UN PACTO CON EL DIABLO. CAPÍTULO 29: El tesoro perdidoLeny trató de sonreír, aunque el dolor en su pierna no le permitía relajarse del todo. Kenneth seguía ahí, a su lado, mirándola con una mezcla de alivio y preocupación que hacía que su corazón se encogiera.Estaba vivo y estaba sano, y tenía cara de que quería hacer arder el mundo.—Ken… —empezó Leny, con la voz suave—. Lo siento tanto. Mi familia... fue una broma de muy mal gusto. No debieron haberte dado un caballo sin emperiencia.Kenneth la miró directamente a los ojos y frunció el ceño sin comprender.—¿De qué hablas, nena?—Del caballo… el que te dieron… nunca había estado en una cacería… era claro que se iba a asustar con los disparos…Kenneth apretó los dientes, pero la verdad era que le daba igual.—Eso no importa ahora, Leny —dijo con firmeza, apretando suavemente su mano—. Solo quiero que estés bien. ¿De acuerdo? Tienes que ponerte bien porque yo necesito educación en equitación urgente, y en este punto no confío en nad
UN PACTO CON EL DIABLO. CAPÍTULO 30: ¿Quién es?Kenneth revolvía el contenido del último arcón mientras Leny lo observaba desde la cama, con la respiración cada vez más agitada. Habían pasado media hora revisando uno por uno todos los arcones que habían traído del viaje, y el pequeño cofre con las cartas de su madre seguía sin aparecer. El sudor perlaba la frente de Kenneth, y la tensión que emanaba de Leny lo contagiaba.—¿Nada? —preguntó ella con voz temblorosa, a pesar de que la respuesta ya la sabía.Kenneth cerró el arcón, exhalando un suspiro pesado, y negó con la cabeza.—Nada —respondió mientras se levantaba y se acercaba a ella—. Hemos buscado en todos lados. ¿Estás completamente segura de que las cartas estaban en el tuyo?Leny apretó los labios, claramente luchando por contener las lágrimas. Se sentía desesperada y atrapada, como si una mano invisible la estuviera asfixiando poco a poco. Sabía que había puesto las cartas en su arcón personal, lo había hecho con sus propias
UN PACTO CON EL DIABLO. CAPÍTULO 31: Un abogado en acción.La cómoda silla de ruedas eléctrica que habían conseguido para Leny rodaba sin problemas sobre el camino pavimentado, hacia la pequeña glorieta al final del sendero, donde Adelaide la esperaba.Kenneth se había quedado atrás, en la casa, primero para no entorpecer la conversación, y luego porque había un par de cosas que necesitaba resolver de inmediato, pero eso no significaba para nada que no estuviera escuchando cada palabra que se decía.Adelaide estaba sentada en uno de los bancos, luciendo impecable, como siempre, y cuando Leny llegó, la recibió con una sonrisa que parecía demasiado dulce para ser sincera.—Querida prima, qué alivio verte más recuperada —dijo, poniéndose de pie con una exagerada cordialidad—. Me preocupé tanto cuando supe de tu accidente. Espero que te sientas mejor.Leny respiró hondo, intentando mantener la calma. Sabía que aquella conversación era una farsa y no tenía tiempo para juegos.—Gracias, Ade
UN PACTO CON EL DIABLO. CAPÍTULO 32: Una victoria amargaAdelaide mantenía la mirada fija en el contrato que tenía frente a ella, su ceño fruncido reflejaba una mezcla de frustración y humillación, pero sabía que no tenía más opciones. Si no firmaba, no recibiría ni un centavo, y la amenaza implícita en los términos que Kenneth había redactado era demasiado clara: si intentaba ir por otro camino, ambos lados quedarían destruidos.Con un bufido de molestia, tomó la pluma que Kenneth le tendía y firmó el contrato a regañadientes, soltándola luego como si fuera una daga envenenada.—Ahí lo tienes —dijo con tono frío mientras lanzaba una mirada de desprecio hacia Leny—. No es como si me estuvieras haciendo un favor.—Créeme, sé que te lo estoy haciendo —gruñó Leny—. Recibirás el primer millón a través de una transferencia en tres días —añadió con voz firme, aunque la tensión en su mandíbula delataba el esfuerzo que hacía por mantenerse tranquila.Adelaide se cruzó de brazos y ladeó la cab
