UN PACTO CON EL DIABLO. CAPÍTULO 34: El precio del honor.Kenneth se quedó mirando los papeles sobre la mesa sin saber qué decir. El eco de las palabras de Leny retumbaba en su mente, pero su cerebro no lograba procesarlas del todo.“¿Papeles del divorcio?”“¿Te deseo lo mejor?”—¿Pero qué diablos…? ¿Qué es esto, Leny? —repitió y su voz era apenas un susurro. Algo en su interior se tambaleaba, aunque intentaba mantener la calma.Leny permanecía sentada, con los brazos cruzados sobre su pecho, claramente tratando de evitar que la emoción se le desbordara. No quería mostrarse vulnerable ante él, no después de todo lo que había pasado. Era su decisión, y tenía que ser fuerte.—Es lo mejor, Ken —dijo finalmente—. Es hora de poner fin a todo esto.Kenneth respiró hondo, buscando las palabras adecuadas. Miró al abogado, que seguía a su lado como un guardián impasible, y supo que aquella era una conversación que no podía tener testigos.—Lord Bornholm, ¿puede dejarnos solos un momento? —pidi
UN PACTO CON EL DIABLO. CAPÍTULO 35: Una alianza peligrosaKenneth salió del despacho con el corazón acelerado, el cuerpo aún vibrando por la bofetada de Leny y la mezcla de frustración e impotencia que no lo dejaba en paz. No podía creer cómo había terminado todo. Apenas había firmado el divorcio, y ya se sentía como si estuviera huyendo.Pero había algo más que le quemaba por dentro. La incertidumbre. La sensación de estar siendo empujado a tomar una decisión que él mismo había pedido a gritos."Libertad", pensaba amargamente. "¡Pero si esto es lo que yo quería, ¿por qué carajos me molesta tanto el puto divorcio?"Para cuando regresó a la habitación, su maleta ya estaba estratégicamente preparada y él solo tuvo que arrastrarla en silencio hacia la salida. La película surrealista había terminado. La nobleza, los títulos… esa vida nunca había sido suya, y lo sabía. Y quizá ese era el verdadero problema.Cuando salió al jardín, se sorprendió al ver que el duque lo esperaba junto al aut
UN PACTO CON EL DIABLO. CAPÍTULO 36: Una amenaza en las puertas.Kenneth se inclinó hacia adelante, observando la conversación entre Adelaide y Ravenscroft mientras su mente procesaba la gravedad de la situación, pero desde donde estaba era completamente imposible escuchar nada, así que decidió acercarse más, lo suficiente para oír mejor sin levantar sospechas.Un billete de cien libras en el bolsillo de un mesero le ganaron una bandeja y unas copas, y con ellas se deslizó con agilidad entre las mesas, fingiendo ser parte del servicio del restaurante. Nadie le prestó demasiada atención, porque después de todo, en medio de una conversación tan importante, cualquiera ignoraría a un mesero.Cuando pasó junto a la mesa de Adelaide, escuchó la voz fría y calculadora de Ravenscroft.—No pensé que fueras del tipo de mujer que quiere casarse —dijo él con una sonrisa sarcástica y Adelaide le devolvió una carcajada seca, llena de desprecio.—No me interesa casarme con cualquier noble idiota, Ed
UN PACTO CON EL DIABLO. CAPÍTULO 37: El último besoKenneth pasó los siguientes días con el estómago revuelto, incapaz de concentrarse en otra cosa que no fuera la amenaza latente que pendía sobre Leny. La seguridad que había visto en su madre le había dado algo de tranquilidad, pero no lo suficiente. ¿Qué tan rápido podría Josefine von Rosenberg actuar? ¿Sería suficiente para detener a Adelaide antes de que hiciera público el escándalo?Pero cualquier tranquilidad se esfumó por completo cuando dos días, un artículo en el diario local le devolvió el malestar por completo."Fiesta en honor al anuncio oficial del compromiso de Su Excelencia Eleonora von Rosenberg", decía el titular, acompañado de una fotografía de la majestuosa residencia ducal.Kenneth sintió un nudo en el estómago al leerlo. Eso significaba que no había sido cancelado el anuncio, a pesar de lo que sabían, a pesar de todo lo que estaba en juego.—¿Qué demonios están haciendo? —murmuró, golpeando la mesa con el puño.No
