SUSY—¿Hija, podemos hablar? —pregunta mi madre. Ya era de día y mi pequeño ya se había levantado a manotear mi cuerpo, pero con un poco de leche le bastó para volverse a dormir.—Si mamá, dime —le respondí levantándome de la cama con cuidado de no despertar a mi pequeño. Debe de estar cansado después del horror que vivió ayer.—Quiero hablarte de Alan, el pobre ayer se puso muy mal cuando se enteró que ustedes se habían ido a buscar a Khoa. Tuvieron que someterlo y ponerle un calmante, porque su herida se abrió y estaba perdiendo mucha sangre. Sé que no estás del todo preparada, pero creo que ustedes necesitan hablar. Ustedes están jugando como dos adolescentes enamorados, pero que no pueden o no quieren estar juntos porque son muy inmaduros, inseguros y me atrevo a decir que hasta infantiles. Son como dos niños jugando al gato y al ratón. Cuando uno viene el otro huye y así no se puede Susy. No puedes darte ese lujo. Mira a Khoa, él se merece una familia y aunque la tiene no está uni
ALANEstoy en el aeropuerto viendo como mi muñeca junto con su familia y mi hijo, suben a un avión del cual no conozco su rumbo. Me quedé viendo el avión despegar hasta que sentí una tibia y pequeña mano en mi espalda.—Es por su bien cariño. Ambos necesitan sanar las heridas en su corazón, si se quedaban juntos justo ahora jamás lo harían. Deben madurar, saber qué es lo que quieren y lo más importante, deben perdonarse. Khoa aún está pequeño y todavía no se da cuenta de lo que pasa. Eso cambiará cuando tenga 4 o 5 años y haga preguntas al respecto. Si ustedes luchan por el amor que se tienen eso será magnífico, pero si deciden pasar página. Es algo que ambos deben respetar y desearle la felicidad al otro, con respeto y amor porque tienen un hijo en común —comenta mi abuela y aunque me cueste aceptarlo es la verdad. Lo único que espero y deseo es que este tiempo el terapeuta no gane el corazón de mi muñeca porque ahí si la habré perdido para siempre. Salimos del aeropuerto rumbo a Zar
ALAN—¿Estás seguro de lo que harás? —me pregunta Aitor cuando me recogió en el aeropuerto de Londres.—No puedo estar más seguro de esto Aitor. Han pasado dos años desde que nació Khoa y casi 3 desde que nos separamos por ese malentendido, de igual manera, no le pediré una relación desde ahorita. Tenemos que trabajar en confianza y eso es lo que haré, ir de a poco. Volver a conocernos, en mi caso hablarle más de mis sentimientos y ser lo que no fui con y para ella antes. Invitarla a cenar, ir al cine, no sé, dime loco, pues hacer eso cuando ya tenemos un hijo se puede escuchar algo muy tonto. No voy a presionarla, sé que la herí y me costará volver a recuperar lo que teníamos antes. Por lo pronto, por favor, llévame a donde ellos, tú sabes muy bien a donde viven —le confesé, pues ese era mi plan. No quería empezar y hacer como si nada. Estoy más que claro que se necesita un proceso para poder tener una sana relación y eso es lo que quiero y deseo.—¿Quién eres y que hiciste con el id
SUSYMe estaba aguantando las ganas para no brincar encima de él. Sería una estúpida al no admitir que lo había extrañado. Ahora verlo tan seguro de sí mismo y tan decidido a recuperarnos, hace que una tibia corriente se instale en mi cuerpo. No quiero que crea que me tiene ganada, lo haré sufrir un poco más. Como si en el cielo me estuvieran escuchando, Rhett aparece para despedirse y me reservaré su identidad para mí por los momentos. Claro que a ustedes si les diré quién es Rhett en realidad o para la sociedad. Es el hijo menor del emperador japones, pero no quiere ni desea nada de los protocolos por lo que se rige su padre. Por esa razón se logró escapar hace unos años y vino a Londres a cumplir su sueño y convertirse en maestro de literatura. Tal vez ser un maestro de literatura no sea el trabajo soñado de muchos, pero para Rhett sí. Su mentor y tutor desde que él era un niño, le compartió su pasión y fascinación por los libros. Rhett me confesó que, para él, los libros fueron su
