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Jugaste y Sufrí
Jugaste y Sufrí
Por: Valery Archaga
¡YA NO LE PEGUES MÁS!

NARRA SUSY

—¡YA NO LE PEGUES MÁS! ¡Mamá! —le grité a mi papá al ver que estaba golpeando a mi madre una vez más.

—¡Susy ve a tu habitación y protege a tus hermanos, cariño! —me gritó mi madre en mandarín tradicional, su lengua natal. Ella nos enseñó a mis hermanos y a mí desde que éramos muy pequeños a hablar ambos idiomas. Antes que pudiera voltearme y correr hacia la habitación. Sentí la áspera y fuerte mano de mi padre, jalarme y tomarme fuertemente del cabello.

—¿Qué demonios le has dicho? ¿Si sabes lo que me hierve la sangre que les hables en ese idioma para qué lo haces? ¿Solo para que no sepa que es lo que les dices? Este será tu castigo hoy —sentí su mano, golpear mi rostro varias veces, mis mejillas dolían mucho, lo único que podía hacer era apretar mis ojos porque si lloraba los golpes iban a ser peor. Sentía la lucha de los brazos de mi madre por zafarme del agarre que mi padre tenía en mi cabello.

—¡SUÉLTALA! ¡Es una niña, por favor! ¡Ya déjala! No le pegues más. ¿Cómo puedes hacerle esto a tu propia hija? ¡Maldito infeliz! Solo tiene 11 años ¡DEJALA! —Los gritos de mi madre eran lo único que escuchaba a lo lejano. Hasta que sentí un fuerte golpe en mi cabeza y todo se volvió negro.

—Señora, si usted vuelve a permitir que esto pase de nuevo, me veré obligada a llamar a servicios sociales. Entiendo su situación y no entiendo por qué no busca ayuda. Hay muchas organizaciones o casas hogares donde usted puede ir con sus hijos, esta vez la golpeó, ¿Se imagina lo que le puede hacer después? —escucho que la doctora le dijo a mi mamá. Me dolía mucho mi carita y mi cabeza.

—Mamá —dije llamando su atención.

—Mi precioso ángel. ¿Cómo estás? ¿Cómo te sientes? Perdóname, mi amor. Perdóname, si no te hubiera hablado en otro idioma, él no te hubiera pegado. Te pegó por mi culpa. Perdóname —me pedía arrodillada en el frío suelo. No sabía qué decir ni que hacer, me dolía mucho la cabeza para verla hacia el lado donde estaba. Lo único que pude hacer fue llorar, me dolía mucho ver a mi madre haciendo eso, sintiéndose así, por cosas que no hizo ella, sino mi padre. Había muchas cosas en mi cabeza, principalmente no entendía por qué mi padre nos trataba así desde que venimos aquí. Antes vivíamos en una enorme casa de color gris, una puerta de color rojo, con un bello jardín. Mi madre nos llevaba a la escuela, nos preparaba nuestros alimentos, y nos leía cuentos antes de dormir. Todo eso cambió cuando nos mudamos aquí a Béjar, España. Llegamos a una pequeña casa donde solo había dos habitaciones y no tenía muchas ventanas. Mi padre peleaba mucho con mi madre, primero solo eran gritos y puertas tirándose, luego todo fue escalando, en especial para mi papá días llegaba y días no llegaba a la casa y cuando lo hacía esperaba por comida y mi madre no tenía ni para darnos a nosotros. Ella siempre se mantuvo cuidando de nosotros, nunca la vi trabajar en otro lugar que no fuera en su jardín de rosas, o en la cocina. Los tiempos cambian y yo ya estaba dejando de ser una niña. Ya no quería esto para mi madre y mucho menos para mis hermanos.

—Ya no quiero que vivamos así mamá. Deja a mi padre, vamos muy lejos a otro sitio más grande y bonito. Ya no quiero que te pegue, tampoco a mi o a mis hermanos. Tiam es muy pequeño todavía —le digo yo preocupada y muy ansiosa. Ella se limpia sus lágrimas y se pone de pie apretando mi mano fuertemente.

—Lo sé mi niña, pero es que por mi culpa estamos en esta situación, no puedo dejarlo solo —dijo ella y no quise opinar o decir nada al respecto. La doctora me miraba con mucha lástima.

—¿Señora Libón podría esperar afuera? Revisaré a la niña una vez más para asegurarme que está bien y saber si ya se puede ir a casa con usted —le dice y mi madre afirma emocionada y sale de la habitación. La doctora viene a mi lado y me ayuda a sentarme.

—Aparte de golpearte no te ha hecho algo más, ¿verdad hermosa? —yo negué.

—No, él solo nos pega, en especial cuando llega muy tomado —le dije sinceramente.

—Bueno, mira, te daré esta tarjeta, es mi número, cuando tengas un problema o necesites un favor, llámame. ¿De acuerdo? —me dice con una gran sonrisa en su rostro que la hacía ver como una princesa.

