La suave luz del amanecer se filtró por las cortinas cuando Sofía abrió los ojos lentamente. Por un momento se sintió desorientada, hasta que los recuerdos de la noche anterior inundaron su mente. Giró la cabeza ligeramente y se encontró con el rostro dormido de Lukas, su brazo aun rodeándola protectoramente.Un cálido sentimiento se expandió en su pecho mientras lo observaba. En ese momento de quietud, con su rostro relajado y vulnerable, Sofía pudo ver al hombre del que se había enamorado, sin las barreras y pretensiones que solía mostrar al mundo.Cuidadosamente, para no despertarlo, Sofía intentó levantarse, pero antes de poder ponerse de pie, Lukas la atrapó y la hizo caer de nuevo en la cama.—Buen día, preciosa, ¿Dónde crees que vas a huir? —preguntó, observándola con una mirada serena y amorosa.—Buenos días —respondió ella, sonriendo—, me prometiste que íbamos a montar, ¿O me mentiste? —Por supuesto te lo prometí y te lo voy a cumplir, así que vamos a levantarnos para prepa
El beso tomó a Sofía por sorpresa, pero rápidamente se derritió en él. Sus labios se movieron juntos con una pasión que rivalizaba con el calor del sol sobre ellos. El sabor a tierra y sudor se mezclaba con la dulzura de sus bocas, creando una combinación embriagadora. Cuando finalmente se separaron, ambos jadeaban ligeramente. Lukas apoyó su frente contra la de Sofía, sus ojos brillando con una mezcla de amor y deseo.—Te amo, Sofía —susurró, su voz ronca por la emoción, mientras su corazón palpitaba enloquecido—. Con todo lo que soy.Sofía sintió que su corazón se hinchaba ante esas palabras, sus miradas se encontraron y en sus ojos se reflejó esa mezcla de ternura, amor, devoción, ella sonrió, se acercó y le dio un beso rápido, mientras se levantaba y comenzaba correr, él pronto la alcanzó, y se le adelantó, subiéndose primero en la yegua y atrapándola a ella.Sofía soltó una carcajada mientras Lukas la subía a la yegua frente a él. Sus cuerpos cubiertos de barro se pegaron, envia
Lukas se detuvo un momento para admirar la belleza de Sofía, tendida sobre la cama con el cabello húmedo esparcido sobre la almohada. Su piel brillaba con las gotas de agua que aún no se habían secado, y sus ojos estaban oscurecidos por el deseo.—Eres tan hermosa —, susurró él, inclinándose para besarla suavemente. Sofía sintió que su corazón se aceleraba ante la ternura en la voz de Lukas. Levantó una mano para acariciar su mejilla, perdiéndose en la intensidad de su mirada.—Te amo, Lukas —, murmuró ella contra sus labios.Esas palabras encendieron algo dentro de Lukas. Con un gruñido bajo, profundizó el beso, su lengua explorando la boca de Sofía con pasión desenfrenada. Sus manos recorrieron el cuerpo de ella, memorizando cada espacio de ella.Sofía arqueó su espalda, presionándose contra él, ansiosa por más contacto. Sus dedos se enredaron en el cabello húmedo de Lukas, atrayéndolo más cerca. Lukas dejó un rastro de besos ardientes por su cuello, deteniéndose para succionar su
La llenó de besos para borrar el dolor y poco a poco sintió cómo el cuerpo de Sofía se fue relajando. Y así por fin pudo comenzar a demostrarle con una dolorosa delicadeza cómo era capaz de venerar su cuerpo, uno que antes no le había pertenecido a nadie y que él estaba dispuesto a luchar para fuera solo suyo por siempre.Entró y salió de su cuerpo con movimientos lentos y cuidadosos, permitiendo que Sofía se ajustara a la nueva sensación. Sus ojos nunca dejaron los de ella, tratando de comunicar todo el amor y la ternura que sentía en ese momento.—¿Estás bien? —susurró, besando suavemente sus mejillas húmedas por las lágrimas.Sofía asintió, una pequeña sonrisa formándose en sus labios.—Sí —respondió en voz baja—. Es solo... intenso.Lukas sonrió con dulzura, besándola suavemente.—Iremos tan lento como necesites —prometió.Poco a poco, el dolor inicial dio paso al placer. Sofía comenzó a moverse con Lukas, sus caderas encontrándose con cada embestida. Sus gemidos de placer llenaro
