El cielo estaba lleno de nubes rojizas producidas por el eclipse de luna, el cual presagiaba que la verdadera batalla, estaba a punto de comenzar.Los hermanos demoníacos de Viatan, Rahu, Fegor, Belbú y Amónra, se preparaban para enfrentarse a los descendientes del sol y la luna, que ya se encontraban en el campo de batalla, aniquilando a cuanto cazador se atravesaba en su camino.Nuriel, el fénix, al fin reacciono de su pequeña caída y al ver que Kalila estaba en medio del pueblo, alzó el vuelo, sus alas majestuosas se dejaron ver dejando un rastro de fuego en el aire. Mientras Ikigaí, se convertía en quimera, rugiendo con fuerza, su cuerpo mitad dragón mitad tigre irradiaba una energía imponente, demostrando que él también era tan único como el fénix. Declan, por su parte, se deslizó en las sombras que la espesa niebla morada provocaba, sus ojos brillando con una luz hipnótica, hacía que cada cazador que lo viera se rindiera a su voluntad. Ukara, el brujo, no perdió tiempo y convocó
El eclipse finalmente termino y la luna llena iluminaba lo que una vez fue el pueblo de cazadores y que se había convertido en un campo de batalla, sus rayos plateados reflejando la cantidad de cuerpos que yacían sin vida, dejando en claro, que los cazadores ya no existían, los demonios habían sido finalmente derrotados, o al menos eso pensaban, pero la victoria había cobrado un alto precio, la vida de Asher era una de ellas, el suelo estaba teñido de sangre y cicatrices oscuras marcaban el terreno donde los seres sobrenaturales habían librado su feroz lucha, el fuego con el que Kalila había marcado un perímetro para que ningún cazador pudiese escapar aquel día, se extinguió con la ayuda de Ikigaí y por suerte tanto él, como Aysel y los demás seres sobre naturales, se estaban recuperando de forma rápida y adecuada, aunque no era el caso de Kalila, que yacía en el centro de lo que una vez fue un parque y ahora solo era un claro más, su respiración era un hilo tenue y su cuerpo estaba c
Kalila yacía en los brazos de Nuriel, sus heridas al igual que su agotamiento tras la feroz batalla contra los demonios era notorio, su respiración era irregular, y la vida se escapaba de su cuerpo poco a poco, su sangre caía por los brazos del fénix y teñía el suelo oscuro tan típico del bosque, con un manto carmesí que simbolizaba su sacrificio por proteger a sus amados. Pero a pesar del dolor, y cansancio, sus ojos se abrieron, más que con pereza, con un esfuerzo casi inhumano, buscaba desesperadamente, ver una última vez, a esos que amaba, a su manera y de diferente forma, nunca creyó poder encontrar la salvación, pero era así, sus compañeros por elección podían salvarla o al menos lo intentarían.Declan fue el primero que apareció en su campo de visión, su figura esbelta y desalineada de la mejor manera, casi la hace suspirar, siempre la había cautivado esa forma de vestir tan rebelde del rubio. Sus ojos rojos brillaban con una mezcla de desesperación y amor, mientras que Nuriel
Ukara sabía lo que debía hacer, el conocimiento ancestral de su linaje de brujos lo había preparado para este momento, aunque nunca pensó que sería a Kalila a quien marcaria como suya, pero es que no había comparación entre lo que sentía por Jana y lo que Kalila le hacía sentir, Jana fue la compañera que la diosa le asigno, sin embargo, Kalila, era a quien él había escogido. Con manos temblorosas pero decididas, Ukara se inclinó sobre Kalila, sus ojos la observaron llenos de una ternura infinita, e incluso se tomó el tiempo de acariciar el rostro que para Ukara era el más bello del mundo entero y la humana solo podía suplicar con la mirada que al fin ese brujo del cual ella se había enamorado desde niña, la marcara como suya.— Kalila. — susurró, con la voz cargada de emoción. — Voy a salvarte. — juro como quien jura que luego de una tormenta sale el sol. — Pero para hacerlo, necesito tu permiso. — claro que sí, Ukara jamás volvería a hacer algo sin el consentimiento de Kalila, nunca
