—¡Mierda! —brinco al escuchar su voz, giro y lo veo detrás de mí, con una sonrisa de oreja a oreja.
—¿Terminaste de jugar a las charadas?
—No quiero ir contigo —doy un paso hacia atrás—. No quiero regresar a ese sitio, ustedes son malos, matan...
—Sí, no me gusta maquillar la verdad, somos mafiosos, matamos, descuartizamos y desmembramos a nuestros enemigos, yo incluso me drogo y he matado a una que otra puta en mis viajes mentales por no mamármela bien —encoge los hombros optando una actitud desenfadada, como si su declaración no fuera nada.
—Una razón más para que me dejen libre, no voy a permitir que le hagan daño a mi bebé.
Un brillo de malicia se aloja en los ojos de Preppy
ENZO Saco el humo de mi cigarrillo que estaba reteniendo en mis pulmones y extiendo mi vista hacia el chico que está sentado frente a mí, su parecido es tan idéntico al de Lea que aún me cuesta trabajo entender cómo es que Preppy no investigó bien acerca del gemelo que tenía. Había escuchado hablar de él, y solo en dos ocasiones lo había visto y joder... ¿cómo es que no nos dimos cuenta antes? Preppy debió saber que eran gemelos, ya que traían pleito cazado desde antes, o tal vez mi estúpido amigo no me los quiso decir porque le encantan esas mierdas de las sorpresas. —Y bien ¿te quedarás viendo cómo fumo? —Apago mi cigarrillo con dos dedos—. O me dirás qué hace un crío caga pañales en mi fortaleza. —Ten cuidado con tus palabras, Brzezinski, porque puede que tenga s
LEA Me cuesta trabajo procesar lo que Barclay; mi hermano gemelo me dice, en especial cuando no ha parado de hablar, solo se toma unos dos o hasta tres segundos para detenerse, tomar aire y seguir con el parloteo. Y ahora me encuentro en la misma mesa, con Enzo a mi lado fulminando con su mirada más amenazante, a Brandon, quien a su vez lo ignora y sigue con lo suyo en la barra de comida para llevar, Preppy seguía sin aparecer y frente a mí, un par de ojos azules tan idénticos a los míos, me estudiaban con detalle. —Entonces mamá y papá te entregaron con el tío y te convertiste en un criminal —las palabras que brotan de mi boca me parecen absurdas—. Y el dinero que mandabas a nuestros padres ellos se lo gastaron... Tu eres mi hermano mellizo, un asesino y criminal y ahora el Boss...
ENZO «Te voy a hacer tocar el cielo, Lea Davis» ¿De verdad? Esas mierdas de palabras dulzonas no pudieron haber salido de mi boca realmente, jamás le he dicho semejantes palabras cursis a una mujer que estoy por follar. No soy un crío, mucho menos he tenido la necesidad de acudir a esos rastreros trucos para follar un buen coño, pero Lea me hacía decir cosas que luego me dejaban un sabor amargo en la boca. Mis ojos recorren su perfecto cuerpo, aún su vientre sigue plano, sus pechos están llenos, firmes y sus pezones rosados me excitan, sus curvas son de infarto y esas piernas... Joder moría porque las abra solo para mi. —Enzo... —su voz tiembla, me hace ver lo nerviosa que está.
ALICIA Lanzo con toda mi fuerza el maldito vibrador color rosa, al sentirme cansada de que no me satisfaga como lo hace la verga de Enzo, mis ojos analizan el desastre que he hecho, tenía que pensar en una buena coartada para que se quedara a mi lado, embarazarme de él no era algo que me agradara, sí, estaba preñada, pero el punto jodido de toda esta situación era que el maldito niño que estaba esperando, no era de Enzo, sino, de un tipo que conocí en Marruecos, solo bastó un polvo rápido y listo, el hijo de puta que no sabía ni quien mierdas era, tenía buena puntería. Nadie me iba a quitar a Enzo, yo era su puta favorita y eso la estúpida Lea Davis no me lo quitaría, vamos, ni siquiera Molly pudo hacerlo. Aburrida de estar encerrada y sabiendo que tendría que comprar al doctor de la familia Brzezinski, salgo de la ha
LEA —Esto es poco común, no puedo hacerlo si ella está amarrada de manos y con esa cinta en la boca —señala el juez. No puedo hablar, ya que Enzo y Preppy juntos, me amarraron las manos y me pusieron una jodida cinta en la boca, de mi garganta solo brotaban sonidos difíciles de descifrar. Los hijos de puta amenazaron al juez y entraron a su oficina sin permiso ni aviso, y ahora me encontraba sentada sobre una fría silla, frente a un juez que está más muerto de miedo que nada. —Solo hágalo o le vuelo los sesos —dice Preppy apuntando en su cabeza. —¿Y cómo va a firmar la chica? —el juez; un hombre regordete y anciano, apunta a lo evidente—. No creo que quiera firmar, tiene... Tiene cara de no querer...
LEA—¡Suéltame! —exclamo al tiempo que golpeo a puños cerrados la espalda ancha y bien estructurada de Enzo, me carga como un costal de papas y eso solo incrementa los niveles de mi enfado.—Silencio, Lea —palmea mi trasero y suelto un chillido por el impacto.Hace cinco minutos que llegamos a su fortaleza, y tras haberles dado la orden a todos los desconocidos que habitaban la casa por su seguridad, sobre que estaban a mi servicio, y que ahora éramos marido y mujer, me llevaba por los pasillos hasta entrar a su habitación.—Bien —me baja con delicadeza y de forma inmediata tomo mi distancia.&mdas
Enzo me lleva hasta la cama, sus dedos rozan mi clítoris mientras su boca reclama mi pecho con desespero. —No más tristezas Lea, no debes tener vergüenza de ahora en adelante, eres mi mujer y quiero verte desnuda cuando quiera —gimo en respuesta, sintiendo como empuja su pierna entre las mías, presiona sus caderas y me estremezco. ¿Cómo puedo cabrearme y excitarme tanto este desconocido? —Una vez que entre en ti, ya no habrá fuerza humana que me separe de ti —tensa el cuerpo—, ¿Entendido? Asiento con la cabeza. —Quiero escucharte, Lea. Sus dedos aumentan los movimientos, me arqueo y gimo, porque sin importar lo confundida, ave
—Mía —dice y me dejo caer mientras su polla aun endurecida se resiste a salir de mi interior, posa una mano sobre mi vientre y toma mis labios, los muerde y su mirada se llena de intensa lujuria—. Ambos son míos y nadie me los va a quitar, mucho menos me van a abandonar.—Enzo, no sé lo que siento por ti, ni siquiera sé si siento algo por ti —me sincero y me arrepiento al ver un ligero destello de decepción en su mirada—. Pero quiero intentarlo.—No te voy a obligar a quererme Lea, mucho menos a amarme, de hecho dudo que llegues a amarme algún día, solo pido lealtad de tu parte, quiero tu cuerpo, quiero que me llegues a querer por propia voluntad, sé que es hipócrita de mi parte ya que te he obligado a casarte conmigo, pero cuando al