CAPÍTULO 103. Su palabra contra la míaY la verdad era que ninguno de los dos sabía qué decir. Había tanto dolor acumulado en los escasos dos metros que los separaban que no había ni una sola palabra que pudiera cambiar eso, y por desgracia Grayson lo sabía.—Para que conste, yo solo incendié el escritorio —murmuró ella con un nudo en la garganta, y vio a Grayson sonreír con suavidad.Una de esas sonrisas tristes y forzadas que trataban de aparentar que todo estaba bien.—Creo que el plástico derretido de la computadora no estaría del todo de acuerdo contigo —respondió Grayson con un suspiro, y Serena notó que, en efecto, también habían tenido que cambiar la computadora de escritorio.Sin embargo, por alguna extraña razón, todo aquel lugar le parecía diferente, muy distinto al despacho al que había entrado hacía más de un año cuando él le había propuesto ser su amante.—Se supone que mañana vamos a celebrar nuestro compromiso —dijo ella de repente, mirándolo a los ojos—. ¿Qué crees q
CAPÍTULO 104. Un hombre desesperadoAquel día era exactamente como cualquier otro, solo que tal vez un poco más inquieto debido a los preparativos del evento. Grayson podría haber escogido cualquier lugar: pagar un hotel caro, o elegir una sala de eventos de esas donde cabían dos sets de televisión completos. Sin embargo, había una razón muy especial para que hubiera decidido hacerlo en el mismo estudio de la productora.Aunque mentía a la cara de todos los que sentían curiosidad, diciéndoles que lo hacía porque aquella productora los había reunido a Serena y a él, la verdad era que había elegido el salón del estudio para hacer la fiesta de compromiso precisamente porque en aquel lugar tenía todo lo que necesitaba.Se atrevió a llamar una última vez para confirmar que Serena asistiría a la fiesta, y no se sorprendió para nada cuando fue uno de los hermanos Viscontti quien respondió.—¡Que sí, que sí, que ya va! —contestó Aurelio al teléfono—. Le están echando encima las acuarelas de P
CAPÍTULO 105. Un atentadoLa angustia en su voz era tan palpable que no había forma de imitarla. Serena había escuchado todos los matices del mundo en esa voz, desde los más feroces hasta los más dulces. Sin embargo, ese nivel de desesperación era algo completamente nuevo para sus oídos, algo que solo se asemejaba un poco a la reacción de Grayson el día que había sabido la verdad.Sacudía a Kenneth por el traje, gritaba, reclamaba; estaba a punto de que la policía lo arrestara por obstruir la investigación o simplemente por estar en medio de la escena de aquel accidente sin que nadie pudiera sacarlo.Estaba completamente descontrolado, y eso no se detuvo hasta el mismo momento en que Percy llegó corriendo a su lado para llamarlo.—¡Por aquí, ven por aquí! ¡Encontré a los Viscontti! —exclamó su hermano, y Grayson no necesitó que se lo repitiera.Ver a Serena sentada en el borde de aquella ambulancia, siendo atendida por un paramédico, fue como si por fin Dios le hubiera permitido volve
CAPÍTULO 106. No te creoGrayson no sabía explicar exactamente cómo estaba respirando, solo que la última media hora de su vida había sido literalmente la peor, y le había dejado con una aplastante certeza: todo aquello que sentía por Serena seguía allí, incluso más fuerte que nunca, dispuesto a atormentarlo, porque después de todo lo que había pasado, era imposible que lograran volver a ser lo que, al menos por algunas pocas semanas, habían sido.—Serena, mírame —le pidió apenas estuvieron sentados en la parte trasera de aquella camioneta—. Por favor, dime que estás bien.Sus manos, un poco indecisas y temblorosas, recorrieron sus costados, y ella emitió un gruñido de dolor.—Acabo de tener un accidente; lo normal es que todo el cuerpo me duela, pero estoy bien —respondió ella cerrando los ojos, porque aquella calidez en las manos del hombre era demasiado íntima, demasiado deliciosa.—No tienes que hacer esto —lo oyó decir—. Cualquier otro día podría...—Tú tienes un plan, ¿no es así