UN PACTO CON EL DIABLO. CAPÍTULO 38. Reina o peónEl salón quedó en silencio absoluto mientras Adelaide hablaba, su voz cortaba el aire con frialdad, y Leny sintió un nudo en el estómago, como si cada palabra que ella pronunciaba fuera un golpe directo a lo inevitable.—Esta noche, tengo el deber de revelar algo crucial para el futuro del ducado de Holstein —dijo Adelaide, y su mirada recorrió la sala llena de la élite danesa, incluyendo a Su majestad—. Eleonora von Rosenberg, a quien muchos de ustedes consideran la legítima heredera de este ducado… ¡no lo es! Porque no lleva la sangre del duque von Rosenberg. ¡Solo es una hija ilegítima!Un murmullo inquietante recorrió la sala mientras todos se miraba.El escándalo había estallado en solo tres palabras, pero en el mismo momento en que Kenneth, dio un paso hacia ella, vio cómo Leny se adelantaba, caminando con gracia y dignidad hasta ponerse frente a Adelaide.—¿Quién, según tú, sería el legítimo heredero? —preguntó Leny en voz clara
UN PACTO CON EL DIABLO. CAPÍTULO 39: Un juego que nadie esperabaLeny estaba en su habitación, los latidos de su corazón repicaban en sus oídos mientras observaba su propio reflejo en el espejo. Sabía que todo estaba a punto de cambiar, pero la calma la envolvía de una manera casi extraña. Todavía faltaban cuatro días para el anuncio, cuando la puerta de su habitación se abrió y apareció su madre, apresurada.—Leny —dijo en un tono grave, cerrando la puerta tras de sí—. Necesitamos hablar.La muchacha se dio la vuelta, enfrentando la mirada de su madre y sabiendo que definitivamente algo debía estar pasando para que la llamara por su diminutivo.—¿Qué pasa?—Acabo de regresar de una reunión privada que tuve con tu esp… con Kenneth —dijo Josefine sin darle vueltas.—¿Cómo? ¿Kenneth habló contigo? ¿Por qué? —preguntó Leny, preocupada.Josefine asintió, su expresión era tensa, pero no evasiva. Parecía preparada para lo que venía.—Me lo contó todo. Sobre las cartas... y sobre lo que Adel
UN PACTO CON EL DIABLO. CAPÍTULO 40. Sangre y honor.El ambiente en el salón se había transformado por completo. Lo que hacía unos minutos parecía una guerra de revelaciones y tensiones, ahora se había convertido en un cuchicheo bajo y constante. Kenneth observaba desde una esquina cómo Leny, radiante y aliviada, abrazaba a su madre y a su tía Louise. Había algo especial en esa escena: las tres mujeres, que habían estado amenazadas por años de secretos, ahora parecían más unidas que nunca.De repente, la voz del rey rompió el momento. Era una voz alegre, que resonaba por todo el salón.—¡Damas y caballeros! —exclamó el monarca—. Esta ha sido una pausa interesante, pero ahora es momento de retomar la celebración. ¡La fiesta debe continuar!Los invitados, que habían estado expectantes, se encargaron muy bien de aplaudir y seguir bailando, porque nadie era tan idiota como para indisponer a Su Majestad. La tensión que había llenado el aire desapareció, y poco a poco, la música volvió a so
UN PACTO CON EL DIABLO. CAPÍTULO 41. Vidas separadas.Kenneth sintió una mezcla de emociones mientras las palabras de la tía Louise resonaban en su cabeza. Su sentencia, aunque cruda, estaba llena de verdad. Él había puesto a Leny en aquella posición, así que no era correcto que quedara ahí por más tiempo.Observó una última vez cómo Leny y Johan Ravn recibían las felicitaciones por su compromiso. Sus sonrisas eran perfectas, pero vacías para él, porque por desgracia conocía a Leny, y sabía muy bien cuando estaba siendo feliz y cuando solo estaba siendo educada.Desapareció en medio de la algarabía. Salió de aquella fiesta con el pecho más estrujado de lo que lo tenía cuando había llegado, y esa misma noche recogió sus cosas del hotel. Agarró la maleta y cerró la puerta detrás de él con una extraña sensación de vacío. En el trayecto al aeropuerto, la ciudad parecía dormir tranquila, ajena a la tormenta que se arremolinaba en su mente; y cuando por fin consiguió un vuelo y se subió al