos años. Él se inclinó y sus manos subieron a través de sus muslos para luego detenerse en la elástica de sus pantalones, los bajó lentamente y luego siguió con su blusa. Cuando finalmente estuvo totalmente desnuda, sus ojos azules ardieron en deseo por la mujer que estaba delante de él, la única que siempre había considerado su mujer, su esposa, la única que debió llevar su anillo desde el principio y la única que sería la madre de sus hijos. Se irguió y llevó las manos a los botones de su camisa, comenzando a abrirla lentamente sin quitar los ojo
ILUSIONES ROTAS.Daniel perdió la cuenta de las veces que Naomi lo dejó tenerla. Ahora ella estaba allí, junto a él, en sus brazos, como debió ser desde un principio. Miró su rostro dormido y una sonrisa se formó en sus labios. Se inclinó suavemente hacia ella y besó la punta de su nariz.―No escaparás de mí, futura señora King ―susurró antes de levantarse completamente desnudo y buscar su celular.Cuando revisó, había varias llamadas perdidas de Jonathan. Se cubrió con una toalla y salió al balcón. Marcó el número en marcación rápida y esperó a que se conectara.―Al fin contestas ―dijo Jonathan del otro lado.―Estaba ocupado ―Daniel se giró para darle otro vistazo a Naomi, que seguía dormida.―Sí, me imagino. Sin embargo, todavía tienes asuntos que atender, como por ejemplo el sepelio de Bridget.Daniel cerró los ojos y suspiró.―Antes de venirme dejé todo organizado, será cremada y tardarán 3 días en entregar sus cenizas.Jonathan del otro lado alzó una ceja.―Vaya, pensé que harías
COMO DEBIÓ SER HACE 4 AÑOS. Ese día, Naomi, acompañada de Daniel, hizo todos los preparativos para el entierro del senador; fue una ceremonia sencilla y de estricta privacidad. Los amigos políticos de su padre se acercaron para dar sus condolencias. Después de que Wilfred fue enterrado, Daniel convenció a Naomi de regresar a Seattle; ella aceptó con el profundo deseo de ver a su hijo. ―Lo siento mucho, Naomi ―dijo Renata abrazándola. ―Gracias, señora King ―respondió ella suavemente ―espero que Derek no le haya dado mucho trabajo. ―Oh, no querida, es un niño perfecto, una cosita dulce. Renata miró al pequeño que en ese momento estaba siendo alimentado por una de las empleadas. ―Imagino que quieres descansar, preparé una habitación para ti, puedes… ―Dormirá en la mía, mamá ―interrumpió Daniel. ―Naomi y yo estamos juntos y nos casaremos pronto. Renata abrió y cerró los labios. ―Hijo, pero… no crees que… ―Sé lo que vas a decir. Pero cuando sepas la verdad, vas a cambiar de opinió
FELIZ DE ENCONTRARLA. Dos días después, Naomi seguía en casa de los King, la razón era que el pequeño Derek tenía “abuelitis”, como había dicho Daniel, y ella no tenía corazón para alejarlo de lo que era algo nuevo para él. Por lo general, pasaba los días en compañía de la señora Willis y no con una familia de verdad. Era lógico que su hijo ahora quisiera estar allí, pero ella no podía quedarse, aunque Daniel insistiera en que se casarían. Le había quedado más que claro que su madre no la aprobaba y ella tampoco tenía intenciones de avergonzarlo. Así que por el momento se quedaría, pero eventualmente buscaría la manera de irse. Pero ese día quería salir con Derek; le gustaba Seattle y había visto un parque muy cerca de la mansión, así que preparó algunas cosas para su hijo y se dispuso a salir. Cuando iba casi llegando a la puerta, una de las empleadas le preguntó. ―¿Va a salir, señora? Naomi se giró con Derek en brazos y sonrió. ―Sí, y no me llames, señora, dime Naomi. ―Lo sien
SIN ESCAPATORIADerek ya estaba cansado de jugar y fue donde su madre.―Mami, tengo sed y hambre.Naomi sacó un jugo del bolso y se lo dio.―Creo que ya fue suficiente, cielo, es hora de ir a casa.―¡Sí! ―el pequeño Derek dio pequeños saltos ―quiero ver a la abuela y a papá.La sonrisa de Naomi se esfumó lentamente. Nunca hubiera imaginado que Derek se apegaría en tan poco tiempo a Daniel, pero se dijo que no sería fácil al principio para él la despedida.«Pero es un niño y los niños se acostumbran, ¿verdad?»Con ese pensamiento, se puso de pie, guardó el termo y luego tomó la mano de su hijo.―Vamos mi amor, vamos a casa.Apenas y había caminado unos metros lejos de la entrada del parque cuando Igor y sus hombres bloquearon su camino. Ella se paralizó en el instante y su cara se volvió pálida.―¿Igor?El hombre sonrió malvadamente y se burló.―¿Creíste que podrías escapar de mí, Niky…? O no, no te llamas así, tu nombre es… Naomi, ¿verdad?El corazón de la mujer latía a toda velocidad
MI HIJO SE QUEDA. Durante todo el camino, Naomi no dijo una sola palabra, solo abrazaba con fuerza a Derek, que seguía preguntando si los hombres malos volverían. Daniel apretó el volante con impotencia al escuchar a su hijo; nadie podía atreverse a asustar a su hijo de esa manera y salir bien librado, por supuesto, les haría pagar, pero primero tenían que llegar a casa. Una vez que llegaron a la mansión, Renata salió a recibirlos. Y por la expresión de su cara, adivinó que el ama de llaves ya la había puesto al tanto. ―Mamá, llévate a Derek y encárgate de él esta noche ―dijo Daniel, tan pronto la vio. Renata no dijo nada; la cara de su hijo le decía que estaba muy enojado. ―Sí ―le sonrió al niño y lo tomó en sus brazos. El pequeño Derek rodeó el cuello de su abuela y miró a su mamá mientras le hacía adiós con su manita. Naomi lo miró con el corazón apretado y la culpa carcomiéndola. ―Ahora tú y yo vamos a hablar ―gruñó Daniel y la agarró de la mano, prácticamente arrastrándola
SEÑORA KING. Una semana después, Naomi se miraba en el espejo, llevaba un sencillo vestido color beige, tacones a juego y un lindo peinado. Su cabello había regresado a su natural negro y en ese preciso instante, Aurora terminaba de dar los últimos toques. ―Listo, estás preciosa. ―Sus ojos coincidieron en el espejo. ―Sé que Daniel puede parecer intimidante, pero es una buena persona, y te va a hacer muy feliz. Aurora y Jonathan habían volado hasta Seattle para la ceremonia íntima. Sí. Naomi iba a casarse y querían estar allí para ella. ―Lo sé, sé que él puede hacerme feliz… la pregunta es: ¿puedo hacerlo feliz? Aurora sonrió y tomó sus manos. ―Claro que sí, jamás en cuatro años había visto a Daniel sonreír como ahora y… también tienen un hijo, creo que él, más que nadie, merece una familia. Naomi, no te preocupes por tu pasado, mejor vive el presente y ellos son tu presente. Una hora más tarde, Naomi miraba el certificado de matrimonio y el gran anillo en su dedo. ―Guardaré est