ENCONTRÁNDOLA. Daniel subió al auto que lo estaba esperando fuera del aeropuerto. A su paso todas las mujeres se giraban para mirar al hombre en cuestión, si antes se hacía notar, ahora era prácticamente imposible que las mujeres cayeran presas de su apariencia enigmática.Abordo el auto y el chofer, espero las indicaciones. Daniel miró un segundo a las personas ir y venir y su mente la llevo a ella, decir que no estaba emocionado, era mentirse, no la había olvidado durante los últimos cuatro años, Naomi había sido lo suficientemente hábil para esconderse, pero ya no más.Había llegado el momento de terminar lo que habían iniciado, le gustara o no, ella era suya, le pertenecía y primero el infierno se congelaría antes de que permitiera que se le escapara de las manos otra vez.―Llévame al hotel ―ordenó con voz severa.El hombre puso en marcha el auto y se perdió en el agobiante tráfico de New York. Por la noche, Daniel se detuvo delante de Mons. Venus, uno de los clubes más selectos d
CAPITULO 13: BAILE PRIVADO Naomi se preparó para el baile, volvió a usar la ropa que usaba en el escenario y se maquilló como lo hacía siempre, no obstante, no dejaba de preguntarse quién era el cliente que había pagado dinero por ella. Sabía que en el club los bailes privados eran costosos; obviamente, los hombres que iban allí podían permitírselo, pero en todo el tiempo que había estado en Mons., nadie se había interesado en ella de esta manera. Mientras tanto, sentado en un sillón de cuero rojo, Daniel esperaba impaciente, su corazón latiendo a toda velocidad. Había hablado con el dueño del club directamente y, aunque al principio se mostró renuente, finalmente aceptó a cambio de una considerable suma. Daniel era una maraña de emociones internas: no sabía si la deseaba, la odiaba o quizás la amaba. Lo único que sabía era que ningún hombre tenía derecho a mirar lo que le pertenecía, porque para él, Naomi O’Connel aún era suya. La puerta se abrió y el corazón de Daniel casi explota
QUIERO EXCLUSIVIDAD. Daniel atrajo a su cuerpo a Naomi como si quisiera impregnarla en su piel, como si temiera que se escapara una vez más. Sus lenguas se entrelazaron, y pronto ella se vio perdida por él. Su cuerpo estaba reaccionando con demasiada familiaridad a este hombre misterioso, sin embargo, no le importó. Sus manos rodearon su cuello y se movió sobre él, sintiendo su erección, rozando su centro. Sin poder evitarlo, un gemido escapó de sus labios, gemido que hizo que Daniel perdiera el poco autocontrol que le quedaba. Había soñado demasiadas noches con ella, y ahora que finalmente estaba entre sus brazos, no iba, ni quería detenerse. Sus manos se deslizaron por los sedosos muslos de Naomi y rodearon su cintura, solo para bajar lentamente hasta sus nalgas. Las apretó con fuerza y la instó a moverse más. Su mente estaba llena de sus movimientos sensuales, tanto en el escenario como hace un momento. Naomi se dejó llevar, hizo lo que él le pidió; en el fondo, lo necesitaba. Hab
RELACIÓN CLANDESTINA.De regreso a Chicago, Daniel fue directamente a casa del senador O’Connel, pensando revelarle la verdad sobre Naomi. Era increíble para él que alguien con el poder político de Wilfred O’Connel no hubiera podido encontrar a su hija. Ahora entendía por qué: Naomi había cambiado su identidad y se escondía en el último lugar donde su padre la buscaría.―Buenos días, señor King ―lo recibió el mayordomo.―Buenos días, Hugo. ¿El señor está disponible?―Está en su estudio ―informó respetuosamente el mayordomo.―Está bien, esperaré entonces.― ¿Quiere que le traiga algo?―No, no te preocupes, será rápido.El mayordomo asintió y se retiró a sus quehaceres. Mientras esperaba, Daniel no podía evitar que su mente volviera una y otra vez a Naomi. Recordó lo que había sido tenerla de nuevo en sus brazos y la ansiedad por asegurar su libertad crecía dentro de él. Sabía que lo de Bridget era otro asunto pendiente; aunque ella se había negado a darle el divorcio, estaba decidido a
