UN PACTO CON EL DIABLO. CAPÍTULO 15. La mejor estrategia.El duque entró en su estudio privado, con una mezcla de seriedad e incredulidad en el rostro, y Lord Bornholm entró corriendo tras él, y por supuesto que no cerró la puerta con seguro porque estaba bastante seguro de que, a la velocidad a la que corrían los chismes en aquella casa, “alguien más” no dudaría en entrar.—¡Es un salvaje, Bornholm! —escandalizó el duque, masajeándose las sienes—. ¡Mi yerno es un bárbaro! Le rompió la nariz al Barón. ¡Deberías haber visto la escena, lo dejó con la cara hecha un desastre, sangre por todas partes, tabique destrozado, y encima ni sudó! ¿¡Y sabes qué es lo más escandaloso de todo?! ¡Que lo hizo marcharse con el rabo entre las piernas!Bornholm abrió mucho los ojos y carraspeó, porque aunque participaba en el evento no le había tocado ver la paliza de cerca.—¡Escandaloso, escandaloso! ¡Eso es inaceptable, Su Excelencia! ¡Un comportamiento inadmisible para alguien que tiene un vínculo con
UN PACTO CON EL DIABLO. CAPÍTULO 16. Locura en el ¿paraíso?Kenneth no sabía si reír, llorar, o amenazar con lanzarse del viejo campanario del palacio ducal, ¡porque aquello tenía que ser una broma ¿cierto?No podía negar que el vozarrón del duque imponía, pero ¡diablos! obligarlo a hacer un espectáculo de aquellos era ya demasiado.—¡No puedes obligarme a hacer esto! ¡Soy un hombre adulto! ¡No me voy a disfrazar como si estuviéramos en un maldito carnaval medieval! —gritó Kenneth, con los brazos alzados en señal de derrota.Leny echó atrás la cabeza apoyada en sus muletas y gruñó con impaciencia.—¿Y crees que yo quiero hacerlo? ¡Es una maldit@ tortura, pero es la tradición, y mis padres no han faltado a ella ni un solo año! Así que te guste o no, vas a tener que vestirte como un noble de hace dos siglos, ¡incluidas las medias! —rezongó.—¡No me pondré medias! —replicó Kenneth pateando el suelo como un niño chiquito.—¡Sí lo harás! ¡Sí lo harás porque tengo mi as bajo la manga y si n
UN PACTO CON EL DIABLO. CAPÍTULO 17. La tradición familiarKenneth se miraba en el espejo como si quisiera arrancarse el cabello. El atuendo del siglo XVIII, con la casaca ajustada y las medias blancas, lo hacía ver como si estuviera a punto de protagonizar una obra de teatro ridícula. ¡No podía creer que tuviera que estar así días completos delante de… un montón de gente! Pero lo peor no era el atuendo en sí, sino todo lo que se marcaba en el área de la bragueta.¡Y Dios era testigo de que él jamás había sido pudoroso, pero aquello era como ir ofreciéndolo por delante…! ¡Muy ofrecido!—¡Esto es una maldit@ broma! —exclamó, agitando las manos frente al espejo—. ¡Mírame! ¡Parezco un noble de carnaval... con un paquete de exhibición!Leny, apoyada en el marco de la puerta, lo observaba con una sonrisa traviesa.—Oh, Kenneth, querido... no es solo que pareces un noble de carnaval. ¡Es que lo luces a la perfección! —dijo, soltando una risita mientras sus ojos se desviaban descaradamente h
UN PACTO CON EL DIABLO. CAPÍTULO 18. Problemas de corséKenneth pestañeaba despacio mientras intentaba mantener la compostura al cruzar el umbral de la posada, pero la combinación de cerveza, el dolor en su trasero y la risa incontrolable de Leny no lo ayudaban en lo más mínimo. Ambos estaban más que pasados de copas.—¡Por Dios, Kenneth! ¡Camina derecho! —se burló Leny, aunque ella misma estaba tropezando y usaba a Kenneth de muleta—. ¡Parecemos dos piratas borrachos!—Eso es porque ¡somos! dos piratas borrachos —respondió él, mientras la ayudaba a subir las escaleras, sin dejar de reír.—¡Y encima los dos usamos tacones! —se carcajeó Leny y Kenneth miró sus zapatos con hebillas y en efecto, tacones.—¡Ah, qué vida tan miserable esta de los nobles de pacotilla! ¡Que alguien me traiga más cerveza y unas almohadas para sentarme!Llegaron a la habitación, y fue justo entonces cuando Leny se dio cuenta del pequeño problema: con tanta tela, vuelos y cintas, su vestido parecía una trampa m
