Conforme ambos se acercaban a la puerta de la casa, Alexander se sentía ansioso, tenía en mente que Dayana haría algo o diría algo que haría enfurecer a Edgar y terminaría corriendola, sea lo que sea el quería ver. El sonido de la puerta abrirse llegó a los oídos de Samantha quién estaba bajo el cuerpo de Edgar envueltos en las sabanas, ella puso sus manos sobre el pecho de el haciéndolo que se apartara. — ¿¡Que pasa?!. – Pregunto Edgar sorprendido por la manera brusca en que lo alejó.— La puerta de tu casa... alguien entró— Es mi padre seguramente, tu tranquila.Edgar se volvió a inclinar para besar a Samantha mientras en medio de él salón de la entrada Dayana se había quedado parada observando hacia el pasillo que iba al cuarto de Edgar. — Podrías llamar a Edgar y decirle que estoy aquí porfavor.Alexander arrugó la frente nuevamente ante tal petición extraña, aunque el sabía que ella nunca entraba a la habitacion de el, quizás quería evitar que Edgar terminara arrastrandola de
Edgar estaba nervioso a un punto inimaginable, quería que la tierra se lo tragara en ese instante, a su cerebro se le estaba dificultando mucho encontrar alguna escusa, aunque por obra de magia se le ocurrió una. — No sería bueno que entraras, en ese espacio cerrado podrías contagiarte.La escusa era tonta pero hasta cierto punto creíble, Dayana empezó a suavizar su gesto y levantó una ceja, bajó la mirada a su mano entre la de Edgar y empezó a sacudirla para deshacerse de su agarre el tenía la mano muy caliente y sudada, que la hizo sentir algo se asco.— Bueno creo que tienes razón será para otra ocasión, te dejo para que descanses si te pones peor deberías ir al médico... con permiso.Eso último se le dijo a Alexander cuándo paso frente a el en la cocina, ella abrió la puerta y se marchó, Alexander se quedó boquiabierto eso no era nada parecido ni cercano a lo que se había imaginado; por lo que le dijo antes de que entraran, ella parecía tener conocimiento de lo que Edgar escondía
En otro lado de la cuidad, en la parte más desolada e insegura los tacones rojos de una mujer resonaban entre las paredes de un callejón oscuro y húmedo, al verla desde lejos se podía saber que era una mujer adinerada no estaba en una zona segura para ella, al llegar al final del callejón un grupo de vándalos estaban fumando y bebiendo mientras escuchaban música ruidosa, al percatarse de el acercamiento de la mujer uno de ellos se puso de pie y se encaminó a su encuentro mientras los demás gritaban piropos y tiraban besos a la mujer.— ¿¡Porque me hiciste venir a este lugar tan desagradable?! La mujer chillo molesta, no era nada más y nada menos que Esmeralda, se llevó la mano a la nariz para evitar seguir percibiendo los aromas fuertes del tabaco, el alcohol y la suciedad del lugar. El hombre frente a ella era mucho más alto, llevaba una camisa de tirantes delgados blanca, su piel era clara y su cabello ligeramente rojizo, tenía tatuajes en ambos brazos, ojos claros que miraban a l
Para Dayana era sumamente desconcertante encontrarlo en ese lugar, había personas un tanto mayores estudiando pero no tanto, ese hombre tenía quizás alrededor de 36 años, casi de la edad de Alexander, llevaba puesto un conjunto deportivo negro dudaba que hubiera salido a correr y terminara dentro de la universidad por casualidad; Dayana estaba absorta en sus pensamientos sacando mil y un conclusiones, el hombre pasó su mano frente a los ojos de ella para hacerla reaccionar. — ¿Anna? ¿Estas bien? Ella sacudió un poco la cabeza para después ponerse de pie rápidamente, en ese momento recordó que le había mentido a ese hombre le había dicho que ella se llamaba Anna solo que ella no recordaba el nombre del sujeto. — Ee.. si estoy bien... em que sorpresa encontrarte aquí. Ella acomodó su mochila sobre sus hombros, le hablo en un tono neutral y acusatorio, el sonrió radiante acomodándose el cabello.— Bueno es una gran coincidencia que estudies aquí, yo soy el nuevo instructor de deport