UN PACTO CON EL DIABLO. CAPÍTULO 33: La decisión más difícilLeny apenas podía contener las lágrimas al escuchar a su padre. El peso de las palabras del duque caía sobre ella como una sentencia. Sabía que tenía razón, pero eso no hacía que doliera menos el hecho de sentirse forzada.—Papá… ¿no hay forma de dilatar esto un poco? —preguntó—. No hay ninguna posibilidad de esperar al menos un par de meses para definir mi situación o…—Lo siento mucho, hija, pero ya sabes cuál es la respuesta —dijo su padre con voz grave, como solía hacerlo cuando quería subrayar la seriedad de la situación—. Te di tu espacio para que arreglaras las cosas con Kenneth; pero todo esto que pasó en la casa del conde trajo las miradas sobre nosotros. Los rumores de tu matrimonio llegaron al rey… y él ha sido claro. Me dio una semana para hacer un anuncio oficial, y la verdad es que no importa con quién sea. Así que, o te reconcilias con tu actual marido, o eliges uno nuevo, pero el rey quiere que la continuidad
UN PACTO CON EL DIABLO. CAPÍTULO 34: El precio del honor.Kenneth se quedó mirando los papeles sobre la mesa sin saber qué decir. El eco de las palabras de Leny retumbaba en su mente, pero su cerebro no lograba procesarlas del todo.“¿Papeles del divorcio?”“¿Te deseo lo mejor?”—¿Pero qué diablos…? ¿Qué es esto, Leny? —repitió y su voz era apenas un susurro. Algo en su interior se tambaleaba, aunque intentaba mantener la calma.Leny permanecía sentada, con los brazos cruzados sobre su pecho, claramente tratando de evitar que la emoción se le desbordara. No quería mostrarse vulnerable ante él, no después de todo lo que había pasado. Era su decisión, y tenía que ser fuerte.—Es lo mejor, Ken —dijo finalmente—. Es hora de poner fin a todo esto.Kenneth respiró hondo, buscando las palabras adecuadas. Miró al abogado, que seguía a su lado como un guardián impasible, y supo que aquella era una conversación que no podía tener testigos.—Lord Bornholm, ¿puede dejarnos solos un momento? —pidi
UN PACTO CON EL DIABLO. CAPÍTULO 35: Una alianza peligrosaKenneth salió del despacho con el corazón acelerado, el cuerpo aún vibrando por la bofetada de Leny y la mezcla de frustración e impotencia que no lo dejaba en paz. No podía creer cómo había terminado todo. Apenas había firmado el divorcio, y ya se sentía como si estuviera huyendo.Pero había algo más que le quemaba por dentro. La incertidumbre. La sensación de estar siendo empujado a tomar una decisión que él mismo había pedido a gritos."Libertad", pensaba amargamente. "¡Pero si esto es lo que yo quería, ¿por qué carajos me molesta tanto el puto divorcio?"Para cuando regresó a la habitación, su maleta ya estaba estratégicamente preparada y él solo tuvo que arrastrarla en silencio hacia la salida. La película surrealista había terminado. La nobleza, los títulos… esa vida nunca había sido suya, y lo sabía. Y quizá ese era el verdadero problema.Cuando salió al jardín, se sorprendió al ver que el duque lo esperaba junto al aut
UN PACTO CON EL DIABLO. CAPÍTULO 36: Una amenaza en las puertas.Kenneth se inclinó hacia adelante, observando la conversación entre Adelaide y Ravenscroft mientras su mente procesaba la gravedad de la situación, pero desde donde estaba era completamente imposible escuchar nada, así que decidió acercarse más, lo suficiente para oír mejor sin levantar sospechas.Un billete de cien libras en el bolsillo de un mesero le ganaron una bandeja y unas copas, y con ellas se deslizó con agilidad entre las mesas, fingiendo ser parte del servicio del restaurante. Nadie le prestó demasiada atención, porque después de todo, en medio de una conversación tan importante, cualquiera ignoraría a un mesero.Cuando pasó junto a la mesa de Adelaide, escuchó la voz fría y calculadora de Ravenscroft.—No pensé que fueras del tipo de mujer que quiere casarse —dijo él con una sonrisa sarcástica y Adelaide le devolvió una carcajada seca, llena de desprecio.—No me interesa casarme con cualquier noble idiota, Ed