UN PACTO CON EL DIABLO. CAPÍTULO 46: Una vena estratégicaKenneth miró fijamente al duque, esperando una respuesta clara. Nadie tenía que decírselo, sus habilidades emocionales podían ser cuestionadas pero sus habilidades como abogado no, y esas le decían que había algo turbio detrás de la actitud de Jonas Rvn, porque incluso antes de que su matrimonio terminara, él ya estaba buscando la manera de metérsele por los ojos a Leny.—Jonas siempre ha sido un hombre decidido —respondió el duque Johan, con un tono que revelaba más de lo que pretendía—. Y ahora, parece más decidido que nunca.Kenneth frunció el ceño. Esa explicación no le convencía.—Eso ya lo dijo antes —respondió, cruzando los brazos con impaciencia—. Pero lo que no entiendo es por qué alguien como él estaría tan apurado en casarse. ¿Qué tiene Jonas Ravn en juego para insistir en que la boda sea lo antes posible?Pero antes de que el duque pudiera responder, la tía Louise, que había permanecido en silencio hasta ese momento
UN PACTO CON EL DIABLO. CAPÍTULO 47. Un hombre dispuesto a pelearLa expresión de Leny era mitad incrédula y mitad sorprendida.—Cualquier cosa que diga será usada en mi contra —sonrió él intentando aligerar el ambiente con una broma que definitivamente no hizo reír a la mujer frente a él—. Escucha ya pensé en esto demasiado, lo pensé sin actuar, así que creo que ahora será mejor que actúe aunque no piense mucho.—Tú no eres muy normal —Leny dejó escapar un puchero preocupado.—¡Peligrosa declaración sobre el padre de tu hijo! —replicó él, pero se dio cuenta de que lo que pesaba en el ánimo de Leny era mucho más profundo, y sobre todo, que era su culpa.—No tienes que estar aquí, Kenneth. No tienes que hacerte responsable si no lo quieres. No voy a obligarte, por eso decidí no decirte nada en primer lugar —murmuró sin mirarlo, porque para ser honesta no sabía si esa decisión había sido correcta o no, y ya no pretendía tener la razón.Kenneth sintió una punzada extraña al oírla decir e
UN PACTO CON EL DIABLO. CAPÍTULO 48: El secreto del palacioKenneth se cubrió el rostro con una mano antes de girarse en dirección a Leny y hacer un puchero, porque no podía creer que el duque le pusiera aquello como condición.—¿Es en serio?... ¡Pero es ridículo! —protestó, mirando al duque con los ojos entrecerrados como si sospechara que todo era una broma a su costa—. No puedo creer que sea obligatorio tener el cabello largo, ¿no alcanza con que el nombre sea largo?Leny suspiró, pero había una sonrisa divertida en su rostro.—Es la tradición, Kenneth. Los hombres de la nobleza no pueden llevar el cabello corto, como los militares. Se supone que el cabello largo representa algo más elevado, más distinguido.Kenneth frunció el ceño viendo que no tenía salida. Al final si iba a casarse con una duquesa, no tenía más remedio que aceptar las peculiaridades de la vida aristocrática, así que lamentablemente para él, ya no había un límite para lo que estaba dispuesto a tolerar.—Bueno, si
UN PACTO CON EL DIABLO. CAPÍTULO 49. Un prometido aferradoKenneth avanzó con pasos silenciosos por el pasadizo, con la respiración contenida, mientras se dirigía hacia la pequeña mirilla que daba a la biblioteca. La reunión había comenzado antes de lo previsto, y la urgencia en el tono de las voces delataba que algo grave estaba en marcha.Dentro el duque von Rosenberg y su esposa estaban de pie, con los hombros tensos. A su derecha, Leny permanecía en silencio, claramente incómoda y sentada en una silla de ruedas. Y frente a ellos estaba Jonas Ravn, cuya expresión era demasiado gentil para el gusto de cualquiera.—Queremos ofrecerle una disculpa, señor Ravn, pero nos vemos en la penosa necesidad de informarle que no es prudente seguir adelante con la boda si Eleonora no está en plenas condiciones —dijo el duque, su tono firme aunque cargado de preocupación—. Su pierna ha tenido una recaída, y si esto sigue así, tendrá que presentarse en la boda en una silla de ruedas. No quiero que
