UN ESPOSO DE REEMPLAZO. CAPÍTULO 20. Una mujer tratando de darse valorLa camioneta desapareció levantando una nube de polvo que pareció asentarse directamente sobre los hombros de Irina. Sentía el peso de lo que acababa de hacer y de lo que estaba por enfrentar, pero no podía permitirse flaquear porque su vida, la de Mikhail y la de Konstantine dependían de eso. Dragan, parado a su lado, la miraba con una mezcla de burla y curiosidad.—Bienvenida a tu nueva casa, princesa —dijo señalando un edificio medio derruido, con ventanas rotas y graffiti en las paredes—. No es un palacio, pero espero que encuentres el lugar cómodo y la compañía… placentera.Irina no respondió, su mirada solo se fijó en el edificio mientras ajustaba la correa de su bolso. Una de las paredes parecía a punto de venirse abajo, y la entrada tenía un olor rancio que hizo que sus fosas nasales se crisparan.Dragan hizo un gesto hacia uno de sus hombres, que abrió la puerta de golpe.—Llévala adentro. Ponte cómoda, pr
UN ESPOSO DE REEMPLAZO. CAPÍTULO 21. Decidida a sobrevivirDragan miraba a Irina con los ojos entrecerrados, tratando de procesar lo que acababa de escuchar. Su respiración era pesada y sus manos temblaban mientras apuntaba un dedo acusador hacia aquella pequeña caja de plástico y cristal.—No… No es cierto. Tú también estabas bebiendo, ¡no puede ser que yo sea el único envenenado! —gruñó con un tono cargado de furia y desconcierto, pero Irina mantuvo la calma, cruzando las piernas mientras sostenía la caja entre sus manos con una seguridad calculada.—Eso es porque no puse el veneno en la botella, lo puse en tu vaso, cariño —murmuró entre dientes—. ¿De verdad creíste que la zorrita de lujo no vendría lista para ti? ¿Cómo has sobrevivido hasta ahora subestimando tanto a tus enemigos?Dragan se lanzó hacia ella con intención de arrebatarle la caja, pero Irina reaccionó con rapidez, levantándola frente a él como si fuera una reliquia sagrada.—¡Cuidado! —le advirtió con firmeza—. Antes
UN ESPOSO DE REEMPLAZO. CAPÍTULO 22. Un antídotoKonstantine daba vueltas en el interior del avión como un león enjaulado. Sus manos se cerraban en puños una y otra vez, y su mandíbula estaba tan tensa que parecía que podría romperse.—Dame un arma —le exigió a Mikhail, que estaba sentado en uno de los asientos con los brazos cruzados.Mikhail levantó una ceja, pero no discutió. Se inclinó hacia un compartimento bajo el asiento y sacó una pistola, extendiéndosela sin decir nada. Konstantine la tomó de inmediato, comprobando el cargador.—¿No tienes nada más grande que esto? —gruñó y Mikhail le mostró la caja de un rifle de asalto—. Gracias. Ahora prepárate para despegar en cuanto vuelva con Irina.Mikhail soltó un suspiro pesado, apoyando los codos sobre las rodillas, y negó con la cabeza.—No vas a ninguna parte, Konstantine.Pero este giró sobre sus talones sin hacerle caso.—No voy a quedarme aquí mientras ella está allá afuera, en manos de ese infeliz.—¡Dije que tú no vas a ningu
UN ESPOSO DE REEMPLAZO. CAPÍTULO 23. Nunca másEl rugido de los motores del avión marcaba el inicio de su regreso a casa, y apenas aquella escalerilla se plegó, Konstantine tiró de Irina hacia su cuerpo y la envolvió en un abrazo desesperado, besando su boca y su frente como si todo el temor de perderla que había pasado en las últimas horas saliera de golpe.—Gracias… gracias por venir por mí pero… Irina no vuelvas a hacer algo como esto nunca más —le suplicó Konstantine—. No importa dónde yo esté, no vuelvas a ponerte en riesgo por mí.Los ojos de Irina se abrieron por un instante, como si acabara de tener una maldita epifanía, pero el gesto solo duró una fracción antes de que sus labios se apretaran y respirara pesadamente.Asintió en silencio y luego se sentaron juntos, con los dedos entrelazados, y no se hizo tan evidente la tensión entre ellos porque en realidad todos estaban tensos en aquel avión. Él la abrazaba con fuerza, como si temiera que pudiera desvanecerse en cualquier m
