UN PACTO CON EL DIABLO. CAPÍTULO 26: Un momento a solasKenneth observaba desde el borde del salón, tratando de disimular la tormenta de emociones que le atravesaba mientras Leny cruzaba la estancia en los brazos de Jonas. La música fluía, el vals resonaba con una perfección casi abrumadora, y la sonrisa tranquila y amable de Leny solo hacía que la frustración de Kenneth se intensificara."¡Si es que no sé de qué se ríe tanto! ¿Tendrá monos en la cara el idiota?" intentó repetirse, pero la forma en que Jonas la miraba, la manera en que sus cuerpos se movían como si fueran uno solo... todo aquello lo irritaba más de lo que estaba dispuesto a admitir.Los segundos se le hicieron eternos, y cuando Kenneth pensaba que no podía soportar más verlos bailar, notó que Leny hacía una ligera mueca de dolor, deteniendo el baile y señalando al extremo del salón más cercano a ellos.Jonas se inclinó hacia ella, preocupado, mientras Kenneth se adelantaba instintivamente, porque aquello solo podía si
UN PACTO CON EL DIABLO. CAPÍTULO 27. Una broma de mal gustoLeny lo miraba fijamente, esperando que Jonas aclarara a qué se refería con "broma". Algo en el tono ligero de su voz no cuadraba con la situación, y ella no era de las que se tomaban a la ligera ciertas situaciones, especialmente algunas bromas.—Te hice una pregunta —insistió hasta que se dio cuenta de que él no tenía ninguna intención de responderle.—De verdad no es nada, Lady von Rosenberg, solo son cosas entre hombres…Jonas se encogió de hombros como si no fuera la gran cosa, pero el brillo travieso en sus ojos lo traicionaba, así que él de alguna forma tenía que ser parte de todo aquello, y solo bastó un segundo para que (legítima o no) la “duquesa de Holstein” se le subiera a Leny como si fuera un segundo espíritu.—¡Te hice una maldita pregunta! —gruñó entre dientes, haciendo que Jonas Ravn se envarara de inmediato—. Y si quieres seguir a mi buena sombra te aconsejo que me respondas de una puñetera vez, porque si te
UN PACTO CON EL DIABLO. CAPÍTULO 28: Un momento críticoAquello, por desgracia, no era como en las películas. No bastaba que alguien agarrara las riendas de un caballo desbocado para frenarlo.El viento azotaba el rostro de Leny mientras galopaba a toda velocidad detrás del caballo de Kenneth. Sabía que detener a un animal en ese estado no sería fácil y que él, con su inexperiencia, no lo lograría solo.El animal se movía descontrolado, zigzagueando a través del campo, y el miedo que vio en los ojos de Kenneth cuando se acercó fue suficiente para acelerarle el corazón aún más.—¡Ken! —gritó Leny, intentando que la escuchara entre el ruido de los cascos y el viento.Kenneth volteó, con el rostro pálido por el pánico, aunque en ese momento más por ella que por él. ¿Qué demonios hacía allí? ¿Qué diablos hacía descalza y en calzones encima de un caballo… ¡sin silla?! Pero apenas pudo mirarla de reojo antes de que el caballo diera otro violento tirón.Leny, sin perder tiempo, logró colocar
UN PACTO CON EL DIABLO. CAPÍTULO 29: El tesoro perdidoLeny trató de sonreír, aunque el dolor en su pierna no le permitía relajarse del todo. Kenneth seguía ahí, a su lado, mirándola con una mezcla de alivio y preocupación que hacía que su corazón se encogiera.Estaba vivo y estaba sano, y tenía cara de que quería hacer arder el mundo.—Ken… —empezó Leny, con la voz suave—. Lo siento tanto. Mi familia... fue una broma de muy mal gusto. No debieron haberte dado un caballo sin emperiencia.Kenneth la miró directamente a los ojos y frunció el ceño sin comprender.—¿De qué hablas, nena?—Del caballo… el que te dieron… nunca había estado en una cacería… era claro que se iba a asustar con los disparos…Kenneth apretó los dientes, pero la verdad era que le daba igual.—Eso no importa ahora, Leny —dijo con firmeza, apretando suavemente su mano—. Solo quiero que estés bien. ¿De acuerdo? Tienes que ponerte bien porque yo necesito educación en equitación urgente, y en este punto no confío en nad
