CAPÍTULO 87. "Ojos que no ven"Y era una amenaza. Definitivamente, la peor de las amenazas. Grayson pudo sentirla en cada uno de sus huesos en el mismo instante en que la vio marcharse de allí. La mujer que había conocido hacía más de un año podía estar dolida y desesperada, pero jamás había visto en ella un grado de crueldad tan grande como aquel. Sin embargo, seguía sin comprender la mitad de las cosas que salían de su boca, y para la medianoche, cuando su mejor amigo llegó con ropa menos formal para él y un hombro en el que apoyarse, lo único que Grayson le pidió fue información. —Necesito que busques todo lo que se pueda sobre la hermana de Serena —le pidió. —¿Serena tiene una hermana? —replicó Kenneth, frunciendo el ceño. —Sí... sí, pero ella me había dicho que murió hace muchos años, y ahora la está mencionando, y yo no entiendo absolutamente nada. Yo tampoco sabía que tenía una hermana, pero... ¡maldición, ella... soñaba con eso, tenía pesadillas! Creo que se llamaba... se
CAPÍTULO 88. Te estaba esperandoY Grayson no podía negar que aquello le estremecía hasta las buenas intenciones, porque Serena siempre había sido intrínsecamente sexy, pero cuando sus insinuaciones venían con todo el propósito, entonces, indudablemente, era una mujer imposible de resistir.—¿Quieres decirme cómo diablos te metiste en mi casa? —gruñó él mientras alcanzaba una toalla para secarse.Serena se levantó despacio y caminó en su dirección, como si lo evaluara.—Nunca cambiaste los códigos, los que yo puse —murmuró ella con un tono tan lleno de curiosidad, que solo logró acentuarse en el momento en que lo vio desviar la mirada, como si le diera incluso vergüenza eso de lo que acababa de darse cuenta.Sin embargo, el problema era que Grayson ya estaba demasiado cansado de todos aquellos juegos, así que ni siquiera se molestó en intentar disfrazarlo.—Esperaba que volvieras —dijo con sinceridad, y las pupilas de Serena se dilataron en un segundo—. De verdad creí que ibas a volve
CAPÍTULO 89. Poder y odioY ni siquiera iba a negarlo: al menos en ese momento y por la razón por la que estaban allí, Grayson se sentía más que satisfecho de poder ser la voz de Serena en aquella demanda.Sin embargo, se quedó un poco sorprendido al darse cuenta de que entre los presentes había caras conocidas, comenzando por el señor Byron y por Bismarck. Grayson sabía que Serena había hecho proyectos con ellos en el último año, pero no tenía ni idea de que la única razón por la que lo había hecho era porque tenía un fin muy específico.—¡¿Pero se ha vuelto loco?! —interrumpió otro de los productores—. ¡Esta reunión es privada! ¡Estamos debatiendo el destino de los futuros proyectos del señor Huxley y cómo vamos a manejar...!—¡Wilton! —Byron se levantó de inmediato, mirando con un poco de nerviosismo a Serena y a Grayson—. La señora Viscontti es demasiado educada como para irrumpir en una reunión en la que no tenga voz o voto —advirtió, abriendo los ojos al que estaba intentando ec
CAPÍTULO 90. Una locura en un ascensor—¡¿Pero tú cómo te atreves a venir aquí?! —le gritó Beatrice Harrison acercándose, y honestamente incluso Grayson frunció el ceño porque ya no le veía sentido a aquel ataque.El problema era simple: él lo había propiciado muchas veces, él había sido el primero en azuzar la envidia y el odio que Beatrice le tenía para que martirizara a Serena, así que no era nada extraño que, aun después de todo el tiempo que había pasado, la mujer siguiera comportándose así.—¡Beatrice, suficiente! Para empezar, ¿quién rayos te dejó entrar a mi oficina? Y para seguir... —Grayson hizo un gesto de cansancio y señaló la puerta—. ¿Sabes qué? Ni siquiera tengo ganas de discutir contigo. Tengo cosas más importantes en la cabeza ahora mismo, así que ¿por qué mejor no te largas? —espetó con aquella misma falta de consideración que siempre había tenido hacia la mujer.—¡¿Que me vaya yo?! ¡¿En serio quieres que me vaya yo?! —espetó la actriz, y Serena se le acercó con una
