UN PACTO CON EL DIABLO. CAPÍTULO 43: Decisiones y ConsecuenciasEl sol brillaba intensamente sobre los viñedos italianos, haciendo que el paisaje resplandeciera bajo un cielo azul increíble. Kenneth, con una copa de vino en la mano, estaba sentado en una terraza amplia, observando las vides que se extendían hasta donde la vista alcanzaba. A su lado Grayson removía las brasas de una parrilla improvisada, disfrutando del silencio tranquilo del campo.—Pronto me iré de vuelta a América —dijo Kenneth, rompiendo la calma con un suspiro, y Grayson lo miró de reojo mientras su expresión se endurecía.—¿Estás seguro? —preguntó con tono firme, dejando de remover la parrilla para mirarlo directamente—. Estás cometiendo un error, Ken. Lo sabes, ¿verdad?Kenneth apretó los labios, girando la copa entre sus manos como si estuviera buscando una respuesta en el líquido oscuro.—No tengo nada más que hacer aquí, Grayson. Tengo que volver al trabajo y…—Y dejar de hacerte el idiota. Las cosas entre Le
UN PACTO CON EL DIABLO. CAPÍTULO 44: Una mala y una buena noticiaEl jet privado aterrizó suavemente en la pista del aeropuerto; el regreso a Dinamarca se sentía como un regreso al campo de batalla. Cerró los ojos, tratando de calmarse, pero fue difícil concentrarse con la charla suave que provenía de los asientos detrás de él.—Pensé que preferías el vino tinto, Louise —comentó Lord Bornholm con una sonrisa y la tía Louise soltó una risita suave.—Mi querido Bornholm, una mujer tiene derecho a cambiar de gusto de vez en cuando —respondió con coquetería.Kenneth sonrió y se los imaginó intercambiando miradas cómplices. Louise había mantenido por décadas su secreto, y eso al parecer había incluido rechazar a Lord Bornholm, pero ahora todo era diferente: la verdad sobre su origen se había revelado y él seguía allí, escudado en la comprensión de su primer rechazo y listo para conquistarla, esta vez para siempre.En cuanto salieron del aeropuerto, los llevaron directamente al palacio duca
CAPÍTULO 45: Un hombre que sabe lo que quiereEl aire en el despacho del duque estaba tan tenso que podía cortarse con un cuchillo. Leny estaba inmóvil en uno de los rincones, con los ojos muy abiertos y una palidez que hacía juego con la del propio duque. Pero antes de que una tormenta peor se desatara, ella alcanzó la puerta del despacho y caminó lo más rápido que pudo a lo largo del corredor vacío.—Leny, espera…—No tenías derecho… yo tenía… tenía que haber hablado con mi padre tú… tú estás loco yo no…Sin embargo era demasiado obvio que apenas era capaz de hilvanar una palabra con otra. En los últimos dos días sus emociones habían sido un caos para ella, pero definitivamente no había esperado que Kenneth se apareciera de aquella forma y menos que le soltara todo a su padre de sopetón.Quería pegarle con algo en la cabeza al tarado, pero parecía que las fuerzas la abandonaban por segundos, y lo último que escuchó fue su nombre, pronunciado con una angustia inusual.—¡Leny! —gritó
UN PACTO CON EL DIABLO. CAPÍTULO 46: Una vena estratégicaKenneth miró fijamente al duque, esperando una respuesta clara. Nadie tenía que decírselo, sus habilidades emocionales podían ser cuestionadas pero sus habilidades como abogado no, y esas le decían que había algo turbio detrás de la actitud de Jonas Rvn, porque incluso antes de que su matrimonio terminara, él ya estaba buscando la manera de metérsele por los ojos a Leny.—Jonas siempre ha sido un hombre decidido —respondió el duque Johan, con un tono que revelaba más de lo que pretendía—. Y ahora, parece más decidido que nunca.Kenneth frunció el ceño. Esa explicación no le convencía.—Eso ya lo dijo antes —respondió, cruzando los brazos con impaciencia—. Pero lo que no entiendo es por qué alguien como él estaría tan apurado en casarse. ¿Qué tiene Jonas Ravn en juego para insistir en que la boda sea lo antes posible?Pero antes de que el duque pudiera responder, la tía Louise, que había permanecido en silencio hasta ese momento