UN PACTO CON EL DIABLO. CAPÍTULO 30: ¿Quién es?Kenneth revolvía el contenido del último arcón mientras Leny lo observaba desde la cama, con la respiración cada vez más agitada. Habían pasado media hora revisando uno por uno todos los arcones que habían traído del viaje, y el pequeño cofre con las cartas de su madre seguía sin aparecer. El sudor perlaba la frente de Kenneth, y la tensión que emanaba de Leny lo contagiaba.—¿Nada? —preguntó ella con voz temblorosa, a pesar de que la respuesta ya la sabía.Kenneth cerró el arcón, exhalando un suspiro pesado, y negó con la cabeza.—Nada —respondió mientras se levantaba y se acercaba a ella—. Hemos buscado en todos lados. ¿Estás completamente segura de que las cartas estaban en el tuyo?Leny apretó los labios, claramente luchando por contener las lágrimas. Se sentía desesperada y atrapada, como si una mano invisible la estuviera asfixiando poco a poco. Sabía que había puesto las cartas en su arcón personal, lo había hecho con sus propias
UN PACTO CON EL DIABLO. CAPÍTULO 31: Un abogado en acción.La cómoda silla de ruedas eléctrica que habían conseguido para Leny rodaba sin problemas sobre el camino pavimentado, hacia la pequeña glorieta al final del sendero, donde Adelaide la esperaba.Kenneth se había quedado atrás, en la casa, primero para no entorpecer la conversación, y luego porque había un par de cosas que necesitaba resolver de inmediato, pero eso no significaba para nada que no estuviera escuchando cada palabra que se decía.Adelaide estaba sentada en uno de los bancos, luciendo impecable, como siempre, y cuando Leny llegó, la recibió con una sonrisa que parecía demasiado dulce para ser sincera.—Querida prima, qué alivio verte más recuperada —dijo, poniéndose de pie con una exagerada cordialidad—. Me preocupé tanto cuando supe de tu accidente. Espero que te sientas mejor.Leny respiró hondo, intentando mantener la calma. Sabía que aquella conversación era una farsa y no tenía tiempo para juegos.—Gracias, Ade
UN PACTO CON EL DIABLO. CAPÍTULO 32: Una victoria amargaAdelaide mantenía la mirada fija en el contrato que tenía frente a ella, su ceño fruncido reflejaba una mezcla de frustración y humillación, pero sabía que no tenía más opciones. Si no firmaba, no recibiría ni un centavo, y la amenaza implícita en los términos que Kenneth había redactado era demasiado clara: si intentaba ir por otro camino, ambos lados quedarían destruidos.Con un bufido de molestia, tomó la pluma que Kenneth le tendía y firmó el contrato a regañadientes, soltándola luego como si fuera una daga envenenada.—Ahí lo tienes —dijo con tono frío mientras lanzaba una mirada de desprecio hacia Leny—. No es como si me estuvieras haciendo un favor.—Créeme, sé que te lo estoy haciendo —gruñó Leny—. Recibirás el primer millón a través de una transferencia en tres días —añadió con voz firme, aunque la tensión en su mandíbula delataba el esfuerzo que hacía por mantenerse tranquila.Adelaide se cruzó de brazos y ladeó la cab
UN PACTO CON EL DIABLO. CAPÍTULO 33: La decisión más difícilLeny apenas podía contener las lágrimas al escuchar a su padre. El peso de las palabras del duque caía sobre ella como una sentencia. Sabía que tenía razón, pero eso no hacía que doliera menos el hecho de sentirse forzada.—Papá… ¿no hay forma de dilatar esto un poco? —preguntó—. No hay ninguna posibilidad de esperar al menos un par de meses para definir mi situación o…—Lo siento mucho, hija, pero ya sabes cuál es la respuesta —dijo su padre con voz grave, como solía hacerlo cuando quería subrayar la seriedad de la situación—. Te di tu espacio para que arreglaras las cosas con Kenneth; pero todo esto que pasó en la casa del conde trajo las miradas sobre nosotros. Los rumores de tu matrimonio llegaron al rey… y él ha sido claro. Me dio una semana para hacer un anuncio oficial, y la verdad es que no importa con quién sea. Así que, o te reconcilias con tu actual marido, o eliges uno nuevo, pero el rey quiere que la continuidad