Lukas corrió tras Sofía, tratando de alcanzarla antes de que llegara a la puerta principal.—¡Sofía, espera! ¡No es lo que piensas! —gritó, ella ya había llegado al porche y los amigos de Lukas no perdieron oportunidad de burlarse de ella.Las risas y conversaciones del grupo resonaron en el vestíbulo opulento. Los amigos de Lukas los esperaban, incluyendo a Fabi, cuya sonrisa burlona no presagiaba nada bueno.—¡Mira quién llegó! —exclamó Fabi, mirando hacia Sofía con una sonrisa maliciosa. —La reina del orden y perfección, la chica señorita perfecta.Al ver que Sofía esbozó un rictus de molestia en su rostro, siguieron burlándose y uno de ellos habló.—¿No nos quieres aquí? —preguntó otro, fingiendo desilusión. —Pues lástima, no vinimos a verte a ti.—Yo tampoco esperaría tener visitas tan despreciables como ustedes —, respondió Sofía, sin detenerse. Sus pasos eran firmes; su voz, segura.—¡Qué carácter! La pequeña Sofía, la niña recogida, aún no ha aprendido cuál es su lugar —coment
Lukas se quedó frente a la puerta cerrada, sintiendo como si le hubieran dado un puñetazo en el estómago. Las palabras de Sofía resonaban en su mente, llenas de dolor y decepción. Se dio cuenta de cuánto la había lastimado, no solo con sus acciones pasadas, sino también con su reacción ante sus amigos, se daba cuenta de que debió haberlos echado a todos de una vez, o no dejarla ir a ella, para que viera como la defendía."Soy un idiota", pensó, pasándose una mano por el cabello con frustración. Sabía que tenía que hacer algo, no podía dejar que las cosas terminaran así.Decidido, volvió a tocar la puerta.—Sofía, por favor, escúchame —suplicó—. Sé que me equivoqué. No debí llamarte "Miss Perfecta" ni permitir que mis amigos te trataran así. Estaba nervioso y actué como un idiota. Lo siento mucho.No hubo respuesta desde el otro lado de la puerta. Lukas apoyó su frente contra la madera fría, cerrando los ojos con frustración.—Por favor, mi amor. Dame una oportunidad de explicarte. Te
El aroma del ajo hirviendo a fuego lento y de las cebollas flotaba en el aire, mientras Lukas removía la olla con una cuchara de madera, con los ojos desviados hacia la puerta de la cocina de vez en cuando. Su padre y él estaban en plena preparación culinaria, esperando impresionar con los platos favoritos de las dos mujeres de su vida.—Carne asada para Marleni y la lasaña para Sofía —, le recordó el padre de Lukas desde donde cortaba verduras con pericia, una danza silenciosa entre las manos expertas y la tabla de cortar.Lukas asintió, agregando las verduras a un tazón. —Perfecto, solo quiero que les encante la comida, sobre todo a ella —, murmuró, más para sí mismo que para su padre.—Relájate, hijo. El camino al corazón de una persona no es solo a través de su estómago.Pero mientras servían los platos, los intentos de Lukas de conversar con Sofía se encontraron con silencios fríos o respuestas bruscas. Sentía que la tensión se acumulaba en su interior como un resorte, pero una
Los extraños ruidos continuaron por un rato más, manteniendo a Lukas y Sofía en un estado de alerta. Sin embargo, poco a poco, el cansancio comenzó a vencerlos. La calidez del abrazo de Lukas y el ritmo constante de su corazón empezaron a calmar a Sofía.—¿Crees que haya alguien en la casa? —susurró Sofía, su voz amortiguada contra el pecho de Lukas.—No lo creo —respondió él en voz baja, acariciando suavemente su espalda—. Revisamos todo y no había nadie. Quizás sea solo el viento o la casa asentándose.El silencio que siguió estuvo cargado de una tensión distinta a la del miedo. Sofía levantó la mirada, sus ojos buscando los de Lukas en la penumbra de la habitación. Las sombras danzaban en las paredes, proyectadas por la luz tenue que se filtraba desde el exterior.—Gracias por dejar que me quede contigo —murmuró ella, su voz apenas un susurro.Lukas sonrió ligeramente, sus ojos brillando con una calidez que Sofía no había visto en mucho tiempo.—Siempre estaré aquí para ti —respondi