UN ESPOSO DE REEMPLAZO. CAPÍTULO 24. Medias mentiras disfrazadasTres semanas habían pasado desde que habían regresado a Bulgaria, y Konstantine no dejaba de esforzarse por mantener a Irina tranquila. Cada día era una lucha silenciosa.Por las noches, él se aseguraba de que ella durmiera en sus brazos, aunque sobraba decir que no había ni un solo gesto de Irina que pareciera querer ir más allá de eso. Por las mañanas, le preparaba café y se lo llevaba a la cama. Si ella trabajaba demasiado, él aparecía en su oficina con su comida favorita o la obligaba a salir a caminar un rato. Pero no importaba lo que hiciera, Irina seguía siendo una sombra de lo que había sido antes de que Dragan apareciera en sus vidas.Konstantine lo notaba. Las sonrisas de su esposa eran forzadas y sus respuestas cortas. Era como si un muro invisible se hubiera levantado entre ellos. Él sabía que no podía derribarlo a la fuerza, pero tampoco sabía cómo dejar de intentarlo.Una tarde, mientras repasaba unos docum
UN ESPOSO DE REEMPLAZO. CAPÍTULO 25. La villana de la historiaEl frío del aire acondicionado del hospital era tan intenso que Irina pensó que podría congelar hasta sus pensamientos. Estaba sentada en una cama, con la espalda apoyada contra la cabecera y una bata que apenas la cubría.Había abierto los ojos hacía diez minutos para encontrarse con la cara asustada de su hermano frente a ella.—Te desmayaste en la empresa —murmuró él con lentitud—. Por poco me da un infarto cuando te vi caer. —Mikhail se pasó las manos por la cabeza—. Intenté llamar a Konstantine que hoy no fue a trabajar así que ya me imagino dónde estará.Irina lo miró por un momento con expresión a la vez curiosa y cansada.—¿Nunca te molestó antes saber que de alguna manera seguía en servicio? —preguntó y lo vio negar.—No, antes no me molestaba prescindir de él por algunos días, pero antes el imbécil no estaba casado con mi hermanita —gruñó Mikhail y ella respiró hondo al ver a un médico que empujaba la puerta.Lo
UN ESPOSO DE REEMPLAZO. CAPÍTULO 26. Una decisión difícilMikhail estaba esperando a Irina frente al hospital con los brazos cruzados y una expresión de disgusto que habría intimidado a cualquiera. Cuando la vio salir, su mirada se suavizó apenas un poco, pero el ceño permaneció fruncido, en especial cuando vio aquella cara determinada que no necesitaba hablar porque se le salía hasta por los poros el “tengo algo que hacer”.—Espero que estés lista para descansar, porque no pienso dejarte volver a trabajar en semanas.Irina le lanzó una mirada que era mitad agradecimiento y mitad desafío.—Estoy de acuerdo, pero primero necesito que me lleves a la oficina.—¿Perdón? —Mikhail apretó los labios, frustrado—. ¿Estás bromeando, verdad?—No, no estoy bromeando. No voy a trabajar, solo tengo que encargar unos documentos. Media hora, máximo.—Irina…—Por favor, Mikhail. Tengo que hacer esto. Si quieres que descanse entonces… tienes que dejarme hacerlo.El tono de su voz, una mezcla de súplica
UN ESPOSO DE REEMPLAZO. CAPÍTULO 27. Mírame a los ojosKonstantine miró los papeles de divorcio sobre la mesa una vez más, como si al hacerlo fueran a desvanecerse o a transformarse en otra cosa. Una mezcla de incredulidad, rabia y desesperación lo consumieron en un segundo y se levantó de un salto, arrojando una silla hacia atrás con un ruido seco que resonó en el vacío de la cocina.—¿Divorcio…? ¿Cómo divorcio…? —balbuceó ahogándose con sus propias palabras mientras miraba aquella puerta por la que adivinaba, Irina ya no iba a regresar.Con el corazón latiéndole como un maldito caballo de carreras, agarró las llaves del auto y salió disparado hacia la casa de los padres de Irina. Al llegar, tocó el timbre con insistencia hasta que la madre de Irina abrió la puerta, claramente confundida, pero él no le dio ni tiempo de preguntarle.—Señora Angelov. ¿Está Irina aquí? —la interrogó casi sin aliento, pero la mujer frente a él negó con la cabeza, desconcertada.—No, Konstantine. No la he