CAPÍTULO 111. Un poquito asíNo hubo una sola persona en aquella sala que no se quedara muda, porque si bien nadie había esperado que la pequeña Meli no reconociera a Grayson, tampoco habían imaginado que, después de más de un año, la niña se emocionara tanto por estar de nuevo con él.—¿Angelito? —preguntó mientras sus pequeñas cejas se juntaban y su boca hacía un puchero lleno de nostalgia e incredulidad.—Sí, Meli, soy yo —murmuró Grayson con voz suave, y un segundo después tenía los brazos de la niña alrededor de su cuello, mientras ella le llenaba media cara de besos y gritaba emocionada.—¡Mami! ¡Es el angelito, mami! —exclamó, palmeando las mejillas de Grayson con entusiasmo—. ¡Te dije que iba a venir! ¡Yo te dije que iba a venir otro día, aunque se demorara! ¿Verdad, angelito? ¿Verdad que sí? —le preguntó con aquellos ojitos brillantes, y Grayson sintió que el corazón se le derretía y le dolía profundamente al mismo tiempo.Una niña tan bella como Melli realmente no se merecía
CAPÍTULO 112. ¿No lo sabías?—¿Eso te hace sentir mejor?Aquella pregunta de Serena hizo que los dedos de Grayson se detuvieran sobre el vestido, y un amargo pensamiento aflorara a sus labios.—Tendría que bañarme en una piscina de agua bendita para sentirme siquiera una persona —murmuró él con el corazón encogido—. Y creo que ni siquiera así.El alma le dolía; era imposible ocultar algo así; y sabía que solo podía empeorar porque, ahora que tenía los ojos abiertos, ya no había forma de cerrarlos.Dio un par de pasos atrás mientras Serena se sostenía el vestido contra el pecho, porque por más que quisiera meterse con ella en aquel baño, cuidarla, calmarla y hacerla sentir segura y protegida, Grayson sabía muy bien que ya no era el hombre capaz de significar eso para ella.Así que cerró la puerta lentamente y contuvo el aliento mientras se escuchaba la ducha abrirse y trataba de no imaginarse el cuerpo de Serena debajo del agua.Aquella noche había sido terrible para los dos: para ella
CAPÍTULO 113. ¿Quieres una respuesta?Y contra eso, por desgracia, no se podía discutir, porque la verdad era que Grayson había hecho todo lo que ella decía: la había acorralado, había conseguido que solo le dieran malos papeles e incluso había alentado cada rastro de envidia y odio hacia ella, comenzando por las actrices a su alrededor.Pero saberlo era una cosa, y sentir en carne propia aquella desesperación que solo Serena había sentido todos aquellos meses, era muy diferente.—¡Mírame! —exigió ella—. Mírame y dime que no quieres a mi hija.Grayson negó lentamente porque realmente no podía decir aquello.—Sabes que no sería cierto. Sabes que siempre he querido a Meli —replicó.—Entonces imagínate estar solo con ella. Imagínate lo que fue para mí estar absolutamente sola en el mundo con mi hija, sin tener a nadie que me ayudara, y sobre todo sin que nadie tuviera compasión de mí.—Serena... —Grayson se levantó, y aunque sabía que estaba ganándose el infierno a pulso, se acercó a ell
CAPÍTULO 114. Dolorosas revelacionesY tan doloroso como era, Grayson también sabía que cada palabra suya era cierta, y que nada iba a detenerla simplemente porque él habría hecho lo mismo... ¡Él había hecho lo mismo cuando pensaba que su hermana era la persona más lastimada en toda la historia!Así que, aun sintiendo que su corazón se destrozaba por completo, se acercó a ella y la envolvió en un abrazo apretado.—Lo lamento —murmuró sintiendo aquel oscuro abismo a sus pies—. Pero también lo entiendo. Solo tienes que llamar, es lo único que tienes que hacer. Llamar y ordenar. Y aunque quizá sea demasiado tarde... voy a estar ahí cuando me necesites.Le dejó un beso en la frente, el único que sabía que ella no iba a rechazarle, y luego se dio la vuelta para salir de allí como si el diablo le pisara los talones.¿Que llevaba el corazón roto? Un poco más. Hecho trizas.¿Que podía hacer algo para repararlo? Tristemente sabía que no, lo había sabido desde el mismo momento en que se había d
