CAPÍTULO 121. Otra opción sobre la mesaSi se miraba por el lado correcto, solo era una familia chismeando sobre un asunto ajeno que nada les importaba, pero como todo chisme, al fin y al cabo, provocaba curiosidad. Sin embargo, cuando se trataba de Serena y, en especial, de los Viscontti, aquello era lo más parecido a un concejo de guerra que alguien podía imaginar.Y, por supuesto, a la cabeza estaba Adriano Viscontti, que había bajado de su piso solo para revisar aquellos documentos con expresión severa y concentrada. Todos esperaban con calma a que terminara, y parecía que no se escuchaba ni siquiera el zumbido de una mosca hasta que Adriano cerró la carpeta y la lanzó de nuevo sobre la mesa del comedor.—Una porquería total —sentenció, y era lo que todos estaban esperando—. Ahora, ¿cuál era la pregunta sobre esto?—No es una pregunta, más bien una sospecha —dijo Serena, echándose hacia adelante en su silla—. Ya sabemos que el trato es una basura, pero lo que me llamó la atención
CAPÍTULO 122. Decisiones difíciles.Serena entrecerró los ojos porque, en el fondo, era muy evidente que Kenneth y Aurelio estaban cortados con la misma tijera. Los dos decían las cosas tan claras que dolían, pero a ninguno de los dos se les podía rebatir.—Creo que no se trata solo de dinero, creo que hay algo más. Por eso le dije a Percy que te pidiera que vinieras, porque nadie tiene más conocimiento de esa empresa que Grayson y tú —sentenció ella con seguridad—. Byron no quiere ayudarlo, solo se está aprovechando de la situación. Y puedes llamarme loca, pero tengo un sexto sentido que me dice que hay algo más detrás de esa propuesta.Kenneth frunció el ceño y respiró hondo antes de tomar asiento en uno de los extremos del sofá. Y Aurelio le lanzó una mirada a Percy cuando el chico se ofreció voluntariamente a servir un par de bebidas y le acercó una al abogado.—OK, posibles motivos. Número uno, el universal: dinero —enumeró Kenneth, tomando el vaso y levantando el primer dedo—. N
CAPÍTULO 123. El dinero no tiene enemigosY por si alguien tenía alguna duda, a veces cuando Adriano Viscontti hablaba sobre "destrozar personas", lo decía de forma absolutamente literal. Sin embargo, esa es una parte de su vida que no mencionaremos aquí, en aras de la paz mental y el buen sueño de nuestras lectoras.Baste decir que, para las diez de la mañana, mientras atravesaban las puertas del estudio de la productora Blackwell, Serena se había vestido con absoluta confianza. Tras ella llevaba a tres bestias de presa, enfundadas en sendos trajes italianos de diseñador, que no necesitaban enseñar los colmillos para demostrar cuánto mordían, pero definitivamente iban dispuestas a hacerlo.Nadie dijo una palabra cuando los vieron llegar, ni a ellos cuatro ni a la media docena de abogados que llevaban detrás. Nadie se metió en su camino ni les preguntó si tenían cita; ni siquiera respiraron en su presencia. La única persona que los miró como si hubieran tardado demasiado fue Percy, qu
CAPÍTULO 124. Negocios son negociosLos ojos de Byron se abrieron desmesuradamente cuando escuchó la última sentencia de Serena. Su compañía había pasado por momentos muy difíciles en los últimos años, y lo único que la había levantado realmente eran aquellos proyectos que había conseguido con Serena de Viscontti y la participación que ella había adquirido en su productora. Byron era capaz de medir cada una de sus palabras simplemente para no ofenderla, así que el hecho de que ella lo amenazara con romper su amistad lo ponía, obviamente, nervioso.—Señora de Viscontti, por favor. No hay necesidad de llegar a esto. La verdad es que...—La verdad es que no tengo problemas con la gente que actúa de mala fe, sé que yo también lo hago cuando lo necesito —sentenció Serena mirándolo a los ojos, y en aquel momento su tono no dejaba lugar para réplicas y mucho menos para justificaciones—. Sin embargo, no soy lo bastante hipócrita como para intentar excusarme cuando quiero atacar a alguien. Así