Sofía se colocó a horcajadas sobre Lukas, sus ojos brillando con una mezcla de deseo y determinación. Él la miró con anticipación, su respiración acelerándose mientras sentía el calor del cuerpo de Sofía contra el suyo.Con movimientos lentos y sensuales, Sofía se quitó la camiseta que llevaba puesta, revelando poco a poco su piel suave. Lukas contuvo el aliento, sus ojos recorriendo cada centímetro de piel expuesta.—Eres hermosa —, susurró Lukas, su voz ronca de deseo, posando su mirada en el pecho.Sofía sonrió, inclinándose para besarlo suavemente. Sus labios se posaron en el pecho de Lukas y comenzó a dejar un rastro de besos ardientes por su torso. Lukas gimió suavemente, sus manos, acariciando la espalda desnuda de Sofía.Con movimientos lentos y sensuales, Sofía continuó besando y acariciando el cuerpo de Lukas, disfrutando de cada reacción que obtenía de él. Sus dedos trazaron patrones sobre su piel, provocando escalofríos de placer.Lukas estaba completamente hipnotizado por
Marleni terminó de colocar los últimos platos sobre la mesa, disfrutando del aroma del café recién hecho que llenaba la cocina. El sol matutino se filtró suavemente a través de las ventanas, iluminando la estancia con un cálido resplandor. Danilo entró en la cocina con una sonrisa en los labios, una de esas sonrisas que ella conocía demasiado bien. Él le dio un beso suave, Marleni lo observó con detenimiento.—Hola amor, ¿Qué es lo que te trae tan sonriente esta mañana, Danilo? —preguntó Marleni con curiosidad, apoyando una mano en su cadera mientras lo miraba fijamente—. Te conozco bien, y sé que algo has planificado o alguna travesura has hecho.Marleni vertió el café caliente en dos tazas sin dejar de observarlo, mientras el aroma llenaba la cocina. —¿Qué estás tramando ahora, eh? —preguntó Marleni, colocando su taza frente a él.—¿Yo? Nada malo —respondió Danilo, aun con la sonrisa pintada en su rostro.—Vamos, conozco esa sonrisa. Habla, no me ocultes nada —insistió Marleni, s
El hombre dio otro paso hacia adelante, sostuvo a Marleni de los brazos, su mirada intensa fija en Marleni.—Por favor, Marleni. Han pasado muchos años. Las cosas han cambiado. Necesito hablar contigo sobre... sobre nuestra hija.Marleni sintió que el aire se le escapaba de los pulmones. Sus ojos se abrieron de par en par, una mezcla de sorpresa y miedo reflejándose en ellos.—¿Qué estás diciendo? —susurró, su voz apenas audible. —Tú no tienes ninguna hija conmigo.Hizo ademán de soltarse, pero él la sostuvo con más fuerza.—Ambos sabemos que eso no es cierto, Marleni. Sofía es mi hija, y quiero conocerla.Ella lo empujó alejándolo.—Definitivamente, eres un descarado, ¿Cómo te atreves a presentarte aquí, a pedirme conocerla? Sofía es hija mía y el único padre que conoce es a Danilo. La hija tuya… no existe —sentenció con firmeza.—Sé que no la abortaste ¿Acaso piensas que no me iba a enterar de que vive? De qué nunca la abortaste. Lo supe de hace mucho tiempo, pero ahora he decidido
Danilo llegó a la casa en tiempo récord, su corazón latiendo con fuerza por la preocupación. Cuando entró, encontró a Marleni aún sentada en el sofá, su rostro pálido y tenso producto del dolor.—¡Marleni! —exclamó, corriendo hacia ella y arrodillándose a su lado—. ¿Qué pasó? ¿Estás bien? ¿Cómo te sientes?Marleni lo miró con ojos llenos de lágrimas.—Danilo... me caí. Me duele mucho la cadera y tengo miedo por el bebé —susurró, su voz temblando ligeramente.—¿Cómo te caíste? —le preguntó preocupado.Marleni levantó la mirada, sus ojos llenos de lágrimas contenidas. —Danilo... —susurró, su voz quebrándose—. Él estuvo aquí.Danilo frunció el ceño, confundido.—¿Quién estuvo aquí, amor? —preguntó suavementeMarleni tomó una respiración profunda, antes de contarle.—El padre biológico de Sofía, —dijo en voz baja. —Vino aquí, amenazando con decirle la verdad a Sofía y arruinar nuestra familia.Danilo se quedó inmóvil por un momento, procesando lo que acababa de escuchar. Luego, su rostro