CAPÍTULO 91. A donde yo vaya...Por desgracia, había que reconocer que en cuestiones de chispa, pasión e incendio, ellos dos no tenían ningún tipo de control. Y Grayson no solo podía sentirlo en su propio cuerpo, en aquella imposibilidad de soltarla, en aquella negación absoluta de dejar de besarla, en aquella necesidad desesperada de ser el dueño de cada uno de sus gemidos... Podía sentirlo también en la resistencia feroz de Serena, una que se limitaba exclusivamente a su alma y a su corazón, porque el resto de su cuerpo vibraba contra el suyo, estremeciéndose desesperadamente.—¡Al menos ahora ya lo sabes! —gruñó él en su oído, y ella lo miró a los ojos como si estuviera lista para dispararle—. Al menos ahora sabes cómo se siente querer algo que no deberías querer, desear algo que no deberías desear. ¡Al menos ya sabes lo que es que te arda la piel por una persona a la que odias! —siseó Grayson mientras una de sus manos sujetaba con fiereza la barbilla de Serena, haciéndola mirar al
CAPÍTULO 92. En la mira de un usureroY esa sí que no era una amenaza vacía, porque si algo trágico sucedía con Grayson Blackwell, era que Serena Radcliffe tenía la capacidad de hacerlo dejar de pensar con demasiada rapidez.Para el momento en que Grayson abandonó aquel ascensor, sentía que el corazón se le salía del pecho, pero también sabía que aquel deseo entre los dos, esa necesidad, era más fuerte de lo que cualquiera de ellos podía controlar. Él la había deseado mientras la odiaba. Y ella lo deseaba mientras lo odiaba. Debían estar completamente locos, pero esa era una realidad que no valía la pena contradecir.Así que decidió dar un paso hacia el abismo y, esa misma tarde, la prensa vespertina estalló con el anuncio de aquel compromiso.—¡¿Ya viste esto?! —dijo Adriano, entrando apresurado al departamento de Serena y encendiendo la televisión en uno de los salones.—No. ¿De qué estás hablando? —preguntó la muchacha.Y no pudo negar que se sorprendió en el mismo momento en que e
CAPÍTULO 93. Un trozo de la verdadGrayson miró a Kenneth una sola vez, intentando disimular lo nervioso que estaba. Después de todo, aquella era la pieza que faltaba, la que no habían encontrado todavía, la que Kenneth había estado buscando desesperadamente en los últimos días, y ahora se les presentaba sin que lo esperaran.El problema era que Grayson había creído que la hermana de Serena había fallecido hacía muchos años, no precisamente cinco.—Claro, entiendo todo —dijo con naturalidad para no levantar sospechas en aquel hombre, pero sabía que tenía que sacarle toda la información posible—. En ese caso, como agradecimiento, hagamos algo —declaró, y el tipo lo miró con curiosidad—. En compensación por todo su apoyo, por supuesto invaluable, me gustaría no solo pagarle la deuda y los intereses, sino un bono adicional. Le haré un cheque inmediato al portador por la cantidad de treinta mil dólares... Solo necesito que usted me haga un pequeño favor.Los ojos del hombre frente a él br
CAPÍTULO 94. Un chivo expiatorioHabía algo en él, un recuerdo hondo y oscuro capaz de sentir otra vez aquella rabia que lo había asaltado la primera vez que había visto a Jerry agredir a Serena. Y el problema era que nadie tenía que decirle que si su cuñado estaba ahí no era precisamente con buenas intenciones.—¡Pero ella tiene protección! —murmuraba mientras presionaba con desesperación el botón del ascensor y su angustia alcanzaba límites superiores—. Ella tiene protección, ¿verdad? Los Viscontti no la dejarían sola…Sin embargo nada de aquello serviría para calmarlo, y en cuanto sintió aquel mal presentimiento asentándose en su estómago lanzó una maldición y corrió hacia el cubo de las escaleras. Ni siquiera supo cómo llegó hasta su piso, solo que tenía suerte de estar en buen estado físico o de lo contrario terminaría con un infarto antes de llegar a su puerta.Y extrañamente esa puerta estaba entreabierta, y Grayson entró con cuidado porque solo unos metros más allá, en el desp