Un bonito y elegante automóvil negro se estacionó en la entrada de la universidad, era Alexander quién había llegado por Edgar, no tardó en identificarlo, lo miro parado frente a un hombre que desconocía su identidad, lo que le preocupó era que apesar de la cara relajada de Edgar su postura estaba algo rígida, aunque aún así pensó que Edgar no era tan idiota como para pelearse frente a la escuela. Mientras Raúl y Edgar se retababan con ma mirada, Raúl optó por retirarla primero y sonreír mientras miraba al suelo.— Estas confundiendo las cosas joven Escalante yo no tengo interés en tu novia Dayana, pero entiendo tus celos uno suele tenerlos cuando se siente inferior o insuficiente ante otro. Ahora si Edgar no puso seguir escondiendo más sus emociones, sus cejas se juntaron al arrugar las cejas por la molestia, Raúl se estaba burlando de él y no solo eso, lo considero un insulto el simple echo de referirse a el como algo inferior. — Deja de decir estupideces yo no me siento inferior
Ya era miércoles el profesor Raúl se había mantenido a distancia de Dayana tal y como Edgar se lo había advertido, no obstante cuando se llegaban a cruzar por "casualidad" el siempre la saludaba muy alegre. Al ser un profesor nuevo, más joven que los demás y con buen físico varias chicas no tardaron en hacer sus acercamientos y coqueterias frente a el, una pequeña multitud de chicas lo rodeaba mientras caminaba por el pasillo. Dayana y Edgar estaban sentados en una de las mesas de la cafetería, ella revisaba unos apuntes mientras Edgar estaba sentado al revés recargando sus codos sobre la mesa mientras estaba recostado mirando como el profesor Raúl tenía la atención de todas las chicas más hermosas de la escuela. — Hola Edgar... ¿Envidia? Tayler se paró frente a Edgar tenia una de las correas de su mochila sobre su hombro, llevaba su característica gorra hacia atrás, camisa de manga corta roja como su gorra, pantalones oscuros y tenis de bota rojos; Tayler se río al darse cuenta d
Dayana y Edgar iban juntos de la mano para entrar a la casa, el camino fue algo silencioso, el escolta se presentó con Dayana y los llevó al lugar, ella llevaba una bonita camisa de manga larga suelta, un pantalón ajustado y botas largas negras, llevaba el cabello en una media coleta. Al entrar había una multitud de gente por todos lados bailando, bebiendo y varias parejas besuqueandose por doquier, Dayana deceo no estar ahí, pero tenía buenas razones para estarlo después de todo, Edgar se llevó a Dayana al jardín tracero un donde había una gran alberca con un montón de chicas y chicos jugando en ella.— ¿Quieres algo de beber? .- Edgar se acercó a Dayana para hablarle al odio, ella se apartó un poco. — No hagas eso el volumen de la música no está tan alto, me hace cosquillas... soda... jugo... nose, algo que no tenga alcohol.— De acuerdo. Edgar se metió a la casa y Dayana se quedó parada observando como todo era un desastre y un descontrol total, había chicas sin la parte de arri
Las gotas de sudor empezaban a correr en la frente de Edgar, el tiempo se estaba acabando Dayana podría llegar en cualquier momento, no le iba a quedar de otra que aceptar las condiciones que Mónica estaba poniendo a cambio de su silencio. — Más te vale que después de esto mantengas la boca cerrada.El se acercó al oído de Mónica, su voz fue suave pero amenazadora, ella sonrió satisfecha, echo un vistazo tras sus espaldas y de nuevo dirigió su atención en Edgar. — Claro te lo prometo, es un trato entonces. Edgar simplemente puso los ojos en blanco irritado y se llevó la mano a la frente no podía creerlo, Dayana se estaba acercando a ellos esquivando a la multitud de personas del camino, en cuanto llegó a ellos Mónica se le acercó. — Dayana que bueno que regresas te estaba esperando, me quería despedir de ti un gusto verte.— ¿Pero como? Te vaz tan pronto.— Así es tengo algo importante que hacer, un gusto saludarlos.Mónica abrazó a Dayana, le echó una mirada y una sonrisa coqueta