Sofía sintió que su corazón se aceleraba ante las palabras de Lukas. Quería creerle con todo su ser, pero el miedo seguía allí, acechando en las sombras de su mente.—Quiero creerte, Lukas —dijo suavemente, sus ojos buscando los de él—. Pero...—Pero tienes miedo —completó él, acariciando su mejilla con ternura—. Lo entiendo, mi amor. Y no te pido que confíes en mí completamente de la noche a la mañana. Solo te pido que me des la oportunidad de demostrarte, día a día, que mis sentimientos por ti son reales y profundos.Sofía sintió el calor de las palabras de Lukas envolviéndola, llenándola de una mezcla de alivio y esperanza. No podía negar que lo amaba, que siempre lo había amado, pero el miedo a ser herida nuevamente era como una sombra que se cernía sobre ella.—¿Cómo puedo estar segura, Lukas? —preguntó con voz temblorosa, sus ojos llenos de duda—. ¿Cómo puedo saber que esto no es solo otra fase, una ilusión que desaparecerá cuando te canses de mí?Lukas la miró fijamente, con la
Sofía sintió un cosquilleo de emoción ante el misterio en la voz de Lukas. A pesar de sus miedos anteriores, no pudo evitar sentirse intrigada y emocionada por lo que él pudiera tener planeado.Salieron de la mansión y Lukas la guio hacia el auto. Abrió la puerta del pasajero para ella con un gesto galante que la hizo sonreír.—Gracias —dijo suavemente mientras se acomodaba en el puesto del copiloto.Lukas rodeó el auto y se sentó en el asiento del conductor. Antes de arrancar, se volvió hacia Sofía y tomó su mano, besando suavemente sus nudillos.—Por fin se me va a dar el momento de cumplir la promesa que te hice.—¿Cuál de todas las promesas que me has hecho cumplirás? —interrogó ella mirándolo con los ojos entrecerrados.—Todas y cada una de ellas, así que esperas.Cuando llegaron a su destino, él se estacionó.—Voy a bajar un momento, pero tú debes quedarte aquí —pidió tomando su mano y dándole un beso en la palma de la mano.—¿Por qué? Yo quiero ir contigo —protestó.Lukas se ac
Lukas corrió tras Sofía, tratando de alcanzarla antes de que llegara a la puerta principal.—¡Sofía, espera! ¡No es lo que piensas! —gritó, ella ya había llegado al porche y los amigos de Lukas no perdieron oportunidad de burlarse de ella.Las risas y conversaciones del grupo resonaron en el vestíbulo opulento. Los amigos de Lukas los esperaban, incluyendo a Fabi, cuya sonrisa burlona no presagiaba nada bueno.—¡Mira quién llegó! —exclamó Fabi, mirando hacia Sofía con una sonrisa maliciosa. —La reina del orden y perfección, la chica señorita perfecta.Al ver que Sofía esbozó un rictus de molestia en su rostro, siguieron burlándose y uno de ellos habló.—¿No nos quieres aquí? —preguntó otro, fingiendo desilusión. —Pues lástima, no vinimos a verte a ti.—Yo tampoco esperaría tener visitas tan despreciables como ustedes —, respondió Sofía, sin detenerse. Sus pasos eran firmes; su voz, segura.—¡Qué carácter! La pequeña Sofía, la niña recogida, aún no ha aprendido cuál es su lugar —coment
Lukas se quedó frente a la puerta cerrada, sintiendo como si le hubieran dado un puñetazo en el estómago. Las palabras de Sofía resonaban en su mente, llenas de dolor y decepción. Se dio cuenta de cuánto la había lastimado, no solo con sus acciones pasadas, sino también con su reacción ante sus amigos, se daba cuenta de que debió haberlos echado a todos de una vez, o no dejarla ir a ella, para que viera como la defendía."Soy un idiota", pensó, pasándose una mano por el cabello con frustración. Sabía que tenía que hacer algo, no podía dejar que las cosas terminaran así.Decidido, volvió a tocar la puerta.—Sofía, por favor, escúchame —suplicó—. Sé que me equivoqué. No debí llamarte "Miss Perfecta" ni permitir que mis amigos te trataran así. Estaba nervioso y actué como un idiota. Lo siento mucho.No hubo respuesta desde el otro lado de la puerta. Lukas apoyó su frente contra la madera fría, cerrando los ojos con frustración.—Por favor, mi amor. Dame una oportunidad de explicarte. Te