UN PACTO CON EL DIABLO. CAPÍTULO 50. A la guerraEl silencio en aquella biblioteca era feroz. Kenneth solo podía imaginar cómo estaría su loca, desquiciada por alcanzar el jarrón de la dinastía Ming más cercano y romperle un millón y medio de libras en la cabeza al imbécil que se atrevía a amenazar a su familia.Lo que no sabía era que, con todo su protocolo y su educación, el duque tenía la vista puesta en el mismo jarrón.Jonas Ravnse volvió con desprecio, dirigiéndose hacia la puerta. Kenneth observó cómo salía de la habitación sin esperar respuesta, dejando una atmósfera pesada y sofocante a su paso. Pero en cuanto la puerta se cerró tras él, se apresuró a salir del pasadizo y se acercó a Leny que estaba todavía sentada, mirando al suelo con los puños apretados.—Leny… —susurró Kenneth mientras se acercaba a ella y le tomaba la mano.—Te juro que pensé… por un momento pensé…—Pensaste que lo sabía, sobre nuestro bebé —comprendió Kenneth—. Pero no lo sabe, te loa seguro —la tranqu
UN PACTO CON EL DIABLO. CAPÍTULO 51: Un sueño vencidoLa biblioteca del palacio se había convertido en un campo de batalla en la búsqueda de información sobre Jonas Ravn. Papeles, carpetas y documentos estaban esparcidos por toda la mesa, cada uno representando un intento más por descubrir qué estaba tramando.—Algo se termina, hay un plazo, es todo lo que tenemos que encontrar: ¿cuál es el plazo que se vence para Jonas Ravn en el mes siguiente —murmuraba Kenneth y cada persona en aquella habitación se lanzó sobre los contratos, lo mismo de la compañía farmacéutica que de sus proveedores o de los medicamentos individuales.Finalmente Lord Bonrholm, que había estado revisando una pila de documentos, alzó la vista con una expresión de interés.—Creo que encontré algo —anunció con una expresión que hizo que todos se callaran al instante—. Bueno… la verdad no lo sé, no me parece muy relevante… pero aquí hay un contrato de caducidad de la renta del terreno donde están las fábricas de la fa
UN PACTO CON EL DIABLO. CAPÍTULO 52: Un negociadorKenneth estaba sentado en el borde de la cama, mirando por la ventana del cuarto mientras abrazaba a Leny. La sensación de impotencia lo devoraba por dentro, porque siempre había sido el hombre que resolvía problemas, el abogado corporativo que encontraba la salida legal perfecta, pero ahora sentía que, aunque habían descubierto el problema del terreno de las fábricas, no era él el que podía remediar el conflicto.—No lo sobre pienses —escuchó la voz baja de Leny—. Somos una familia, somos un equipo, no todo está sobre tus hombros.Sin embargo no demorarían mucho en darse cuenta de que su participación en aquello no había terminado, porque menos de una hora después el sonido de pasos pesados se escuchó en el pasillo. La puerta se abrió lentamente y apareció el duque, con el ceño fruncido y nada contento.—¿Qué fue lo que no salió bien? —preguntó Kenneth de inmediato.—La venta —dijo el duquecon visible molestia—. Parece que el señor S
UN PACTO CON EL DIABLO. CAPÍTULO 53: El fin de la farsaLeny se miró al espejo, como si tratara de procesar todo lo que había pasado en las últimas semanas. Había algo en su mirada, una mezcla de alivio, fatiga y, sobre todo, determinación. Kenneth lo sintió también, pero no iba a dejar que esa tensión la afectara de nuevo, porque ahora estaba él para cuidarlos, a ella y a su bebé.Se acercó lentamente, tomando su rostro entre sus manos antes de besarla lentamente.—¿Ya te dije lo hermosa que estás? —susurró contra sus labios—. ¿En serio tienes que ponerte así para recibir al idiota de tu futuro ex prometido?—Me voy a vestir hermosa para muchas ocasiones a partir de ahora —replicó ella cruzando los brazos detrás de su cuello—. Pero si algo debes empezar a aprender de la nobleza, es que cuanto más duro vayas a pegar, más elegante tiene que ser el outfit, así que ponte sexi, cariño, que vamos a terminar con esto de una buena vez.Él sonrió con ternura, acariciándole el rostro.—¡Eres u