Nuriel decidió ir a paso de hombre de regreso a la cabaña que era su hogar, pues era consciente que si bien Kalila estaba mucho mejor, sus hijos necesitarían toda la fuerza que la joven pudiera reunir para una recuperación plena, pues eran bebés sobre naturales, por lo que decidió que lo más seguro para la humana, era que él la cargara, y llevara en brazos, su cuidado era tal que el cuerpo de Kalila apenas y se mecía con cada paso, algo que la joven agradecía interiormente, pues estaba exhausta, con sus ojos cerrados, intentaba adentrarse en un sueño, que la hiciera olvidar lo vivido, pero eso parecía algo inútil, pues su mente no encontraba sosiego, el dolor por la reciente pérdida de su padre, Asher, la asaltaba sin tregua, estrujando su corazón.— ¿Por qué tuve tan poco tiempo para conocerlo? — se lamentaba interiormente Kalila, mientras las lágrimas silenciosas rodaban por sus mejillas y sus compañeros hacían todo lo posible por simular que no lo notaban, ahora que al fin la había
Kalila estaba a los pies de la escalera de su hogar, con el corazón latiendo a mil por hora, había acudido a la sala para preguntarle a Ikigaí si el calor persistente que sentía en su vientre era normal, luego de ser marcada por ellos, sus compañeros, pero grande fue su sorpresa al escuchar a Nuriel hablar de bebés, lo que la dejó perpleja. ¿Podía ser posible? ¿Estaba embarazada? Su mente se llenó de incertidumbre y emoción al mismo tiempo, no podía quedarse con la duda y buscó la confirmación en el único que podria dársela sin falta alguna, Ikigaí, la quimera milenaria con el don de saber cuándo una vida nueva se formaba.Con paso firme pero nervioso, bajo la mirada y silencio de sus compañeros, Kalila se acercó a la quimera, quien la miró con sus ojos sabios y serenos.— Ikigaí, necesito saber... ¿es verdad que estoy embarazada? — preguntó con un susurro tembloroso, mientras Ikigaí sonreía y asentía lentamente.— Sí, mi lago de vida, estas embarazada, de cada uno de nosotros. serán
Viatan, emergió de las sombras del bosque, y en menos de un parpadeo, la quimera lo tenía frente a él, su presencia oscurecía aún más el ambiente nocturno, e Ikigaí se preparó para confrontarlo, convencido de que Viatan estaba tras Kalila, sin embargo, el demonio, con una mirada intensa y desesperada, hizo una revelación inesperada.— No estoy aquí por tu compañera. — dijo Viatan, su voz resonando como un trueno distante. — Estoy aquí por ti. — Ikigaí, que estaba confundido y poco confiado, se preparó para el ataque, pero su sorpresa fue grande cuando Viatan se arrodilló ante él, sus ojos llenos de una súplica ardiente. — Tu eres Ikigaí, tú que conoces la razón de ser de todos, dime cuál es la mía. ¿Cuál es mi propósito en esta existencia? — la quimera vio la desesperación en los ojos del demonio y supo que podría aprovechar esta situación a su favor, seria jugar con fuego, pero si podía lidiar con Nuriel, bien podria tentar su suerte al tratar de controlar a Viatan.— Te diré tu razó
Ikigaí, la quimera milenaria, era una criatura de leyenda para los humanos, mientras que para Kalila y los demás el peli azul era reconocido por su habilidad para hablar con cada ser vivo que existiera y así saber su razón de ser, los cazadores lo conocían por su habilidad de caminar entre el mundo de los vivos y el de los muertos, con su cuerpo mitad tigre, mitad dragón, era un ser imponente si lograbas verlo.Ahora, Ikigaí descendió desde las montañas, donde vivía con sus compañeros, para cumplir una misión sagrada, al menos para él, y es que llevaba el alma y el cuerpo inerte de Asher, el padre biológico de su compañera sabía que no podía librarlo de su condena, como tampoco podria traerlo a la vida, sin embargo, trataría de buscar un punto medio, y ya se le había ocurrido algo para ello.La quimera no tardó mucho en llegar al templo que el mismo había construido solo horas atrás. Ese templo que se alzaba majestuoso en el lugar donde una vez existió el pueblo de cazadores, ahora re