UN PACTO CON EL DIABLO. CAPÍTULO 48: El secreto del palacioKenneth se cubrió el rostro con una mano antes de girarse en dirección a Leny y hacer un puchero, porque no podía creer que el duque le pusiera aquello como condición.—¿Es en serio?... ¡Pero es ridículo! —protestó, mirando al duque con los ojos entrecerrados como si sospechara que todo era una broma a su costa—. No puedo creer que sea obligatorio tener el cabello largo, ¿no alcanza con que el nombre sea largo?Leny suspiró, pero había una sonrisa divertida en su rostro.—Es la tradición, Kenneth. Los hombres de la nobleza no pueden llevar el cabello corto, como los militares. Se supone que el cabello largo representa algo más elevado, más distinguido.Kenneth frunció el ceño viendo que no tenía salida. Al final si iba a casarse con una duquesa, no tenía más remedio que aceptar las peculiaridades de la vida aristocrática, así que lamentablemente para él, ya no había un límite para lo que estaba dispuesto a tolerar.—Bueno, si
UN PACTO CON EL DIABLO. CAPÍTULO 49. Un prometido aferradoKenneth avanzó con pasos silenciosos por el pasadizo, con la respiración contenida, mientras se dirigía hacia la pequeña mirilla que daba a la biblioteca. La reunión había comenzado antes de lo previsto, y la urgencia en el tono de las voces delataba que algo grave estaba en marcha.Dentro el duque von Rosenberg y su esposa estaban de pie, con los hombros tensos. A su derecha, Leny permanecía en silencio, claramente incómoda y sentada en una silla de ruedas. Y frente a ellos estaba Jonas Ravn, cuya expresión era demasiado gentil para el gusto de cualquiera.—Queremos ofrecerle una disculpa, señor Ravn, pero nos vemos en la penosa necesidad de informarle que no es prudente seguir adelante con la boda si Eleonora no está en plenas condiciones —dijo el duque, su tono firme aunque cargado de preocupación—. Su pierna ha tenido una recaída, y si esto sigue así, tendrá que presentarse en la boda en una silla de ruedas. No quiero que
UN PACTO CON EL DIABLO. CAPÍTULO 50. A la guerraEl silencio en aquella biblioteca era feroz. Kenneth solo podía imaginar cómo estaría su loca, desquiciada por alcanzar el jarrón de la dinastía Ming más cercano y romperle un millón y medio de libras en la cabeza al imbécil que se atrevía a amenazar a su familia.Lo que no sabía era que, con todo su protocolo y su educación, el duque tenía la vista puesta en el mismo jarrón.Jonas Ravnse volvió con desprecio, dirigiéndose hacia la puerta. Kenneth observó cómo salía de la habitación sin esperar respuesta, dejando una atmósfera pesada y sofocante a su paso. Pero en cuanto la puerta se cerró tras él, se apresuró a salir del pasadizo y se acercó a Leny que estaba todavía sentada, mirando al suelo con los puños apretados.—Leny… —susurró Kenneth mientras se acercaba a ella y le tomaba la mano.—Te juro que pensé… por un momento pensé…—Pensaste que lo sabía, sobre nuestro bebé —comprendió Kenneth—. Pero no lo sabe, te loa seguro —la tranqu
UN PACTO CON EL DIABLO. CAPÍTULO 51: Un sueño vencidoLa biblioteca del palacio se había convertido en un campo de batalla en la búsqueda de información sobre Jonas Ravn. Papeles, carpetas y documentos estaban esparcidos por toda la mesa, cada uno representando un intento más por descubrir qué estaba tramando.—Algo se termina, hay un plazo, es todo lo que tenemos que encontrar: ¿cuál es el plazo que se vence para Jonas Ravn en el mes siguiente —murmuraba Kenneth y cada persona en aquella habitación se lanzó sobre los contratos, lo mismo de la compañía farmacéutica que de sus proveedores o de los medicamentos individuales.Finalmente Lord Bonrholm, que había estado revisando una pila de documentos, alzó la vista con una expresión de interés.—Creo que encontré algo —anunció con una expresión que hizo que todos se callaran al instante—. Bueno… la verdad no lo sé, no me parece muy relevante… pero aquí hay un contrato de caducidad de la renta del terreno donde están las fábricas de la fa
