CAPÍTULO 69. Il DiávoloSerena ni siquiera sabía qué decir, pero era evidente que en aquella casa, incluso personas a las que no conocía la estaban esperando con ilusión.—¡Uy, yo voy a llevar a esta princesa! —exclamó la mujer, cargando a Meli con más cariño que si hubiera sido su propia abuela y haciéndole un gesto a Gray para que la siguiera, porque obviamente el labrador no se había despegado de la niña ni nadie había insistido en que lo hiciera—. Ven, bonito, tú también, vengan que tengo sorpresas para los dos.Serena no podía estar más sorprendida, pero apenas la muchacha joven intentó tomar su bolso para ayudarla, ella negó.—No hace falta, de verdad no pesa nada, solo... ¿Me puedes decir dónde está el baño, por favor? —le pidió en un susurro, y la muchacha le hizo un gesto para que la siguiera.—Moon no habla —le explicó a Aurelio, y la chica solo sonrió—. Además, ella casi nunca está aquí; solo viene cuando a mi hermano Renzo se le ocurre aparecerse, así que eso significa que
CAPÍTULO 70. Tu venenoProbablemente un sueño habría sido mucho más realista que aquello que estaba viviendo, pero Serena ya había asumido desde hacía muchos años que no era una persona común a la que le pasaban cosas comunes, y encontrarse en aquella situación solo lo demostraba.Venía de un mundo de dolor y desamparo, para caer en otro en el que el desamparo desaparecería, pero el dolor lo dominaba todo a su alrededor. Aquellos tres hombres eran como tres estatuas de mármol, pero se notaba que cada uno estaba sufriendo a su manera, probablemente por la única situación en sus vidas que no podían cambiar.Serena exhaló con agotamiento y luego se dejó caer en uno de los sofás mientras ellos la miraban con atención. Aurelio era el único que sabía su historia por completo, pero eso no cambiaba el hecho de que los otros sintieran cierta curiosidad.—Puedes decirlo con confianza —murmuró Adriano, y los ojos de Serena se clavaron en los suyos—. Tu veneno, puedes soltarlo aquí. Si hay algún
CAPÍTULO 71. Meses difícilesAquel era un lugar extraño, una familia extraña, pero Serena había pasado por tantas cosas en su vida que no se sentía con el más mínimo derecho a opinar sobre la de los demás. Giovanni era un chico maravilloso, y a cualquiera se le encogía el corazón al saber que les quedaba tan poco tiempo con él. Sus hermanos eran indudablemente raros, hasta que Serena entendió el significado de aquel clan.La gente ni siquiera los diferenciaba, no los conocían; eran tan anónimos que, cuando se mencionaba a "Il Diavolo", todos pensaban que era un solo hombre, cuando en realidad eran tres. ¿En qué andaban metidos? Serena no lo sabía, pero cualquiera podía convencerse de que, fuera lo que fuera, esos hombres eran extremadamente poderosos en su anonimato.Adriano y Renzo vivían en sus propias casas, pero venían cada tarde a pasar largas horas con su hermano. Si Serena estaba haciendo algún montaje, alguna pequeña obra con él, o simplemente pasando el rato, la mayoría de la
CAPÍTULO 72. Una mente anónimaY honestamente, Grayson habría sido más feliz si nadie hubiera querido verlo, porque lo que le pusieron delante en ese momento no fue documentación agradable.—¿Cincuenta y dos millones? ¿Es en serio? —preguntó con incredulidad, y los abogados frente a él asintieron con un gesto de confirmación.—Así es, señor Blackwell, cincuenta y dos millones en demandas por la cancelación de la serie —advirtió el abogado.—Es que la serie no se ha cancelado, solo está... ¡detenida! —exclamó él.—Y detenidas también están las ganancias de los actores, de todo el equipo de producción y de la compañía misma. Pero, sobre todo, también están detenidas las ganancias de la plataforma de streaming que gastó mucho en anunciarla. Así que esta demanda no hay forma de evadirla.—Pero la serie puede continuar, solo tenemos que buscar a otra actriz que interprete el papel que estaba haciendo Serena.—Pues esa sería una excelente idea. El problema es que el público ya no quiere a n