CAPÍTULO 115. El mayor de los riesgosGrayson respiró profundo, porque había estado actuando impulsivamente durante demasiado tiempo en su vida, así que lo primero que tenía que hacer en aquel instante era no dejarse llevar por la desesperación que sentía.—¿Dónde la tienes? —preguntó con inquietud, dándose cuenta de que aquella computadora quizás podría ser lo único que le salvara la vida—. No podemos darnos el lujo de perder ninguna evidencia, Kenneth —murmuró, y el gesto de su amigo fue de total acuerdo.—Lo sé. Escuché todo lo que pasaba en esa oficina, y créeme, en un momento sentí que se me subía el corazón a la garganta por ti —sentenció con más crudeza de la que hubiera deseado, pero tenía que ponerle los puntos sobre las íes a Grayson; de lo contrario, algo peor de lo que ya había pasado podría suceder—. Tal como están las cosas ahora, el ciberacoso que sufrió la hermana de Serena puede volverse contra ti. Ahora mismo es tu palabra contra la de Annabelle. Para empezar, ya sab
CAPÍTULO 116. Un blanco“Tú y yo tenemos que hablar”.Quizás la parte más escalofriante de todo era que esa frase venía de un hombre al que definitivamente no le gustaba hablar.Grayson se quedó estático frente a la puerta del ascensor mientras Renzo Viscontti lo miraba con una amenaza velada en los ojos, sosteniendo la puerta para que entrara. Respiró profundo porque la noche ya se prometía desastrosa, así que daba igual de dónde viniera la paliza; no cambiaba el hecho de que la iba a recibir.Subieron al ascensor, y Renzo pulsó el botón de su piso en el más absoluto silencio. Caminaron de la misma manera por el pasillo hasta su departamento, y Grayson entró a un espacio impecable, más limpio que un quirófano.En una esquina, una chica que debía tener alrededor de diecisiete años observaba a Renzo con ojos atentos, y luego cumplió cada una de sus órdenes sin despegar siquiera los labios.—Creí que Serena te había dicho que te alejaras de todo este asunto, especialmente que te alejara
CAPÍTULO 117. Una treguaAquella casa parecía un campo de destrucción, o, para actualizarlo un poco, una “Anger room” de esas donde la gente iba a romper todo lo que se le ponía por delante para desahogar su frustración.La cuestión era que no se trataba de ninguno de los dos casos, sino simplemente del departamento de Annabelle, quien parecía a punto de estallar de impotencia y frustración. Sentía una rabia profunda hacia su hermano, el hecho de que la hubiera expuesto delante de Serena había sido un golpe mayor de lo que quería reconocer, porque para cuando había llegado a su casa la maldit@ cuenta ya no le había permitido el acceso, como si alguien hubiera cambiado las claves desde la otra sesión.—¡Maldición! —gritó histérica porque él había sido el único que siempre había estado a su lado a toda costa durante toda su vida.Y ahora, por culpa de aquella mujer, parecía olvidar que ella era su hermana, y que era a ella a quien debía defender, no a la zorra de Serena Radcliffe.Alcan
CAPÍTULO 118. El inicio de la tormenta—Venía a verte a ti, no a él —sentenció Grayson con un suspiro, aunque era bastante consciente de que tampoco servía como una justificación convincente—. Si estaba en su departamento, fue solo porque me lo encontré a él primero, nada más —dijo, y todo lo demás que había hablado con Renzo prefirió guardárselo.—Muy bien —Serena se cruzó de brazos, dándole espacio para que se expresara—. ¿Qué viniste a decirme?Y en el mismo instante en que lo vio acariciarse el cabello con aquel gesto de estrés que ya le conocía tan bien, Serena supo que no había forma de que fuera una buena noticia.—Te dije que iba a entregarte la computadora de mi oficina con la cuenta... la cuenta desde la que acosaron a tu hermana —le dijo Grayson, mirándola a los ojos—. Pero no puedo hacerlo.—¡¿Disculpa?! —gruñó ella con incredulidad, porque si hasta el momento no había reclamado eso, era solo porque había creído que él cumpliría con su palabra.—No puedo entregarte la comp