CAPÍTULO 125. Motivos ocultosHabía electricidad allí. Había todas esas cosas que ambos se empeñaban tanto en evitar. Y al final iba a resultar que Grayson tenía razón; ahora Serena sabía lo que era intentar evitar a toda costa desear a alguien a quien odiaba... Aunque, definitivamente, esa última palabra era susceptible de ser debatida.Notó que su pecho se detenía de repente porque parecía que los dos estaban batallando de la misma manera. La frente de Grayson se apoyó contra la suya, expectante, ansiosa, hasta que toda aquella tensión estalló y él bajó la cabeza como un depredador hambriento. Se apoderó de los labios de Serena con un movimiento feroz y lleno de deseo, y no pudo evitar aquel gruñido de satisfacción en el momento en que los labios femeninos se abrieron para él.Era dulce, coqueta y peligrosa, como siempre había sido. La diferencia era que antes Grayson le temía a eso, le temía a toda la influencia que aquella mujer podía tener sobre él... y ahora solo la añoraba. Sen
CAPÍTULO 126. Lo que nos hicimosEra inútil intentar siquiera hacer el esfuerzo de no parecer demasiado sorprendido, porque en el momento en que Serena arrancó la primera hoja (la que le había enseñado a Byron) y la desechó; y Grayson leyó aquel contrato de arriba abajo y de una punta a la otra, se dio cuenta de que no era precisamente lo que estaba esperando.—Creí que querías comprar la productora —murmuró, mirando a Serena por encima de la mesa, y la vio cruzar las piernas mientras se echaba hacia atrás con actitud desenfadada.—Eso fue lo que le dije al idiota de Byron para que se largara, porque yo tampoco tengo ningún interés en que sepa mis verdaderas intenciones —respondió ella con una sonrisa sagaz—. Pero no tengo ningún interés en comprarte la productora. Prefiero inyectarle una buena cantidad de capital y, “SÍ”, por supuesto que quiero quedarme como la socia mayoritaria; y “NO”, no voy a permitirme quedar en ninguna posición donde alguien más pueda controlar el futuro de es
CAPÍTULO 127. Una mujer inteligente.Los hermanos Viscontti solían ser duros y herméticos, pero incluso Renzo, que era el que nunca sonreía, curvó los labios en una pequeña mueca de felicidad cuando escuchó aquello.—Gio estaría feliz —murmuró Adriano con el corazón un poco encogido.—Lo sé —le respondió Serena—. Así que vamos a hacerle honor a su nombre y vamos a levantar esta productora de una vez.Se despidió de Kenneth y de Percy con un suave movimiento de cabeza, y se alejó de allí con el resto de su familia, fingiendo que no veía cómo el menor de los Blackwell y el abogado se abrazaban con alivio, y fingiendo que tampoco veía cómo, a su lado, Aurelio pasaba por todos los colores del arcoíris para terminar en un “negro noche”, “oscuridad perpetua”, “déjenme matar a alguien ahora mismo”, aunque resultaba evidente que aquel abrazo era absolutamente fraternal.En el mismo momento en que las puertas del ascensor se cerraron, tanto Kenneth como Percy corrieron hacia el interior de la
CAPÍTULO 128. ¡Todos estamos aquí!Grayson no pudo evitar un gruñido de incomodidad, porque estaba bastante seguro de que, aunque la bomba había estallado en silencio, el hecho de que Jerry Huxley pretendiera hacer una declaración pública solo podía significar una cosa: que algo grande venía y necesitaba una audiencia suficiente.Desde que le había dado vía libre a su madre para que intentara hacer entrar en razón a su hermana, Grayson había notado un extraño cambio en ella, y la verdad no podía asegurar si era porque finalmente estaba dándose cuenta de la verdad, o porque la forma en que Annabelle seguía comportándose respecto a Jerry no terminaba de ser lógica ni normal.Lo cierto fue que aquella ansiedad en el tono de su madre le pareció sincera, o al menos lo bastante como para alcanzar de regreso su gabardina y hacerle un gesto hacia la puerta para que saliera delante de él.Solo unos pocos minutos más tarde estaban en aquella camioneta, y Grayson llamaba a Kenneth para averiguar