CAPÍTULO 73. Un último intento.Un año despuésSerena abrió los ojos y se limpió las lágrimas que le corrían por las mejillas. No podía evitar sentarse en aquel jardín sin pensar en Giovanni, en Brooke, y en todas aquellas cosas que le dolían terriblemente.—¿Cómo lo hacen ustedes? —murmuró cuando escuchó pisadas a su espalda, y Aurelio se detuvo a su lado, metiéndose las manos en los bolsillos.—Odiamos —replicó Aurelio con tono vacío—. Odiamos con todas nuestras fuerzas.—¿Funciona? —preguntó Serena, con los ojos brillantes por las lágrimas.—Ya me dirás tú —respondió él ofreciéndole su mano, y la muchacha se levantó con calma—. ¿Estás lista para volver?Serena respiró hondo y solo hizo un gesto de afirmación. Habían tenido que despedirse de Giovanni hacía solo seis meses, y si para todos había sido difícil, resultaba evidente que a pesar de no ser familia, para ella también había sido duro, y lo único que la mantenía funcionando era dejar que todo el trabajo que había estado hacien
CAPÍTULO 74. Serena.—Dime la verdad. ¿Qué tan grave es? —preguntó Percy en el mismo momento en que ambos bajaban las escaleras del estudio hacia el enorme salón de eventos, donde ya se estaban reuniendo todos los invitados.Grayson había seguido de largo porque era su trabajo hacer de anfitrión, saludar y recibir a todos, pero Kenneth se había quedado al pie de la escalera, rezando para que la noche saliera bien. Solo por eso Percy se le había acercado, porque indudablemente era más fácil hablar con alguien con la cabeza fría como Kenneth que con su propio hermano.—¿Quieres la verdad o la esperanza? —preguntó Kenneth.—Soy más realista que soñador —replicó Percy—. Así que dime la verdad. ¿Qué tan jodidos estamos?—A una demanda de la bancarrota —sentenció Kenneth, apretando los dientes con una mueca de impotencia.—¿Y sin demanda? —insistió Percy.—Sin demanda, nos quedan dos meses. Si las cosas siguen como van, la productora no logrará mantenerse a flote por más de dos o tres meses
CAPÍTULO 75. Cuentas por saldarAquella voz la hizo reír; no podía ser de otra forma. Serena sonrió con una expresión que variaba entre la condescendencia y la lástima porque, de todas las personas que podrían haberla recibido de la manera menos adecuada y más grosera, la última que habría esperado que la enfrentara era precisamente Beatrice Harrison.—¿Es en serio? —preguntó con fastidio, mirando a Aurelio y sin dedicarle ni la más mínima atención a Beatrice—. ¿Un año entero planeando una dramática resurrección y viene esta estúpida y la echa a perder? La venganza es excitante cuando vas contra gente poderosa de verdad, pero tener que lidiar con idiotas en medio es demasiado fastidioso.Beatrice pasó por todos los colores del arco iris antes de dar un solo paso en su dirección con gesto amenazante. Pero, en el mismo momento en que llegó a menos de un metro de ella, un hombre alto y corpulento, que solo Dios sabía de dónde había salido, le cortó el paso con expresión decidida.—Por fa
CAPÍTULO 76. Amigos o enemigosHubiera preferido que lo apalearan. Definitivamente, un asalto en un callejón oscuro con una buena paliza y quizás un par de puñaladas que lo mandaran al hospital medio muerto habría tenido mucho menos impacto en el ánimo de Grayson que aquella presentación.¿Tres Viscontti? ¿Qué era aquello, una comuna? ¿Y cómo que “viuda de Viscontti”? ¿Eso qué demonios significaba? Para empezar, era evidente que Serena se había casado con alguien. ¡¿Pero viuda?!Pero cualquier cosa que él pudiera pensar en medio de su incredulidad era lo de menos, teniendo en cuenta la forma en que todos los amigos de su padre lo miraban, como si estuvieran presenciando un suicidio con sus propios ojos y no pudieran evitarlo.—¡Maldit@ sea, Grayson, reacciona! —siseó Byron en su oído, y solo en ese momento él pareció desperezarse.Se acercó a ellas con el corazón latiendo como un maldito caballo de carreras e hizo lo único que podía hacer para que aquel escándalo, que podía costarle a