UN PACTO CON EL DIABLO. CAPÍTULO 52: Un negociadorKenneth estaba sentado en el borde de la cama, mirando por la ventana del cuarto mientras abrazaba a Leny. La sensación de impotencia lo devoraba por dentro, porque siempre había sido el hombre que resolvía problemas, el abogado corporativo que encontraba la salida legal perfecta, pero ahora sentía que, aunque habían descubierto el problema del terreno de las fábricas, no era él el que podía remediar el conflicto.—No lo sobre pienses —escuchó la voz baja de Leny—. Somos una familia, somos un equipo, no todo está sobre tus hombros.Sin embargo no demorarían mucho en darse cuenta de que su participación en aquello no había terminado, porque menos de una hora después el sonido de pasos pesados se escuchó en el pasillo. La puerta se abrió lentamente y apareció el duque, con el ceño fruncido y nada contento.—¿Qué fue lo que no salió bien? —preguntó Kenneth de inmediato.—La venta —dijo el duquecon visible molestia—. Parece que el señor S
UN PACTO CON EL DIABLO. CAPÍTULO 53: El fin de la farsaLeny se miró al espejo, como si tratara de procesar todo lo que había pasado en las últimas semanas. Había algo en su mirada, una mezcla de alivio, fatiga y, sobre todo, determinación. Kenneth lo sintió también, pero no iba a dejar que esa tensión la afectara de nuevo, porque ahora estaba él para cuidarlos, a ella y a su bebé.Se acercó lentamente, tomando su rostro entre sus manos antes de besarla lentamente.—¿Ya te dije lo hermosa que estás? —susurró contra sus labios—. ¿En serio tienes que ponerte así para recibir al idiota de tu futuro ex prometido?—Me voy a vestir hermosa para muchas ocasiones a partir de ahora —replicó ella cruzando los brazos detrás de su cuello—. Pero si algo debes empezar a aprender de la nobleza, es que cuanto más duro vayas a pegar, más elegante tiene que ser el outfit, así que ponte sexi, cariño, que vamos a terminar con esto de una buena vez.Él sonrió con ternura, acariciándole el rostro.—¡Eres u
UN PACTO CON EL DIABLO. CAPÍTULO 54: Peligrosamente PerfectoLa luz de la luna iluminaba la habitación de Leny de una manera casi mágica, reflejándose en los muebles antiguos y proyectando sombras suaves en las paredes. Ella estaba recostada entre todas sus almohadas, respirando suavemente mientras el sueño la dominaba, cuando sintió aquel roce suave y completamente descarado sobre la ligera bata de seda que apenas cubría su cuerpo.Una sonrisa inmediata se esbozó en sus labios porque ni siquiera había escuchado la puerta abrirse, el condenado podía ser sigiloso como un gato cuando quería, aunque tenía le presentimiento de que aquella noche venía por algo muy diferente.—Ya nadie puede murmurar sobre nosotros, muñeca —dijo Kenneth mientras la acariciaba lentamente y se acostaba tras ella en la cama.—¿Te refieres a que ya no estoy comprometida con Ravn y ahora somos completamente libres? —susurró ella—. Eso es cierto, pero todavía soy una señorita soltera, y no puedo dar de qué hablar
UN PACTO CON EL DIABLO. CAPÍTULO 55: Un premio gordoKenneth abrió los ojos lentamente, sintiendo la calidez del cuerpo de Leny acurrucado junto a él. La luz del amanecer se filtraba suavemente por las cortinas, creando un ambiente tranquilo y acogedor en la habitación. Su brazo estaba envuelto alrededor de su cintura, y ella se movía ligeramente, aún sumida en un sueño profundo.Kenneth la observó durante unos segundos, asimilando el cambio drástico que había dado su vida desde que aquella loca había entrado en ella. jamás habría imaginado que estaría a punto de casarse y esperando un bebé; pero era como si todo en su vida finalmente hubiera caído en su lugar.—¿Cómo me puedes gustar tanto, condenada? —susurró, más para sí mismo que para ella.Y aquel era el momento tierno, perfecto, dulce, para recordar toda la vida hasta que la puerta de la habitación se abrió con un estruendo y la tía Louise apareció con su perfecto escándalo.—¡Levántense, levántense los dos! —gritó entrando sin