Un día antes…
Azima y su marido, Diyar Halu, fueron a recoger un poco de agua al río, porque las cisternas de los pozos cerca de su casa, estaban siendo reparadas. Estos últimos meses habían necesitado más agua de lo rutinario, porque su finca se estaba extendiendo, ya que había crecido la siembra por la compra abundante que las torres de las fronteras, estaba ameritando.
Eso, aunado a que también parte de su familia iba al centro de Angkor, a la plaza de verduras para ofrecer sus productos.
La mujer iba distraída pensando en que mañana por la mañana debía partir nuevamente hacia las torres, y que tenía pedirle a su pequeña nieta que preparara toda su ropa para la semana. Su día de descanso estaba llegando a su fin, y aunque era feliz en cualquier parte de Angkor, a veces especulaba que merecía más de un d
Azima abrió los ojos mientras su garganta se apretó. Le había repetido miles de veces por el camino a su nieta Amaal, que nadie debía saber sobre el paradero del príncipe, pero por supuesto, jamás elaboró un escenario donde apareciera la chica de la cual el mismo príncipe llamó en su delirio.No podía culpar a su chica por soltar su lengua, pero ahora tampoco sabía que iba a hacer ante la verdad descubierta por aquella pelirroja, que la miraba con aprensión y lágrimas en sus ojos. No la conocía, pero podía ver la preocupación y, sobre todo, el interés en sus ojos.Su marido iba a matarla, no literalmente, pero un buen regaño se llevaría si esta chica la acompañaba hacia la finca. Además, estaba comenzando la semana, ¿Cómo iba a regresar un día después de haberse marchado?Un apret&
En el momento en que Nadia entró a la casona, pudo sentir un ambiente limpio y reluciente por todo el lugar, había un olor particular y supo de donde provenía, ya que había varios jarrones de rosas en las mesas que decoraban la sala principal.Aunque Azima y su marido eran campesinos que se dedicaban a los trabajos netamente del campo, habían decorado muy bien su pequeña casa, —y decía pequeña—, porque era una nada comparada con el palacio. Nadia moría por vivir así, retirada de la ciudad, lejos de la clase rica de Angkor, con estas sabanas verdes infinitas y las montañas en su ventana.Ella no pudo evitar estremecerse, y que su piel se erizara cuando sintió algo cálido en su corazón, al encontrarse rodeada de tanta familiaridad.—¡Es nuestra casa! —expresó Amaal delante de ella con una sonrisa, sabiendo que era del agra
Un trago forzado pasó por la garganta de Kader cuando evidenció que los labios de Nadia se abrieron y sus ojos se cerraron de golpe. Y justo cuando su entrepierna no pudo más con la situación, sus dedos sostuvieron su mandíbula en un agarre fuerte.—¿Qué haces aquí? —el tono frío de sus palabras solo le indicaron a Nadia que ese momento mágico se había pulverizado. Sus ojos se abrieron para notar que en la mirada de Kader había algo que jamás había visto en él.Amargura. Aunque estaba muerta de nervios, no le temía, y tomando una postura seria, quitó las manos de su brazo, pero él no lo hizo con ella. Sabía que de ahora en adelante debía enfrentarse a un hombre frío, seco y, sobre todo, carente de tacto.Pero estaba aquí, y haría todo, todo para que Kader se recuperara.<
Con las toallas en sus manos, y sus pies caminando lento, Nadia resopló todas las veces hasta que llegó a esa puerta comprimiendo sus ojos. Debía prepararse para lo peor, porque conociendo a ese hombre, sabía que su amplia tristeza no le detendría para dejar salir a ese arrogante que siempre fue.Sin embargo, algo dentro de Nadia se removió, no sabía muy bien cómo interpretar lo que ahora mismo calaba en su piel, pero no tenía miedo de perder o ganar, estaba lo suficientemente decidida a que pasara lo que tendría que pasar, porque ella definitivamente ya había tomado una determinación en su vida.Dio unos toques suaves en la puerta y giró el pomo con el aliento entre cortado.En el momento en que abrió la puerta, Kader no estaba en la cama, ni en ninguna parte de la habitación.—¿Kader? —llamó bajo—. ¿Kader?<
Ambos estaban de pie dentro de la habitación, el frío estaba poco tolerable, y Nadia solo estaba observando cómo Kader cerraba la puerta, y se colocaba de pie junto a ella. No pudo evitar pasar un trago duro mientras su cuerpo temblaba entero.«¿Qué hacía aquí todavía?, ¿por qué no se movía?», su mente le repetía vez tras vez.La mano de Kader fue hasta su rostro y con sus dedos deslizó una caricia por su mejilla, hasta llegar a su mandíbula.—No me tengas miedo… —susurró muy cerca de ella estrellando su aliento con el suyo—. Solo quiero que… Duermas conmigo.Nadia reprimió sus ojos a la vez que su corazón latía salvajemente dentro de su pecho. Estaba aterrada, muy nerviosa, y su piel solo vibraba sin remedio.Los dedos de Kader fueron hasta los suyos enredá
La calidez, sus brazos y la respiración de Kader encima de ella, solo hizo que parpadeara varias veces mientras intentó mover su cuerpo. El movimiento le hizo contraer varias puntadas en su centro, la maraña de sábanas estaba envueltas en sus cuerpos desnudos, y viendo hacia todas partes, Nadia supo que era el momento de salir de esa habitación.Esperaba que fuese muy temprano en la mañana, porque no quería que Azima se enterara de que había pasado la noche en este lugar, no ella, que sabía exactamente que ocurría con ellos dos.Nadia desvió la mirada hacia el rostro de Kader. Él se encontraba totalmente dormido con la respiración acompasada. Sus brazos estaban en toda ella, y sus piernas estaban enredadas en las suyas.Como desearía que este momento nunca acabase, como desearía verlo cada mañana de esta manera.No pudo evitar pasar sus dedos po
La caminata de salida de la casa de Azima se realizó con un silencio que destrozó los nervios de Nadia. Ellos andaron muy rápido hasta que estuvieron alejados y llegaron a un lugar fresco, donde no había ni un alma cerca.Kader soltó el aire varias veces una vez que dejó el brazo de Nadia y se posicionó delante de ella para mirarla fijo. Antes de que dijera una sola palabra tomó su muñeca y deshizo el nudo que ataba su pulsera para luego guardarla en su bolsillo.—Se la regresaremos en cuando nos vayamos de aquí —sentenció con los dientes apretados.Kader no podía dejar de ver en su mente, el momento en que ese hombre tomó la mano de Nadia para acariciar su piel y poner esa cosa en su mano. No sabía qué se había creído o qué tenía en el pensamiento ese hombre, pero así lo echaran a patadas del lugar, no permitir&
El frío del agua chocó contra la piel de Nadia una vez que el príncipe la bajó de sus brazos. Él no se había despegado de su cuerpo, ni su mirada mucho menos. Ahora sus manos estaban hábiles bajando el vestido de sus hombros y hundiéndose más en la profundidad del río.Por acto de reflejo su cuerpo vibró ante su toque y su centró fue invadido por ese calor que estaba siendo familiarizado en su existencia. Podía sentir al máximo la yema de sus dedos rozando cada parte de su piel, y aunque ya sabía todas las partes de este acto, estaba más nerviosa que nunca.En algún momento, sus pies ya no tocaron en suelo, y esos brazos la arrastraron hacia una parte más honda, donde descansó su espalda en una roca.Agitada, controlando la respiración, y el frío del agua, vio como la sonrisa de Kader invadió todo su coraz&oacu