UN PACTO CON EL DIABLO. CAPÍTULO 47. Un hombre dispuesto a pelearLa expresión de Leny era mitad incrédula y mitad sorprendida.—Cualquier cosa que diga será usada en mi contra —sonrió él intentando aligerar el ambiente con una broma que definitivamente no hizo reír a la mujer frente a él—. Escucha ya pensé en esto demasiado, lo pensé sin actuar, así que creo que ahora será mejor que actúe aunque no piense mucho.—Tú no eres muy normal —Leny dejó escapar un puchero preocupado.—¡Peligrosa declaración sobre el padre de tu hijo! —replicó él, pero se dio cuenta de que lo que pesaba en el ánimo de Leny era mucho más profundo, y sobre todo, que era su culpa.—No tienes que estar aquí, Kenneth. No tienes que hacerte responsable si no lo quieres. No voy a obligarte, por eso decidí no decirte nada en primer lugar —murmuró sin mirarlo, porque para ser honesta no sabía si esa decisión había sido correcta o no, y ya no pretendía tener la razón.Kenneth sintió una punzada extraña al oírla decir e
UN PACTO CON EL DIABLO. CAPÍTULO 48: El secreto del palacioKenneth se cubrió el rostro con una mano antes de girarse en dirección a Leny y hacer un puchero, porque no podía creer que el duque le pusiera aquello como condición.—¿Es en serio?... ¡Pero es ridículo! —protestó, mirando al duque con los ojos entrecerrados como si sospechara que todo era una broma a su costa—. No puedo creer que sea obligatorio tener el cabello largo, ¿no alcanza con que el nombre sea largo?Leny suspiró, pero había una sonrisa divertida en su rostro.—Es la tradición, Kenneth. Los hombres de la nobleza no pueden llevar el cabello corto, como los militares. Se supone que el cabello largo representa algo más elevado, más distinguido.Kenneth frunció el ceño viendo que no tenía salida. Al final si iba a casarse con una duquesa, no tenía más remedio que aceptar las peculiaridades de la vida aristocrática, así que lamentablemente para él, ya no había un límite para lo que estaba dispuesto a tolerar.—Bueno, si
UN PACTO CON EL DIABLO. CAPÍTULO 49. Un prometido aferradoKenneth avanzó con pasos silenciosos por el pasadizo, con la respiración contenida, mientras se dirigía hacia la pequeña mirilla que daba a la biblioteca. La reunión había comenzado antes de lo previsto, y la urgencia en el tono de las voces delataba que algo grave estaba en marcha.Dentro el duque von Rosenberg y su esposa estaban de pie, con los hombros tensos. A su derecha, Leny permanecía en silencio, claramente incómoda y sentada en una silla de ruedas. Y frente a ellos estaba Jonas Ravn, cuya expresión era demasiado gentil para el gusto de cualquiera.—Queremos ofrecerle una disculpa, señor Ravn, pero nos vemos en la penosa necesidad de informarle que no es prudente seguir adelante con la boda si Eleonora no está en plenas condiciones —dijo el duque, su tono firme aunque cargado de preocupación—. Su pierna ha tenido una recaída, y si esto sigue así, tendrá que presentarse en la boda en una silla de ruedas. No quiero que
UN PACTO CON EL DIABLO. CAPÍTULO 50. A la guerraEl silencio en aquella biblioteca era feroz. Kenneth solo podía imaginar cómo estaría su loca, desquiciada por alcanzar el jarrón de la dinastía Ming más cercano y romperle un millón y medio de libras en la cabeza al imbécil que se atrevía a amenazar a su familia.Lo que no sabía era que, con todo su protocolo y su educación, el duque tenía la vista puesta en el mismo jarrón.Jonas Ravnse volvió con desprecio, dirigiéndose hacia la puerta. Kenneth observó cómo salía de la habitación sin esperar respuesta, dejando una atmósfera pesada y sofocante a su paso. Pero en cuanto la puerta se cerró tras él, se apresuró a salir del pasadizo y se acercó a Leny que estaba todavía sentada, mirando al suelo con los puños apretados.—Leny… —susurró Kenneth mientras se acercaba a ella y le tomaba la mano.—Te juro que pensé… por un momento pensé…—Pensaste que lo sabía, sobre nuestro bebé —comprendió Kenneth—. Pero no lo sabe, te loa seguro —la tranqu