ENZO
«Te voy a hacer tocar el cielo, Lea Davis»
¿De verdad? Esas mierdas de palabras dulzonas no pudieron haber salido de mi boca realmente, jamás le he dicho semejantes palabras cursis a una mujer que estoy por follar. No soy un crío, mucho menos he tenido la necesidad de acudir a esos rastreros trucos para follar un buen coño, pero Lea me hacía decir cosas que luego me dejaban un sabor amargo en la boca.
Mis ojos recorren su perfecto cuerpo, aún su vientre sigue plano, sus pechos están llenos, firmes y sus pezones rosados me excitan, sus curvas son de infarto y esas piernas... Joder moría porque las abra solo para mi.
—Enzo... —su voz tiembla, me hace ver lo nerviosa que está.
ALICIA Lanzo con toda mi fuerza el maldito vibrador color rosa, al sentirme cansada de que no me satisfaga como lo hace la verga de Enzo, mis ojos analizan el desastre que he hecho, tenía que pensar en una buena coartada para que se quedara a mi lado, embarazarme de él no era algo que me agradara, sí, estaba preñada, pero el punto jodido de toda esta situación era que el maldito niño que estaba esperando, no era de Enzo, sino, de un tipo que conocí en Marruecos, solo bastó un polvo rápido y listo, el hijo de puta que no sabía ni quien mierdas era, tenía buena puntería. Nadie me iba a quitar a Enzo, yo era su puta favorita y eso la estúpida Lea Davis no me lo quitaría, vamos, ni siquiera Molly pudo hacerlo. Aburrida de estar encerrada y sabiendo que tendría que comprar al doctor de la familia Brzezinski, salgo de la ha
LEA —Esto es poco común, no puedo hacerlo si ella está amarrada de manos y con esa cinta en la boca —señala el juez. No puedo hablar, ya que Enzo y Preppy juntos, me amarraron las manos y me pusieron una jodida cinta en la boca, de mi garganta solo brotaban sonidos difíciles de descifrar. Los hijos de puta amenazaron al juez y entraron a su oficina sin permiso ni aviso, y ahora me encontraba sentada sobre una fría silla, frente a un juez que está más muerto de miedo que nada. —Solo hágalo o le vuelo los sesos —dice Preppy apuntando en su cabeza. —¿Y cómo va a firmar la chica? —el juez; un hombre regordete y anciano, apunta a lo evidente—. No creo que quiera firmar, tiene... Tiene cara de no querer...
LEA—¡Suéltame! —exclamo al tiempo que golpeo a puños cerrados la espalda ancha y bien estructurada de Enzo, me carga como un costal de papas y eso solo incrementa los niveles de mi enfado.—Silencio, Lea —palmea mi trasero y suelto un chillido por el impacto.Hace cinco minutos que llegamos a su fortaleza, y tras haberles dado la orden a todos los desconocidos que habitaban la casa por su seguridad, sobre que estaban a mi servicio, y que ahora éramos marido y mujer, me llevaba por los pasillos hasta entrar a su habitación.—Bien —me baja con delicadeza y de forma inmediata tomo mi distancia.&mdas
Enzo me lleva hasta la cama, sus dedos rozan mi clítoris mientras su boca reclama mi pecho con desespero. —No más tristezas Lea, no debes tener vergüenza de ahora en adelante, eres mi mujer y quiero verte desnuda cuando quiera —gimo en respuesta, sintiendo como empuja su pierna entre las mías, presiona sus caderas y me estremezco. ¿Cómo puedo cabrearme y excitarme tanto este desconocido? —Una vez que entre en ti, ya no habrá fuerza humana que me separe de ti —tensa el cuerpo—, ¿Entendido? Asiento con la cabeza. —Quiero escucharte, Lea. Sus dedos aumentan los movimientos, me arqueo y gimo, porque sin importar lo confundida, ave
—Mía —dice y me dejo caer mientras su polla aun endurecida se resiste a salir de mi interior, posa una mano sobre mi vientre y toma mis labios, los muerde y su mirada se llena de intensa lujuria—. Ambos son míos y nadie me los va a quitar, mucho menos me van a abandonar.—Enzo, no sé lo que siento por ti, ni siquiera sé si siento algo por ti —me sincero y me arrepiento al ver un ligero destello de decepción en su mirada—. Pero quiero intentarlo.—No te voy a obligar a quererme Lea, mucho menos a amarme, de hecho dudo que llegues a amarme algún día, solo pido lealtad de tu parte, quiero tu cuerpo, quiero que me llegues a querer por propia voluntad, sé que es hipócrita de mi parte ya que te he obligado a casarte conmigo, pero cuando al
PREPPYSé que Enzo deseaba a Lea, pero casarse con ella era una cuestión de gran dimensión, no solo por el hecho de que la peque correría grandes riesgos, sino, porque eso llamaría enormemente la atención de los otros líderes de las mafias. Tener una esposa dentro del mundo criminal, era una debilidad, y más si existían hijos, ¿a cuántos no han extorsionado a cambio de sus vidas? Enzo sabía lo que hacía y yo no lo cuestionaba, pero en mi opinión era algo descabellado, de igual manera le cubriría las espaldas.Eso nunca me pasará a mí, lo sostengo con seguridad, porque las mujeres solo sirven para una cosa; para abrir las piernas y para chupar la verga. En mi mundo funcionaban las cosas así. Deten
Su cara es todo un poema, su silencio me responde y maldigo.—No voy a... Quiero decir... —balbucea.—No te estoy pidiendo permiso putita, te voy a meter la verga y eso es un hecho.La giro con fuerza, su trasero blanco y en forma de corazón salta a mi vista, me inclino sobre ella advirtiéndole que se prepare para el juego cuando ella dice:—Soy virgen.Me congelo unos segundos. Era virgen, lo que quería decir que ninguna otra verga había entrado en su coño, la idea de ser el primero y de nunca haber desvirgado a alguien, me excita y nubla mi buen juicio. Solo iba a asustarla, pero ahora... Veo su reflejo a través del
PRESENTE.Ariel se da la vuelta en cuanto uno de los tipos le pide una nueva soda y me ignora por completo. Entra a la cocina nuevamente y de mala gana me dirijo a la barra rápida."Muero por meterle la verga ¿creen que lo tenga apretado""Se nota que es Virgen, su trasero se ve estrecho""Tal vez puedas conseguir que te la mame""Quisiera saber cómo gime mientras se le meto"Suficiente, me pongo de pie y enseguida sin saber porque sus comentarios me ponen de tan mal humor, me dirijo hasta ellos y lanzo un puñetazo al primero que veo, sigo con los dem&a