El aroma del ajo hirviendo a fuego lento y de las cebollas flotaba en el aire, mientras Lukas removía la olla con una cuchara de madera, con los ojos desviados hacia la puerta de la cocina de vez en cuando. Su padre y él estaban en plena preparación culinaria, esperando impresionar con los platos favoritos de las dos mujeres de su vida.—Carne asada para Marleni y la lasaña para Sofía —, le recordó el padre de Lukas desde donde cortaba verduras con pericia, una danza silenciosa entre las manos expertas y la tabla de cortar.Lukas asintió, agregando las verduras a un tazón. —Perfecto, solo quiero que les encante la comida, sobre todo a ella —, murmuró, más para sí mismo que para su padre.—Relájate, hijo. El camino al corazón de una persona no es solo a través de su estómago.Pero mientras servían los platos, los intentos de Lukas de conversar con Sofía se encontraron con silencios fríos o respuestas bruscas. Sentía que la tensión se acumulaba en su interior como un resorte, pero una
Los extraños ruidos continuaron por un rato más, manteniendo a Lukas y Sofía en un estado de alerta. Sin embargo, poco a poco, el cansancio comenzó a vencerlos. La calidez del abrazo de Lukas y el ritmo constante de su corazón empezaron a calmar a Sofía.—¿Crees que haya alguien en la casa? —susurró Sofía, su voz amortiguada contra el pecho de Lukas.—No lo creo —respondió él en voz baja, acariciando suavemente su espalda—. Revisamos todo y no había nadie. Quizás sea solo el viento o la casa asentándose.El silencio que siguió estuvo cargado de una tensión distinta a la del miedo. Sofía levantó la mirada, sus ojos buscando los de Lukas en la penumbra de la habitación. Las sombras danzaban en las paredes, proyectadas por la luz tenue que se filtraba desde el exterior.—Gracias por dejar que me quede contigo —murmuró ella, su voz apenas un susurro.Lukas sonrió ligeramente, sus ojos brillando con una calidez que Sofía no había visto en mucho tiempo.—Siempre estaré aquí para ti —respondi
Sofía se colocó a horcajadas sobre Lukas, sus ojos brillando con una mezcla de deseo y determinación. Él la miró con anticipación, su respiración acelerándose mientras sentía el calor del cuerpo de Sofía contra el suyo.Con movimientos lentos y sensuales, Sofía se quitó la camiseta que llevaba puesta, revelando poco a poco su piel suave. Lukas contuvo el aliento, sus ojos recorriendo cada centímetro de piel expuesta.—Eres hermosa —, susurró Lukas, su voz ronca de deseo, posando su mirada en el pecho.Sofía sonrió, inclinándose para besarlo suavemente. Sus labios se posaron en el pecho de Lukas y comenzó a dejar un rastro de besos ardientes por su torso. Lukas gimió suavemente, sus manos, acariciando la espalda desnuda de Sofía.Con movimientos lentos y sensuales, Sofía continuó besando y acariciando el cuerpo de Lukas, disfrutando de cada reacción que obtenía de él. Sus dedos trazaron patrones sobre su piel, provocando escalofríos de placer.Lukas estaba completamente hipnotizado por
Marleni terminó de colocar los últimos platos sobre la mesa, disfrutando del aroma del café recién hecho que llenaba la cocina. El sol matutino se filtró suavemente a través de las ventanas, iluminando la estancia con un cálido resplandor. Danilo entró en la cocina con una sonrisa en los labios, una de esas sonrisas que ella conocía demasiado bien. Él le dio un beso suave, Marleni lo observó con detenimiento.—Hola amor, ¿Qué es lo que te trae tan sonriente esta mañana, Danilo? —preguntó Marleni con curiosidad, apoyando una mano en su cadera mientras lo miraba fijamente—. Te conozco bien, y sé que algo has planificado o alguna travesura has hecho.Marleni vertió el café caliente en dos tazas sin dejar de observarlo, mientras el aroma llenaba la cocina. —¿Qué estás tramando ahora, eh? —preguntó Marleni, colocando su taza frente a él.—¿Yo? Nada malo —respondió Danilo, aun con la sonrisa pintada en su rostro.—Vamos, conozco esa sonrisa. Habla, no me ocultes nada —insistió Marleni, s