UN PACTO CON EL DIABLO. CAPÍTULO 19. Los problemas de ser…—¡Ay, por Dios, mamá, no es para tanto! —gruñó Leny, todavía jadeante, mientras Kenneth intentaba, sin mucho éxito, ayudarla a sentarse decentemente en el carruaje.Las miradas escandalizadas de la familia no se hicieron esperar, pero ella no estaba de humor para explicaciones diplomáticas.—¡¿Qué están mirando?!—¡Que esa no es forma de presentarse, primita! —se adelantó una de sus primas, abanicándose y Leny puso los ojos en blanco mientras se bajaba del carruaje.—¡No seas payasa, solo me estaba ahogando con el maldito corsé!Entre el resto de la familia se intercambiaron miradas nerviosas, pero la tía Louise soltó una carcajada para despejar la tensión, y a pesar del rostro severo del duque, era más que evidente que estaba haciendo hasta lo imposible por no soltar la suya.—¡Por Dios, si eso pasa todo el tiempo en estos trajes ridículos! ¡Deberían inventar algo más práctico! ¡Algo así como un brasier! —exclamó Louise, sacu
UN PACTO CON EL DIABLO. CAPÍTULO 20: Una cómplice perfectaLeny y Kenneth se alejaron del bullicio del palacio del barón, a través de un estrecho sendero que apenas conocían los sirvientes. La propiedad era enorme, y casi toda el área era guardada celosamente por la familia, en especial las edificaciones más viejas que, aunque se habían desechado desde hacía muchos años, seguían teniendo un alto valor histórico y sentimental para ellos. A cada paso que daban, el sonido del viento y los pájaros reemplazaba las voces lejanas de quienes seguían charlando.Kenneth miraba a Leny con curiosidad mientras caminaban, en algunos momentos le parecía la chica sexi y terriblemente poderosa de la mesa de póker de Las Vegas, y otras era la duquesita loca que bebía una jarra de cerveza y se ahogaba con un corsé, y no tenía ni idea de que esa noche solo sería el inicio para que conociera a una mujer muy diferente.—¿A dónde me llevas? —preguntó con una sonrisa curiosa—. ¿Estamos huyendo temporal o de
UN PACTO CON EL DIABLO. CAPÍTULO 21: Fuego en el aguaEl vapor se levantaba alrededor de ellos mientras Kenneth volvía a besarla. A lo mejor estaba completamente loco, pero después de todas las tensiones de los últimos días, aquel maldito estuche con tres condones era como tener las llaves del paraíso por partida triple.—¿Tienes idea de lo que me haces? —gruñó rompiendo uno de ellos mientras su boca volvía a devorar la de Leny y permitía que toda aquella excitación lo dominara.No podía negar que aquello de que lo llamara “verdugo” lo había puesto por las nubes en un solo segundo, y aquella visión de Leny mordiendo sus labios, disfrutando al sentirlo tan cerca, aquel tacto sus manos deslizándose por su espalda desnuda… Todo aquello era como detonador gigante para él.—¿Qué te hago? —susurró ella con tono provocador, entrecerrando los ojos mientras lo desafiaba—. ¿Qué te hago, Ken?—Me vuelves loco, joder —gruñó él mientras su boca bajaba hacia su cuello y sus dedos recorrían la curva
UN PACTO CON EL DIABLO. CAPÍTULO 22. Secretos de familiaMientras Leny se vestía sin prisas para regresar a la casa, Kenneth no podía quitarse de la cabeza lo que ella había dicho sobre los encuentros de amantes en esos baños termales. Algo en su comentario había despertado una insaciable curiosidad en él. Así que se quedó allí, paseando la mirada por las viejas paredes de piedra, frotándose la barbilla con aire distraído. Leny, que ya estaba ajustándose el corsé, lo miró de reojo y soltó una carcajada.—¿Qué haces? —preguntó ella mientras se ajustaba los cordones—. ¿En serio estás buscando nombres grabados en piedra?—¡Oye, no es tan descabellado!—Ken, he estado aquí mil veces, no hay nada interesante. Solo leyendas antiguas y mucho vapor caliente.Pero él seguía dando vueltas, inspeccionando cada rincón con más atención de la que ella esperaba.—¡Eso es porque nunca te has tomado el tiempo de buscar como un abogado! —replicó con tono burlón, hasta que se acercó a una de las paredes