—Doctora, ya que lo dice, necesito pedirle un favor —no sé si me veré muy atrevida al tomar su oferta tan rápido.

—Claro que sí —me responde sin desaparecer esa sonrisa de su rostro.

—¿Será que usted me puede dar un trabajo? —pregunté con algo de pena y ella ahora me ve sorprendida. Cubre su boca con una mano y segundos después pude observar que por su mejilla bajo una lágrima. Ella se inclinó para abrazarme.

—Ay, mi niña. Tú deberías de estar pasando por otras cosas, no por esto. Deberías de estar disfrutando de la escuela, tus amigos. En cambio, estás pidiendo trabajo, solo tienes 11 años hermosa —yo bajé mi cabeza porque eso significaba que no iba a poder ayudarme.

—Pero si tu mamá te da permiso, posiblemente tenga un trabajo para ti —me dice y esta vez fue mi oportunidad de sonreír.

—¿De verdad? ¿No me está mintiendo? —pregunté un poco sorprendida. Ella negó y me sonrió otra vez, caminó hasta la puerta.

—No, es más, deja llamo a tu mamá y les platico a las dos de que se trata —dice y yo estaba muy emocionada. Mi mamá entró y le extrañó mucho verme tan alegre.

—Tiene un diamante aquí señora Libón. Susana me ha pedido que le dé trabajo —comenta ella y mi madre abre sus ojos al máximo.

—No hija, tú eres una niña. No puedes trabajar —dice ella escandalizada.

—De hecho, señora Libón. Tengo el trabajo perfecto para su hija y la verdad es algo para que nos beneficiemos ambas. Mi mamá hace no mucho tiempo tuvo una cirugía en su cadera debido a una fractura. Ella pasa en mi casa sola todo el día, muchas veces tengo que salir de aquí a medio día para ir a dejar su comida y lo mejor de todo es que ella era maestra de preparatoria. Durante este tiempo que Susana esté en la casa se harán compañía y a la misma vez mi madre podrá enseñarle lo que puede aprender en el colegio. No crea que me estoy aprovechando de su situación. En serio quiero ayudarlas, sé lo que es vivir con un padre y un esposo abusivos también. Muchas veces está en nosotros poner un alto. Después puede ser muy tarde, le pagaré a Susana por sus servicios. Puede ser el horario que podría estar en su escuela, así ella está en casa para ayudarte si lo necesitas —dice la doctora, yo tomo la mano de mi madre.

—No lo sé, cariño —dice ella dudando.

—Por favor, mamá, yo quiero ayudarte también para que ahorremos mucho dinero e irnos lejos de papá. Yo quiero hacerlo, por favor. Así podemos comprar comida y no importa si papá está o no en casa —le digo tratando de que me dé permiso.

—Está bien, mi amor. Te dejaré hacerlo, pero tienes que estar en la tarde en casa para que me ayudes con tus hermanos y así poder ir a trabajar a la panadería. Ya había conseguido trabajo hace unos días, pero necesitaba saber en qué horario poder hacerlo. Lo haremos de esta manera, tú lo harás en las mañanas y yo por las tardes. No debería aceptar tu ayuda, mi niña, yo tendría que ver cómo proveer para tus hermanos y para ti, pero la situación es muy difícil en este momento y necesitamos juntar fuerzas para salir adelante. Tienes un corazón de oro mi niña, eso te hace ser muy valiosa —Y de este modo fue como conseguí mi primer trabajo. Cuidando a la mamá de la doctora Bianca. La señora Guadalupe era un sol en la oscuridad, la mujer más buena que he conocido, aparte de mi madre y la doctora Bianca.

Mi padre después de ese evento se perdió por unos meses, creíamos que nos iba a dejar tranquilos, pero no fue así. Un día llegó a la casa y lo recibimos como siempre, ese día yo ya había hecho comida para mis hermanos, así que, también le serví comida a él. Más los problemas nunca desaparecieron porque no faltaban los días en los que golpes y gritos se escuchaban en mi casa. En especial cuando se metía con mis hermanos. La situación era manejable cuando había comida en casa, pero el problema venía cuando mi padre le pedía dinero a mi madre y la amenazaba con golpear a Tiam, quien apenas era un niño.

Siete años de mi vida habían pasado de la misma manera. No habíamos logrado ahorrar nada de dinero, por mantener el vicio de mi padre, el cual con los años era cada vez más difícil de lidiar.

—Gracias, señora Bianca. No se debió de haber molestado —le digo al ver que me había regalado un teléfono móvil, con cámara y modelo nuevo.