UNA NUEVA JAULA.―Daniel, dime qué no me vas a dejar. Dime qué… te quedarás a mi lado ―Bridget se apartó y lo miró con la cara cubierta de lágrimas.Daniel se quedó inmóvil mirándola, hasta que pudo pronunciar palabra.―Bri, tenemos que denunciarlo, tienes que hablar y…―No ―ella negó rápidamente. ―No, Daniel, él… es poderoso.―Pero nosotros también, tenemos conexiones, y Jonathan.― ¡No te atrevas! ―lo corto ansiosa. ―No te atrevas a decirle esto a nadie, ¿entiendes? Es demasiado… vergonzoso.― ¿Y qué? No puedes permitir que él siga abusando de ti, Bri, ¿por qué dejaste que siguiera pasando aún después de casarnos? ¿Por qué… no hablaste?― ¿Hablar? ¿En qué momento, Daniel? Te casaste conmigo y me dejaste aquí, te fuiste y me dejaste abandonada. Los primeros meses fui feliz, estaba en otra ciudad, lejos de él, pero cuando me dijo que vendría a Chicago yo… sabía por qué lo hacía, y… tuve que acceder a sus peticiones.Daniel a pesar de todo tenía sus dudas, creía en Bridget, no imaginab
SECRETOS. ―Me estás diciendo que Wilfred, uno de los senadores más importantes, ¿es ese tipo de persona? Jonathan aún no podía creer lo que estaba escuchando. Había ido con su hermano para discutir los siguientes pasos. ―Tenemos que hacer algo, no podemos dejar que se salga con la suya. Tiene que estar tras las rejas ―insistió Daniel, la determinación clara en su voz. ―Sí, estoy de acuerdo ―respondió Jonathan, mirándolo seriamente. ―Pero no es mucho lo que podemos hacer si tu esposa se niega a denunciar. Bridget tiene que testificar y… sabes el revuelo que causará este caso. ―Lo sé, lo sé ―Daniel golpeó la mesa con fuerza, la frustración evidente en su gesto. ―Pero ella está asustada, tiene miedo, ¡joder! ―Pues te aconsejo que la convenzas. Logra que acceda a testificar y prepararé un caso contra Wilfred ―dijo Jonathan con firmeza. ― ¿Dónde está? ―preguntó, cambiando de tema. ―En casa de mamá, la envié a primera hora. No quiero que esté un segundo más cerca de Wilfred ―explicó D
CHANTAJE. ―Así que esto es lo que escondías ―murmuró Bridget con una sonrisa divertida. ―Resulta que estás en negocios sucios, y no solo eso, también tienes tus fetiches sexuales ―chasqueó la lengua. ―Muy malo para usted, senador, muy malo. Sacó el USB y lo guardó en su bolso; esta información era demasiado valiosa, y pensaba sacarle provecho. Wilfred iba a tener que pagar un alto precio si quería que ella se la entregara. Más tarde, se preparó para salir. ― ¿Te vas? ―preguntó Renata. ―Quería invitarte a almorzar. ―Eh… ¿Qué tal una cena? Quiero irme de compras. Renata no insistió. ―Está bien, que disfrutes tu día de compras. Sin embargo, los planes de Bridget eran otros; iba a copiar toda la información, pero no iba a arriesgarse a hacerlo dentro de la mansión, así que iría a un ciber café. Mientras conducía, recibió una llamada. ― ¿Bueno? ―Dime que tienes buenas noticias, cariño ―dijo Wilfred con fingida dulzura. Bridget se río y, con altivez, respondió. ―Por supuesto que y
EL PASADO LLAMA A TU PUERTA.― ¿Quién es el niño más bello? ¿Quién? ¿Quién? ―Naomi jugaba con el pequeño Derek, cuando sonó el timbre.Hoy era su día libre y le gustaba pasarlo con su hijo. Se puso de pie a regañadientes y fue a la puerta. El timbre sonó nuevamente y Naomi dijo malhumorada.―Ya voy, ya voy. Seguramente es el idiota de Misha. ―murmuro y abrió la puerta de un tirón y dijo ― ¿Cuántas veces tengo que decirte que…?Su cara palideció cuando vio a la persona delante de ella.―T… ¿Tú? ―las palabras salieron entre cortadas.―Hola, Naomi. Cuánto tiempo sin vernos.Los ojos del hombre recorrieron su cuerpo y tenía que decir que viéndola sin todo el maquillaje del club tenía incluso mejor aspecto del que recordaba. Naomi llevaba un short ajustado que se les ceñían a las caderas y delineaba su trasero a la perfección.El corazón de Naomi estaba en su garganta; ni en un millón de años esperó ver a Daniel King en su puerta y él no se perdió la forma en como ella apretaba las manos, a