ALANSentía que estaba volando tan alto, que tenía demasiado miedo de pensar que todo solo se tratara de un sueño y que caería y me golpeara otra realidad. No creía que volver a estar de esta manera tan íntima y maravillosa con ella fuera real. Sin que ella lo notara me pellizqué en más de una ocasión confirmando que todo esto no era producto de un sueño. Un sueño húmedo más donde me levantaría con una dolorosa erección. Perdí la cuenta de cuantas veces la hice mía durante la madrugada. Me asustó un poco cuando cayó casi desmayada en nuestro último encuentro, era mi culpa ya que no le di tregua en ningún momento. Me quedé viéndola dormir hasta que la claridad comenzó a verse por la ventana. Susy es el amor de mi vida y aunque me había dado cuenta hace muchísimo tiempo. No contaba con la oportunidad que tengo ahora, para demostrarle lo mucho que la amo a ella y a mi hijo. Con cuidado me levanté de la cama y fui al baño, recordé que había bajado la maleta del auto y solo me cambié de ro
NARRA SUSY —¡YA NO LE PEGUES MÁS! ¡Mamá! —le grité a mi papá al ver que estaba golpeando a mi madre una vez más. —¡Susy ve a tu habitación y protege a tus hermanos, cariño! —me gritó mi madre en mandarín tradicional, su lengua natal. Ella nos enseñó a mis hermanos y a mí desde que éramos muy pequeños a hablar ambos idiomas. Antes que pudiera voltearme y correr hacia la habitación. Sentí la áspera y fuerte mano de mi padre, jalarme y tomarme fuertemente del cabello. —¿Qué demonios le has dicho? ¿Si sabes lo que me hierve la sangre que les hables en ese idioma para qué lo haces? ¿Solo para que no sepa que es lo que les dices? Este será tu castigo hoy —sentí su mano, golpear mi rostro varias veces, mis mejillas dolían mucho, lo único que podía hacer era apretar mis ojos porque si lloraba los golpes iban a ser peor. Sentía la lucha de los brazos de mi madre por zafarme del agarre que mi padre tenía en mi cabello. —¡SUÉLTALA! ¡Es una niña, por favor! ¡Ya déjala! No le pegues más. ¿Cómo
NARRA ALAN —El dinero no lo es todo en esta vida, Alan —dijo mi padre una vez y eso creía yo hasta que entre mis propios primos comenzó el quien anda los mejores zapatos, la mejor ropa, quien tiene el mejor cuerpo y yo no me iba a quedar atrás. No iba a ser el tonto o el hazme reír de todos ellos, para eso estaba Ángel. ¿Han escuchado ustedes esa frase que dice que no se puede juzgar el libro por su portada? Bueno, en mi caso no se puede juzgar a un libro entrelíneas. Mostrar mis puntos débiles no es opción y es por eso por lo que siempre verán esta coraza de hierro que yo mismo me he impuesto, prefiero eso a ser un hombre temeroso, inseguro al que todos le pasen por encima. No odio a mi trillizo Ángel, pero tampoco metería las manos al fuego por él. La verdad que no me importa lo que haga, piense o deje de hacer. Siempre ha sido el más consentido de la familia, por sus dotes de inteligencia. Lo único que si nunca nos ha gustado con Aitor es que no tenemos fotos de nuestros primeros
NARRA SUSY —Los príncipes no existen, al menos no como los cuentos de hadas. Mira tu padre me imagino que primero él era un príncipe para tu madre y luego eso cambió. Agradezco que me veas como tal, pero no lo soy. — me dice sonriendo, se escucha el sonido de su celular y se voltea a ver al frente nuevamente. —Si, dile a ese imbécil que ya voy —lo escucho decir y me llamó la atención como su tono de voz cambia a uno más serio. Él se volvió a mí de nuevo. —Cuéntame de ti. — me dice y nuevamente con una sonrisa en su rostro, por un momento mis ojos se clavaron en su brillante sonrisa. Él mueve la mano frente a mi rostro sacándome de ese trance. —Si, si, lo siento. Me llamo Susana Libón Park, pero mis pocos conocidos y mi madre me dicen Susy Li o solo Susy. Hoy cumplo mis 18 años, tengo dos hermanos el más pequeño se llama Tian y el otro se llama Argus, no hay nada más que decir. — confesé, sé que no es nada, pero es la verdad. —No creo que solo eso sea, debes tener amistades, cosas