—De nada Susy, tú has sido como un ángel para nosotras, no sé qué haría yo sin ti. Mi madre ahora necesita de más ayuda y también te lo regalo con la idea de que si se llegara a suscitarse una emergencia me llames. Sin mencionar que te lo mereces, te has convertido en una hija para mí y una nieta para mi madre. No lo olvides, úsalo para lo que necesites —me dice dándome un abrazo.

Hoy era mi cumpleaños número 18 y estaba muy contenta porque cuando llegué la señora Guadalupe tenía un desayuno para mí servido con una rosa, fue muy bonito. Jamás había tenido algún detalle tan bonito en los últimos años.

—Muchas gracias, señora Bianca. Nos vemos mañana, que ya voy tarde —le digo abrazándola de nuevo para luego caminar hasta la puerta de la entrada. Me fui lo más rápido que pude para mi casa, pero mi corazón se agitó al escuchar cosas rompiéndose y los gritos de mis hermanos adentro. Tomé mi teléfono y al ver la pantalla vi el ícono de la cámara y lo presioné. Entré a la casa y comencé a grabar lo que estaba pasando. Mi padre tenía del cuello a mi hermano y mi madre estaba inconsciente en el suelo mientras Tiam cubría sus ojitos detrás del mueble. Miré el florero de metal a un lado de la mesa y guardé mi teléfono. Tomé el florero y lo golpeé tan fuerte como pude. Él perdió la conciencia de inmediato, yo me quedé sorprendida. Pensando que lo había matado, asustada, intenté despertar a mi mamá y ella poco a poco fue recuperando la consciencia.

—Lo maté, lo maté mamá, lo maté —repetía muy asustada. Ella se sorprendió al ver a mi padre inconsciente en el suelo.

—Tranquila, cariño. Toma una mochila y pon tus cosas más importantes, yo haré lo de tus hermanos. Hoy mismo nos vamos de aquí —rápidamente juntamos nuestras cosas y salimos de esa casa, mi padre estaba vivo, pero inconsciente.

—Vamos a la casa de la doctora, ella dijo de organizaciones que nos pueden ayudar mamá —comenté y ella asintió. Fuimos hasta la casa de la doctora y se sorprendió muchísimo al ver a mi madre con su pómulo morado del golpe y los dedos de mi padre marcados en el cuello de mi hermano.

—Los hombres como él no paran, Jia. Seguirá haciéndolo hasta que sea demasiado tarde para ustedes, pero ya no más. Llamaré al hombre que me ayudó a mí a salir de la pesadilla que era mi exesposo. Él los ayudará en todo, hace poco iniciaron una organización con sus sobrinos para ayudar a familias en estas situaciones. Se llama Jaime Galeano, yo conocí a su sobrino Iván Galeano. Ellos los ayudarán, estoy segura. Déjenme, lo llamaré —ella se va hasta donde está su teléfono móvil y parece buscar algo en él. Luego lleva su teléfono hasta su oreja.

—Abogado Jaime ¿Cómo está? —tomo la mano de mi madre y la apreté fuertemente, ya que todos mirábamos expectantes a la doctora.

—Tengo una familia aquí conmigo que está siendo víctima de violencia doméstica y necesitan de su ayuda —ella se acerca a nosotros y pone el teléfono en videollamada.

—Mucho gusto, si me escuchan soy Jaime Galeano, Abogado de Familia. Puedo observar que su situación es muy seria, así que si vienen aquí a Zaragoza podría ayudarlos. Aquí en Zaragoza serán bienvenidos, los ayudaremos a ubicarlos, mientras dure el proceso legal. Si no tienen cómo venirse puedo enviar a alguien por ustedes —dice el señor de unos 50 o 55 años. Mi madre y yo sonreímos.

—Sí, abogado. Mucho gusto, mi nombre es Jia. No tenemos cómo irnos hasta allá —menciona mi madre y él asiente.

—No es problema, ahorita mismo envío a alguien por ustedes. Si ese lugar es seguro, quédense ahí mientras tanto —La llamada terminó y nos quedamos unas horas en casa de la doctora Bianca. La señora Guadalupe le leyó un cuento a Tiam para calmarlo. Tiam ahora, es un niño de 7 años que ya ha vivido y visto mucho a su corta edad. Todos tenemos cicatrices en nuestro corazón y sé que mi pequeño ya las tiene, por eso no habla mucho, muy rara vez se ríe, es temeroso de todo y a todos. El timbre de la puerta nos alerta, la doctora se acerca a la puerta y nos sonríe. Comenzamos a juntar todas nuestras cosas y Bianca abre la puerta y dos personas entran por ella. Un señor alto, robusto, muy atractivo y detrás de él uno hombre mucho más joven, se quitó el gorro de su sudadera y dejó ver su belleza en su máximo esplendor. Él era el chico más hermosamente guapo que he visto en mi vida. La descripción más perfecta de cómo imaginaba a mi príncipe azul platónico.

—Buenas tardes, mi nombre es Iván y él es mi hijo Alan.

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