CAPÍTULO 107. ¡¿Quién fue?!Era imposible describir lo que había en el rostro de Annabelle: ¿era incredulidad o rabia? Lo cierto era que Serena la veía ponerse cada vez más roja, más furiosa, más histérica.—¿Disculpa, estúpida? ¿Qué es lo que estás diciendo? —ladró Annabelle con un gesto de desprecio, porque ni siquiera podía creer que su peor enemiga la pusiera en duda y la desafiara.—Tal como lo oyes, estúpida —respondió Serena imitándola—. No creo ni una sola palabra que salga de tu boca. Es demasiado evidente que estás atrasada para que te lleven al psiquiátrico y que lo único que quieres es molestarme solo porque ya no puedes controlarme.—¡Ja, ja, ja, ja, ja, ja! ¡Por Dios! ¡No puede ser que seas tan ingenua! Además, tú y yo sabemos que la única razón por la que Grayson se está casando contigo es porque lo amarraste con todas las deudas y los problemas de la productora.—Bueno, yo soy de las que creen que el fin justifica los medios, pero puedo asegurarte que tu hermano se est
CAPÍTULO 108. ¿Siempre has sido así?Annabelle retrocedió instintivamente ante aquella pregunta, mirando a su alrededor como si tratara de protegerse, buscando rápidamente una excusa, aunque tristemente no logró dar con la mejor respuesta.—¡No sé de qué me estás hablando! —gruñó, enfrentando a su hermano.—¡O quizás no pensaste que te iba a descubrir! —espetó Grayson, furioso—. ¡Quizás no pensaste que el estúpido que creyó en ti toda la vida pudiera creerle a alguien más si le decían cómo eras realmente! ¡A fin de cuentas, jamás le creí a Percy, ¿no es cierto?!—¡Grayson, basta! —sollozó Ananbelle, cubriéndose el rostro con las manos y dejándose caer en una butaca cercana—. ¡¿Por qué me haces esto, por Dios?! ¡Se supone que tú eres mi familia! ¡Se supone que tú me defiendas ¿y te pones del lado de esta mujer, con todo el daño que me ha hecho?! ¡No me cabe en la cabeza cómo puedes creerle a ella! ¡¿Cómo puedes defenderla a ella cuando sabes...?—¡Es que ya no sé nada, Annabelle! ¡Ya n
CAPÍTULO 109. ¡Te lo juro por mi vida!—No es verdad...Aquellas tres palabras salieron de la garganta de Grayson tan lentamente, con tanto dolor, que la misma Serena se estremeció.—No es verdad que hayas hecho lo que tenías que hacer para sacarte a tus enemigos del camino —insistió Grayson—. Solo me usaste a mí, me manipulaste, y lograste que yo lo hiciera por ti.Y era imposible describir la angustia que sentía por eso, porque había sido el brazo ejecutor de una persona a la que amaba ciegamente, solo para que al final resultara que esa persona tuviera un corazón aún peor que el mismo Jerry Huxley.—Pero eso se acabó hoy —dijo Grayson, levantando la cabeza para mirarla a los ojos—. Esto se termina aquí, y no importa las razones por las que lo hayas hecho, y no importa si yo te ayudé, y no importa si tengo que pagar contigo, pero no voy a dejar que vuelvas a lastimar a Serena.Anabelle dejó escapar un sonido que no se sabía si era un grito, un alarido, o algo más; simplemente empujó
CAPÍTULO 110. Un hombre sufriendo—¡Hey! —Grayson sintió aquella bofetada que intentaba ser suave, pero no se atrevió a responderla y mucho menos a cuestionarla, porque sabía que si Renzo Viscontti acababa de pegarle era solo para que volviera a respirar—. La que está mal es ella. O te controlas tú, o vamos a tener a dos internados en el hospital, y ese no es un buen negocio.Grayson parpadeó varias veces y se restregó la boca con una mano para enfocarse, pero la verdad era que no resultaba fácil, porque el camino hacia el hospital había sido una completa agonía, y en el mismo momento en que habían subido a Serena a una camilla y se la llevaban a la sala de urgencias, él sintió como si estuviera a punto de perderla otra vez, como si algo fuera a pasarle y no pudiera evitarlo.Aquella opresión en su pecho crecía a cada instante, y él estaba seguro de que en algún momento, cualquiera, su corazón acabaría colapsando de verdad, físicamente.—Lo siento... lo siento... —murmuró, pensando qu