Sofía sintió que su corazón se aceleraba ante las palabras de Lukas. Quería creerle con todo su ser, pero el miedo seguía allí, acechando en las sombras de su mente.—Quiero creerte, Lukas —dijo suavemente, sus ojos buscando los de él—. Pero...—Pero tienes miedo —completó él, acariciando su mejilla con ternura—. Lo entiendo, mi amor. Y no te pido que confíes en mí completamente de la noche a la mañana. Solo te pido que me des la oportunidad de demostrarte, día a día, que mis sentimientos por ti son reales y profundos.Sofía sintió el calor de las palabras de Lukas envolviéndola, llenándola de una mezcla de alivio y esperanza. No podía negar que lo amaba, que siempre lo había amado, pero el miedo a ser herida nuevamente era como una sombra que se cernía sobre ella.—¿Cómo puedo estar segura, Lukas? —preguntó con voz temblorosa, sus ojos llenos de duda—. ¿Cómo puedo saber que esto no es solo otra fase, una ilusión que desaparecerá cuando te canses de mí?Lukas la miró fijamente, con la
Sofía sintió un cosquilleo de emoción ante el misterio en la voz de Lukas. A pesar de sus miedos anteriores, no pudo evitar sentirse intrigada y emocionada por lo que él pudiera tener planeado.Salieron de la mansión y Lukas la guio hacia el auto. Abrió la puerta del pasajero para ella con un gesto galante que la hizo sonreír.—Gracias —dijo suavemente mientras se acomodaba en el puesto del copiloto.Lukas rodeó el auto y se sentó en el asiento del conductor. Antes de arrancar, se volvió hacia Sofía y tomó su mano, besando suavemente sus nudillos.—Por fin se me va a dar el momento de cumplir la promesa que te hice.—¿Cuál de todas las promesas que me has hecho cumplirás? —interrogó ella mirándolo con los ojos entrecerrados.—Todas y cada una de ellas, así que esperas.Cuando llegaron a su destino, él se estacionó.—Voy a bajar un momento, pero tú debes quedarte aquí —pidió tomando su mano y dándole un beso en la palma de la mano.—¿Por qué? Yo quiero ir contigo —protestó.Lukas se ac
Lukas corrió tras Sofía, tratando de alcanzarla antes de que llegara a la puerta principal.—¡Sofía, espera! ¡No es lo que piensas! —gritó, ella ya había llegado al porche y los amigos de Lukas no perdieron oportunidad de burlarse de ella.Las risas y conversaciones del grupo resonaron en el vestíbulo opulento. Los amigos de Lukas los esperaban, incluyendo a Fabi, cuya sonrisa burlona no presagiaba nada bueno.—¡Mira quién llegó! —exclamó Fabi, mirando hacia Sofía con una sonrisa maliciosa. —La reina del orden y perfección, la chica señorita perfecta.Al ver que Sofía esbozó un rictus de molestia en su rostro, siguieron burlándose y uno de ellos habló.—¿No nos quieres aquí? —preguntó otro, fingiendo desilusión. —Pues lástima, no vinimos a verte a ti.—Yo tampoco esperaría tener visitas tan despreciables como ustedes —, respondió Sofía, sin detenerse. Sus pasos eran firmes; su voz, segura.—¡Qué carácter! La pequeña Sofía, la niña recogida, aún no ha aprendido cuál es su lugar —coment
Lukas se quedó frente a la puerta cerrada, sintiendo como si le hubieran dado un puñetazo en el estómago. Las palabras de Sofía resonaban en su mente, llenas de dolor y decepción. Se dio cuenta de cuánto la había lastimado, no solo con sus acciones pasadas, sino también con su reacción ante sus amigos, se daba cuenta de que debió haberlos echado a todos de una vez, o no dejarla ir a ella, para que viera como la defendía."Soy un idiota", pensó, pasándose una mano por el cabello con frustración. Sabía que tenía que hacer algo, no podía dejar que las cosas terminaran así.Decidido, volvió a tocar la puerta.—Sofía, por favor, escúchame —suplicó—. Sé que me equivoqué. No debí llamarte "Miss Perfecta" ni permitir que mis amigos te trataran así. Estaba nervioso y actué como un idiota. Lo siento mucho.No hubo respuesta desde el otro lado de la puerta. Lukas apoyó su frente contra la madera fría, cerrando los ojos con frustración.—Por favor, mi amor. Dame una oportunidad de explicarte. Te